Buzos se arriesgaron en desconocido sumidero para salvar a sus compañeros perdidos

Un grupo de buzos de Noruega lograron llegar (y regresar) del sumidero más profundo del mundo

Por Vale Rudolphy

11/05/2016

Publicado en

Tendencias

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Un grupo de buzos de Noruega lograron llegar (y regresar) del sumidero más profundo del mundo. Éste no había sido explorado anteriormente por los humanos. Pero era la única opción que tenían de salvar a sus compañeros, perdidos en este espacio.

Todo sucedió en el valle Plurdalen, en el centro de Noruega. Ahí se encuentra el río Plura, que tiene 35 metros de ancho. Al sumergirse en él, hay que nadar medio kilómetro más y te encontrarás con una colorida cueva. Ahí fue donde ocurrió este suceso, donde van muchos aficionados de buceo.

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La mayoría descansan mientras observan la cueva, para después regresar. Pero un grupo de buceadores pensó que lo podía lograr cruzar, debido a su experiencia y entrenamiento. Poco a poco se aleja de la luz y del calor, para llegar a un territorio húmedo, frío y desconocido.

Los valientes que logran cruzarlo, llegan a la cueva de Steinugleflaget, cuya salida está a 90 metros de su techo, en una grieta en la ladera de una montaña. Una osadía que ya suena demasiado difícil. Pero dos finlandeses decidieron partir en febrero del 2014, seguidor 3 horas más tarde por otros tres buceadores.

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El primero en sumergirse fue Patrik Gronqvist, quien ya conocía el lugar. Los buzos normalmente se limitan a 30 minutos bajo el agua, a una profundidad de 30 metros. Acá les llevaría 5 horas por 130 metros, aunque con la ayuda de propulsores para andar bajo el agua.

La parte más baja es difícil de bucear, por lo que necesitaban ayuda. Más allá de la profundidad, y el cansancio (además de la oscuridad y bajas temperaturas), hay que sumar que los terrenos son estrechos, con cuevas y túneles que hay que cruzar cuidadosamente.

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Era una situación en la que cualquier accidente puede provocar la muerte. Después de una hora bajo el agua, dos de los buzos, Gronqvist y Huotarinen, fueron enviados a la parte más onda de la cueva. A 110 metros de profundidad. No pasó mucho tiempo para que el primero de los compañeros se diera cuenta de que estaba solo.

Su otro compañero, Houtarinen, estaba atascado en una de las partes más estrechas del túnel y enredado a uno de sus cables. Cuando le intentaron proveer más oxígeno, soltó la pieza del respirador y comenzó a tragar agua… Gronqvist vio morir a su compañero ante sus ojos.

 

 

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El buzo restante debía obligarse a relajar su cuerpo, pues podría provocarle la muerte también. Siguió hasta la cueva más profunda, para buscar la salida directa que había al exterior. Debía hacerlo de manera lenta para no sufrir daños por la presión. Debía hacer paradas en el recorrido.

Pero en ese tiempo, sus compañeros habrían encontrado el cuerpo sin vida, y se darían cuenta de su desaparición. El compañero Vesa Rantanen comentó que: «Tenía dos opciones: pasar por encima del buzo muerto o volver a la superficie tras un larguísimo buceo a través del tramo más profundo«.

«Decidí continuar, y fue una buena decisión. Aunque me tomó al menos 15 minutos sobrepasar el cuerpo del compañero».

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Otro de los buzos, Jari Uusamaki, podría haber entrado en pánico y murió en el acto. Cuando el último del grupo, Kai Kankanen llegó, ya no podía ayudarlo. Todos loz buzos siguieron a la misteriosa cueva, menos Kankanen que decidió darse vuelta y volver directamente.

Cuando los tres sobrevivientes salieron, las autoridades noruegas decidieron clausurar el lugar. Ahí se unieron dos personas más: Sami Paakarinen, quien descubrió la unión geográfica del «laberinto», y Rick Stanton, un buzo mundialmente reconocido por sus habilidades de rescate. Querían recuperar los cuerpos, y tenían una idea de donde estaban.

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Stanton y otros dos buceadores británicos treparon sobre Steinugleflaten. Encontraron uno de los cuerpos, pero de inmediato supieron que no sería fácil liberarlo. Tenían que hacerlo a través del agua, momento en que la policía clausuró la búsqueda, lo mismo que querían hacer los otros dos supervivientes. 

Pidieron ayuda de quien sabía las coordenadas, y desafiaron a la policía. Fueron 5 días, desde el 22 de marzo del 2014, cuando intentaron traer de vuelta los cuerpos sin vida. Primero ajustar los equipos necesarios, luego probarlos, y después sumergirse en el Plura. Recuperando, finalmente, los dos cuerpos. En una historia que parece irreal.

Toda su historia está filmada en «Diving into the Unknown», un documental recientemente estrenado. ¿Y los buzos? Siguen practicando su actividad favorita.

 

 

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