¿Qué es una persona de bien?

Nos urge detenernos para dar cuenta  de la responsabilidad social que nos cabe como sujetos,  donde el bien ha sido entendido como un valor individual invisibilizando al otro como sujeto para tratarlo como objeto

Por Director

06/05/2015

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personabieeeNos urge detenernos para dar cuenta

 de la responsabilidad social que nos cabe como sujetos,

 donde el bien ha sido entendido como un valor individual

invisibilizando al otro como sujeto para tratarlo como objeto.

 

Aunque es frecuente que en el ámbito religioso se utilice la consigna del título –persona de bien-, además es posible descubrir otros significados en este anhelo de «bien». El bien no se limita solamente a «hacer el bien» o «portarse bien» tampoco, no obstante su esencial importancia, en ir a misa todos los domingos. Ser una persona de bien, apunta a una dimensión mucho más profunda y por sobre todo más compleja.

El bien por el cual interesa hacer una reflexión es el relacionado con un lugar -y con el decir desde ese lugar-, entendido no como espacio físico, sino con una posición ante la múltiple variedad de circunstancia que a diario se presentan. Veamos:

En primer término, haremos caso a esta premisa: Cada cual ocupa distintos lugares (pareja, padre, amigo, trabajador, etc) y de éstos cada uno debiese ser responsable. Por ejemplo, no se puede perder «el lugar de padre» frente a un hijo pues se corre el riesgo de dejarlo a la deriva con la consecuente posibilidad de dificultar y aún de anular en su futuro la capacidad para «timonear» su propia vida. Función que para cada ser humano resulta singular necesaria e intransferible. En consecuencia, el lugar es una coordenada, una ubicación. De igual manera, la «posición» constituye un punto de referencia ante las situaciones, frente a las cuales no cabe la indiferencia. Son instancias que nos interpelan. Así, se dice: «yo tengo una posición frente al aborto, a la marihuana o al divorcio, a la iglesia, a la homosexualidad etc». Uno se inscribe o pronuncia  desde una postura axiológica  poniéndose en juego precisamente las enseñanzas más fundamentales aprendidas en la infancia.

Quien tiene una posición y logra sostenerla se hace responsable de sí mismo, y comprendiendo que aquello orienta su actuar no puede dejar de preguntarse por los  fundamentos  éticos que sostienen estas convicciones. ¿Cómo se educa a un hijo? ¿Cómo se es en pareja? ¿Cómo se es  trabajador? ¿se logra tener un lugar, es decir, una postura, en consecuencia una ética de lo que se ve y vive a diario?. ¿o más bien se esquiva la mirada y se sigue con la vida?.

Por su parte, la Ética tiene que ver con la Justicia, no en el sentido de la ley, sino de aquello que equitativo y equilibrado (lo que es “justo”). Quien logra la justicia es feliz.

Formar personas de bien, es formar personas «justas», no «arbitrarias», es decir, personas  responsables que tengan una posición frente a lo que sucede consigo mismo y con el entorno. Nuevamente es lícito insistir, ¿Cómo se vive el día a día?.

A veces resulta más cómodo jugar fútbol con los amigos que detenerse y reflexionar sobre la posición que se tiene en política y religión o temas contingentes. También sucede  con mucho de los jóvenes (no todos por cierto) que en la tranquilidad del colegio ven pasar su vida –como espectadores desconociendo que son parte de ella-  respirando y riendo sin recordar que hay gente muy cerca a ellos que padecen injusticias.

La pregunta por el bien, es una pregunta por la justicia y una persona, una familia, un colegio o una población que se interroga y mantiene una actitud crítica reflexiva  por lo que es ético, seguramente logra una convivencia en paz consigo mismo y con sus vecinos.

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