A cuatro meses de que concluya su gestión al frente del PRI en Puebla, Néstor Camarillo Medina parece querer jugar en todos los frentes, al tiempo que habla de apertura democrática en el partido, mantiene el suspenso sobre su posible reelección, lo que ha generado diversas lecturas en el ámbito político local.
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Durante una conferencia de prensa, el senador poblano anunció el inicio del proceso interno rumbo a la renovación de la dirigencia estatal, previsto para el mes de septiembre. Aunque afirmó que no ha tomado una decisión sobre su participación, envió señales claras de que sigue activo políticamente y mantiene influencia dentro del partido, algo que inevitablemente pone en desventaja a otros aspirantes.
Uno de los aspectos más cuestionables en su discurso es la aparente incongruencia entre lo que promueve y lo que practica. Camarillo exhortó a los interesados en dirigir el PRI a que recorran el estado para hacer promoción sin pedir permiso, argumentando que él mismo actuó de esa forma en el pasado. Sin embargo, esta postura resulta hipócrita, ya que su figura sigue ocupando espacios clave y ejerciendo control en los tiempos y formas del proceso, mientras simula neutralidad.
Además, al mantener en suspenso su decisión de participar, Camarillo lanza un mensaje ambiguo: por un lado habla de libertad de participación, pero por otro, retrasa la competencia interna real al no definirse y mantener ocupada la silla del poder. Esta ambigüedad ha sido interpretada por actores del partido como una estrategia para desalentar candidaturas rivales y medir fuerzas antes de tomar una determinación definitiva.
Otro punto crítico es el uso del discurso de renovación. Aunque Camarillo asegura que no existen reglas estrictas para competir, la realidad al interior del PRI poblano sugiere que el juego no es tan abierto como él plantea. La estructura partidista, en muchos casos controlada por cercanos al dirigente, no garantiza condiciones equitativas para todos los aspirantes, lo cual contradice el mensaje de «libertad y revolución interna» que tanto promueve.
Entre los nombres que ya suenan como posibles sucesores se encuentra la legisladora Delfina Pozos, así como otros perfiles de menor proyección. Sin embargo, la indefinición de Camarillo ha generado incertidumbre y deja entrever una intención de maniobrar los tiempos en función de sus propios intereses.
La imagen de apertura que intenta proyectar se desdibuja al contrastarse con sus propias prácticas, lo que ha llevado a sectores del priismo local a cuestionar su liderazgo y su compromiso con la verdadera renovación del partido.
Si bien asegura que anunciará su decisión en agosto, todo apunta a que el proceso interno estará marcado por la sombra de su influencia y la falta de piso parejo para los contendientes.
Foto: El Ciudadano
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