La «sacerdotisa maldita» detrás de la secta de los Narcos Satánicos de México

Los «Narcos Satánicos» fueron una de las bandas criminales más peligrosas y temidas de México

Por Vale Rudolphy

01/06/2016

Publicado en

Tendencias

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Los «Narcos Satánicos» fueron una de las bandas criminales más peligrosas y temidas de México. Este mes se celebran 27 años desde su caída, y a pesar de tener una historia fugaz en comparación con otras, sus crímenes conocidos fueron tan siniestros que dejarán su marca por siempre.

Detrás de esta secta, no sólo estaba su líder criminal y espiritual, Adolfo de Jesús Constanzo, sino también su pareja y aprendiz: Sara Aldrete. 

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Sara era una joven común y corriente de Texas, que había estudiado en la universidad y sólo «buscaba un poco de aventura» al conocer al hombre del que sería cómplice. Fue en 1988 cuando lo conoció, aún siendo una joven, y su vida cambió por completo.

Adolfo de Jesús Constanzo era de origen cubano, y a través de ello se había introducido en la santería desde joven. Seguía al Palo Mayombe, una religión de tradición congoleña practicada por los esclavos de la isla en la época colonial. Así, creó una especie de «secta», de la que hizo a Sara la «Madrina» y su mano derecha.

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Vivían en la ciudad fronteriza de Matamoros, donde sembraron el terror. La localidad se convirtió en la residencia de los criminales, y la secta ocupaba un especial lugar: el Rancho Santa Elena. Desde acá, inevitablemente llamaron la atención.

Poco a poco aumentaron, en un tiempo breve, las desapariciones de algunos residentes de la ciudad. Uno de los casos más recordados es el del joven Mark Kilroy, un estadounidense al que se le perdió el rastro después de salir por unos tragos en la ciudad. No se podía determinar su paradero, así que las sospechas comenzaron a crecer.

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Nadie se hubiese imaginado que la joven, también norteamericana, estaría involucrada con quienes sembraban el temor en Matamoros. Al menos 17 muertes tuvieron lugar en distintos ritos satánicos, a partir del secuestro de las víctimas.

Esto salió a la luz para las autoridades en el 9 de abril de 1989, cuando una camioneta pasó con exceso de velocidad, obviando el control policial que se solía hacer en la zona. Así que la policía comenzó a seguir al vehículo, que se dirigía hacia el famoso Rancho Santa Elena. El conductor era David Serna.

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Los interrogatorios duraron horas, pero capturaron a todos los miembros de los Narcos Satánicos, quienes no se conocían por completo. De a uno comenzaron a confesar y caer, contando sobre los macabros rituales satánicos que realizaban en el rancho. Todo era liderado por Sara y el «Padrino», Adolfo de Jesús.

Cuando la policía llegó al lugar, encontraron un caldero con diversos elementos: sangre seca, órganos humanos, colillas de cigarro, ajo e incluso una tortuga asada. Para Constanzo, el que bebiera esta mezcla podría ser invisible y resistir a las balas.

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En el lugar se encontraron los cuerpos de los 17 desaparecidos, entre ellos el de Mark Kilroy. Muchos de los cuerpos estaban mutilados, amputados o se le habían extirpado algunos órganos y partes. Por ejemplo, Constanzo usaba sus columnas vertebrales como collares, para mostrarlos como trofeos.

 

Detuvieron a gran parte de la secta, pero sus líderes lograron escapar. Los noticieros llamaban a la mujer de Adolfo Constanzo La Concubina del Diablo. 

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El líder de la secta tenía influencias, pues desde joven leía el tarot a personajes influyentes de México y de la zona, como políticos o gente del espectáculo. Tenía sus contactos por lo que se había vuelto muy poderoso, y peligroso.

A pesar de todo, la policía dio con su paradero. Constanzo quiso negociar con las autoridades cuando se supo de su secta, amenazando con contar secretos de quienes solían ser sus «clientes». Pero no le hicieron caso, y aunque escapó, fue encontrado en Ciudad de México.

 

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Adolfo, Sara y sus seguidores que habían logrado escapar fueron encontrados el 6 de mayo de 1989. Cuando se vio acorralado, le pidió a un compañero que le disparara antes de que llegara la policía. Dos de los acompañantes de la pareja maldita se suicidaron junto con su líder, pero la «hechicera» no los siguió, así fue condenada a 647 años de prisión.

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La mujer ha insistido durante los años que ella fue una víctima más de las maquinaciones del «Padrino» mexicano. Que era muy joven cuando lo conoció, y siguió todos los rituales que le fueron ordenados, como sacrificar a un gallo y a un cabrito para su bautizo.

«Mi único delito es haber conocido a Adolfo Constanzo. Era joven, aventurera y curiosa, y me junté con él porque estaba estudiando antropología, había empezado a interesarme la santería y me pareció un tipo interesante», confesó.

Así, ha pasado los últimos 27 años recluida en distintas cárceles, reclamando su inocencia.

 

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