La PDI localizó en la Región de O’Higgins a Francisco Albornoz Gallegos, quien era ampliamente buscado por familiares y amigos. Hasta el momento dos hombres serán formalizados.
Este miércoles 4 de junio la Policía de Investigaciones (PDI) confirmó el hallazgo de un cuerpo que corresponde a Francisco Albornoz Gallegos, el joven químico farmacéutico de 21 años que había desaparecido el pasado viernes 23 de mayo y que estaba siendo intensamente buscado por su familia y amigos.
El descubrimiento se produjo en la comuna de Placilla, Región de O’Higgins, en las cercanías del río Tinguiririca, poniendo fin a días de angustia que movilizaron a una sociedad entera para encontrarlo.
Giro en el caso
El curso de la investigación dio un vuelco cuando el miércoles 4 de junio un hombre se entregó a la Fiscalía de forma voluntaria, aportando información clave que lo señalan como parte de este fatal desenlace. Se trata de Christian González Morales, un médico egresado de la Universidad de Guayaquil, quien se presentó ante la Fiscalía de Ñuñoa para declarar sobre el destino de Albornoz, cuya ausencia se extendía por casi dos semanas.
Según los resultados de las primeras investigaciones, Francisco se habría juntado con González y una tercera persona en Ñuñoa para consumir drogas. Esta situación le habría causado un infarto al joven, seguido de su muerte. Ante el fatal desenlace, los sujetos envolvieron el cuerpo en una frazada y lo abandonaron en una rivera de difícil acceso, lejos de la Región Metropolitana.
La tarde de ese mismo miércoles, el segundo hombre que estaba siendo buscado fue detenido en Codegua, Región de O’Higgins, precisamente en la zona donde el cuerpo de la víctima fue hallado. El sujeto es José Miguel Baeza, un chef cuya captura motivó el retraso de la formalización del médico González, primer detenido que ya había confesado su participación en los hechos.
Días de incertidumbre
La desaparición de Francisco Javier Albornoz Gallegos generó gran preocupación expresada a través de redes sociales desde el 23 de mayo. Su caso no solo movilizó a su familia, sino que también resonó en organizaciones como el Movilh y en diversas instituciones policiales, que se dispusieron a una búsqueda intensa por encontrar respuestas.
Francisco fue visto por última vez en las cercanías de Plaza Egaña, en Ñuñoa. Su teléfono celular registró una última señal a las 23:00 horas de ese mismo día en la calle Irarrázaval.
El Movilh, que acompañó a la familia desde el primer momento, aseguró que la desaparición ocurrió tras salir de su departamento en Santiago Centro. La denuncia por presunta desgracia fue interpuesta el 25 de mayo en la 32° Comisaría de Santiago.
La Fiscalía de Ñuñoa-Providencia tomó las riendas de la investigación el miércoles 28 de mayo, haciendo las diligencias correspondientes debido a que los últimos registros del joven apuntaban a ese sector. Paralelamente, la Brigada de Ubicación de Personas Metropolitana (BRIUP) de la PDI recibió la orden de indagar desde el jueves 29 de mayo.
La inspectora de la BRIUP, Tabita Uribe, en declaraciones a Emol, señaló que «se han realizado una serie de diligencias, las que comprenden la pericia de las cámaras de seguridad, en donde fue ubicada la persona por última vez». La policía civil estuvo tomando declaración al círculo cercano y amigos de Francisco. Sin embargo, hasta ese momento no se había tenido «ninguna información certera de su posible paradero».
Una de las hipótesis que cobró mayor fuerza fue la de una posible cita que se llevaría a cabo el día de la desaparición. Pero Francisco habría salido a juntarse con unos amigos, aclaró Elizabeth, su hermana, quien además resaltó que al día siguiente el joven debía ir a trabajar.
Elizabeth Albornoz, hizo un urgente llamado a las autoridades: «a la Fiscalía, a Carabineros, a la PDI, que por favor nos ayuden a agilizar este proceso. Nosotros hemos buscado por todos lados, en hospitales, en el Servicio Médico Legal, en Gendarmería, y Francisco no está en ninguno de esos lugares», manifestó a través del Movilh. La mujer siempre mantuvo la esperanza de encontrar a su hermano, y valoró el trabajo de la PDI, quienes: «todos los días están en constante movimiento», aseguró agradecida.
El Movilh sumó su voz para solicitar la intervención de la Unidad de Género de la Fiscalía para brindar acompañamiento jurídico y psicológico a la familia. Además, se encargaron de gestionar el apoyo del Municipio de Ñuñoa, que colaboró activamente en la recuperación de grabaciones de cámaras de vigilancia en las inmediaciones de Plaza Egaña, buscando cualquier indicio que pudiera arrojar luz sobre el paradero de Francisco.
Verdad y Justicia
La ausencia de Francisco Albornoz se extendió por más de una semana, sembrando una profunda preocupación. Su madre, Jacqueline Gallegos, lo describió como un joven tranquilo, cuidadoso y humanitario, incapaz de hacer daño. Un perfil que estaría lejos de ser conflictivo.
Por su parte, su hermana Elizabeth lo recordaba como un hermano cariñoso y directo, pero siempre respetuoso, destacando que «no es una persona ofensiva, siempre trataba de cuidar su vocabulario», contraste con la inexplicable desaparición que mantuvo expectante a sus cercanos.
La confirmación del fallecimiento de Francisco y las circunstancias que lo rodearon se han ido esclareciendo y pueden entregar por fin respuestas más certeras a su familia. Ahora, el proceso judicial que se inicia buscará determinar las responsabilidades correspondientes, en un esfuerzo por hacer justicia.
* Por Ivette Barrios, periodista.