Análisis y proyecciones

Brexit, refugiados y extrema derecha: Los desafíos de Europa para 2017

El proyecto europeo enfrenta un año difícil en el que tendrá que resolver la salida del Reino Unido de la alianza y los cambios del gobierno de las principales potencias, amenzadas por el auge de los ultraconservadores.

Por Meritxell Freixas

29/12/2016

Publicado en

Mundo / Portada

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Crisis. Es la palabra con la que se podría resumir lo que trajo el presente año al Viejo Continente. El escenario no es nuevo para Europa, que no logra dejar atrás un quiebre macroeconómico que llevó a los gobiernos de la Unión Europea (UE) a aplicar las políticas más austeras de los últimos tiempos. Sin embargo, el 2016 se podría definir como el año de la metástesis de esta crisis, que ha logrado contagiarse a los ámbitos social y político, y a la que los partidos tradicionales no han sabido responder.

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Los focos activos de este nuevo escenario están estrechamente interrelacionados y se potencian y condicionan entre ellos. La crisis de refugiados, que ya ocupó muchos titulares en 2015, se ha profundizado y ha influenciado a las relaciones con la vecina oriental, Turquía. Los efectos de la llegada masiva de inmigrantes y refugiados, junto con los atentados perpetrados por el Daesh (Estado Islámico) en el continente fueron en el abono necesario para alimentar a la ultraderecha europea hasta el punto de convertirse en una amenaza real, en especial, para los partidos de base europeísta. Así fue como se llegó a un primer Brexit, que puede que sirva de ejemplo para un futuro Frexit o Italexit.

¿La UE se desmiembra?

Contra todo pronóstico, el pasado 23 de junio los británicos y británicas decidieron que ya no querían formar parte de los 28. La gran alianza encajó el primer golpe en contra de su proyecto, que para muchos ciudadanos dejó de tener sentido.

Fue el primer ministro David Cameron quien durante su campaña electoral de 2015 se comprometió a plantear a los británicos la posibilidad de abandonar el grupo comunitario del que su país formaba parte desde 1972. Los rostros del ‘Sí’ a la salida fueron el líder del partido ultraderechista, Nigel Farage, y el ex alcalde de Londres, Boris Johnson. Los partidarios de abandonar la Unión están convencidos de que serán más poderosos y ricos sin Europa. Por otra parte, sus detractores, con el apoyo de la mayor parte de los líderes internacionales, sostienen como principal argumento la amenaza de una catástrofe económica y la necesidad de mantener el proyecto político.

El final de la campaña del referéndum estuvo profundamente marcada por el asesinato de Jo Cox, diputada del partido laborista y partidaria de la permanencia en la UE, a quien atacaron pocos días antes de la celebración de la consulta. Durante varios días, la campaña se suspendió y los sondeos señalaron un repunte de los partidarios de quedarse. Sin embargo, contra todo pronóstico, un 52% de los electores decidieron salir de la UE.

El resultado provocó la dimisión de Cameron, que planteó la votación como un plebiscito a su figura, y la elección de Theresa May por parte los conservadores para ocupar el cargo.

La eventual salida tendrá implicaciones migratorias, económicas y políticas para Reino Unido, dependiendo de las condiciones de las negociaciones que pueden durar un plazo máximo de dos años.

La extrema derecha la lleva

El Brexit fue la primera bomba de oxígeno objetiva para los partidos de la ultra derecha europea. Hoy la tensión, el miedo y el odio planean en el continente de la mano de políticos como Geert Wilders en Holanda, Marine Le Pen en Francia, Nigel Farage Gran Bretaña y Frauke Petry en Alemania, entre otros. Todos ellos no dudaron en recoger la afiliación al euroescepticismo y combinarla con unas buenas dosis de racismo y xenofobia. Para lo segundo, lo tuvieron muy fácil gracias a la incapacidad de los gobiernos europeos de dar una respuesta a la crisis de los refugiados, y a los ataques mortales que este 2016 el Daesh ha llevado a cabo en ciudades como Bruselas (Bélgica), Niza (Francia) o Berlín (Alemania), y que dejaron 35, 87 y 12 víctimas mortales respectivamente.

Con un discurso contra los inmigrantes y el islam, y exaltando el nacionalismo, el Frente Nacional de Marine Le Pen, supera -según los últimos sondeos- a la derecha tradicional francesa encabezada por el ex ministro conservador François Fillon. Ambos se verán las caras en las presidenciales que se celebrarán entre abril y mayo de 2017, en una contienda electoral donde la socialdemocracia francesa tendrá poco por hacer tras el fracaso de las políticas de Françoise Hollande. La disputa quedará entonces entre la ultraderecha y la derecha francesa, con la única posibilidad de elegir al menos malo.

A pesar de tener aún la fecha por concretar, Alemania también celebrará elecciones el próximo año. La cita tendrá que convocarse entre el período de entre el 27 de agosto y el 22 de octubre. La canciller alemana, Angela Merkel, ya confirmó que se presentará para un cuarto mandato en el que tendrá que competirá con Alternativa para Alemania (AfD), el partido que ha sabido capitalizar el descontento del votante conservador alemán al convertir la crítica a la gestión de la crisis migratoria de Merkel en su principal argumento. Según los sondeos, el AfD se convertiría en la tercera fuerza política en el país.

La animadversión hacia la UE también se apodera de Italia. La renuncia del primer ministro, Matteo Renzi, debido a la estrepitosa derrota que sufrió en el referendo sobre una reforma constitucional, llevó al ex ministro de Asuntos Exteriores, Paolo Gentiloni, a ocupar el cargo de jefe de Gobierno, designado por el presidente de la República, Sergio Mattarella.

Un puesto que mantendrá hasta la convocatoria de nuevas elecciones para el próximo año y que podría ser una oportunidad que formaciones políticas como el Movimiento 5 Estrellas del humorista Beppe Grillo, o la extremista Liga Norte, que además proyecta un discurso antiinimigración y racista.

El club comunitario también está reventando por el Este, con gobiernos que se alejan cada vez más de los postulados de Bruselas y que se posicionan cada vez más en contra de los valores que inspiraron el proyecto. En Hungría, el primer ministro conservador, Viktor Orbán, desafía continuamente a sus socios comunitarios impulsando leyes que recortan libertades e iniciativas como el referéndum que se celebró el pasado mes de octubre para decidir si los ciudadanos avalaban las cuotas de acogida de refugiados que él mismo había aceptado. Orbán arrastró a Polonia, la República Checa y Eslovaquia para rechazar el plan de acogida europeo, que resultó ser un completo fracaso.

Frustrada acogida a los refugiados

Europa no puede pasar revista a su 2016 sin detenerse a evaluar el plan de acogida de refugiados. Después del cierre de fronteras de las ruta de los Balcanes (Siria-Turquía-Grecia-Macedonia o Bulgaria-Serbia-Croacia-Eslovenia) aumentó  el tránsito por vía marítima y la llegada a las costas griegas e italianas de personas que huyen de sus países de origen -como Siria o Afganistán- en busca de un futuro mejor.

Fue entonces, el pasado marzo, que la UE negoció con Turquía un plan de acogida para estas personas. La propuesta estableció la deportación a Turquía, que ya acogía a más de 2,5 millones de migrantes, de todos los inmigrantes irregulares, incluidos los refugiados sirios, que llegaran a Grecia.

A cambio, la UE recibiría miles de refugiados sirios directamente de Turquía y compensaría al país con más dinero, acceso sin visado de los turcos a la UE desde junio y avances en las negociaciones para la entrada en la UE.

El balance de estos acuerdos no puede ser más desalentador: los países europeos sólo han acogido a poco más del 12% de las personas a las que la UE se comprometió a reubicar y reasentar, con notables diferencias entre unos y otros. Además, las relaciones entre la UE y el país árabe se enfriaron luego de las consecuencias que provocó el intento de golpe de Estado al gobierno de Recep Tayip Erdogan. La purga a los miles de funcionarios que el ejecutivo turco considera que no siguen sus postulados y del anuncio de reponer la pena de muerte para castigar a los líderes del alzamiento distanciaron posiciones.

Este 2016 el número total de inmigrantes fallecidos en las aguas del Mediterráneo ha alcanzado los 5.000, lo que supone un incremento del 25% respecto al año pasado, una cifra récord desde el inicio de la última crisis de refugiados, según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

¿Hacia dónde va Europa?

El 2107 será un año complejo para los europeos. La canciller alemana, Angela Merkel, liderará una Europa con caras nuevas y con muchos problemas por resolver: el primero, cómo evitar que los partidos de extrema derecha lleguen al poder y pongan en riesgo el proyecto europeo.

Los sondeos demuestran que las formaciones extremistas podrían disputar el espacio a las formaciones europeístas. Es el caso de Holanda con el Partido por la Libertad (PVV) de Wilders, Le Pen en Francia y Grillo en Italia.

Según los expertos, una victoria del Frente Nacional podría llevar al desmantelamiento del euro e incluso la disolución del bloque continental. Aunque muchos analistas advierten que es improbable que Le Pen gane la segunda vuelta, sí existe el temor de que se consolide aún más en la escena política francesa.

Alemania también tendrá que lidiar, además, con la incertidumbre en Europa del Este y Central en un escenario en la parte oriental que cada vez se acerca más a Rusia y se aleja del Viejo Continente, tal y como demostraron los resultados de las elecciones en Modavia y Bulgaria, con nuevos líderes muy cercanos al mandatario ruso Vladimir Putin. A eso, hay que agregarle la amistad profesada públicamente del futuro presidente estadounidense, Donald Trump, con el Kremlin.

El otro foco se situará en Gran Bretaña. La premier Theresa May ha reiterado que invocará antes de abril el artículo 50 del Tratado de Lisboa, que es el mecanismo formal para que un país miembro se salga de la UE. Eso, a la espera del fallo de la Corte Suprema que decidirá, en enero, si el gobierno puede o no activar el Brexit sin la aprobación del parlamento.

Si el Supremo dice que es facultad del Parlamento invocar el artículo, el gobierno se vería obligado a tramitar una nueva ley que le permita iniciar el Brexit, aunque May ha recalcado que ese escenario no retrasaría el calendario con el que se ha comprometido. La mandataria prevé iniciar las negociaciones con Bruselas antes de abril del próximo año, por lo que la salida material de la Unión Europea podría producirse a principios de 2019.

La incertidumbre prevalece sobre el futuro de los británicos en asuntos tan relevantes como el mercado común, el estatus migratorio de más de un millón de ciudadanos que viven y trabajan en Europa y el destino de la City of London, el centro financiero más importante del mundo.

La UE enfrenta un nuevo año con un escenario contradictorio. Los cambios decisivos en varios de los gobiernos de los grandes países del continente y también en las políticas de la propia UE obligarán a la alianza a relentizar sus ritmos y dinámicas. Sin embargo, ni el Brexit, ni los refugiados, ni la crisis económica podrán esperar. Tampoco lo van a hacer Donald Trump y sus planes para crear nuevas alianzas que dejen atrás a las grandes potencias europeas. Este podría ser el año en que Europa se quede un poco más sola.

 

Meritxell Freixas

@MeritxellFr

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