Educación III

Filosofía, educación y alianza público-privada

Hoy ya resulta innegable que la dictadura militar y el genocidio comprendido en dichos años fue para concentrar el capital en manos de grupos económicos nacionales y extranjeros. Estos mismos destruyeron la educación pública para transformarla en uno más de sus negocios.

Filosofía, educación y alianza público-privada

Autor: Hervi Lara

La educación existe en relación a la persona humana. Es, en definitiva, su misma existencia y radica en la posibilidad de mayor humanización, que es formación de cultura. Es lo que surge de la interioridad humana. Como todo lo que existe, la educación también está constituida de una estructura de esencia y existencia. Los elementos de una estructura son la materia y la forma. La materia de la educación es la persona, esto es, aquello de lo que se hace algo y en lo que se hace algo. La forma, por su parte, se define como el acto que, uniéndose a una potencia, confiere realidad a la esencia resultante. La forma de la educación es accidental, pues consiste en la adquisición de cualidades mediante los hábitos. El hábito es la cualidad difícilmente modificable por la que la persona adquiere una disposición, ya sea buena o mala.

Los hábitos predisponen a los actos y se arraigan en el carácter o “modo de ser”. Los hábitos, arraigados en el carácter predisponen a los actos. Los actos se explican por las actitudes y por el carácter. A la vez, los hábitos se crean en base a la repetición de actos y también constituyen el carácter. Para esto existen las normas. Estas son heterónomas, por lo que tienen que legitimarse a través de los valores, los que representan el deber-ser y que, a su vez, son llamados a la persona a ser más. Los valores se internalizan a través de la conciencia y que, por ello, se hace autónoma. En este nivel, los valores se convierten en virtudes (o en vicios).

La persona es educable porque posee posibilidades de hábitos. Así, la educación es expresión de la capacidad de modificación de la realidad humana. Al posibilitar la modificación de la realidad, la educación significa un hecho social. Es el “puente” a través del cual se comunican las personas y la sociedad. En consecuencia, la educación y la existencia de la persona deben ser correlativas. Al serlo, se crea cultura, ya que para que sea desarrollo es necesario desformalizar “lo aprendido en libros” y sistematizar la experiencia. En otros términos, integrar la teoría y la práctica. De esta manera, la educación es una modificación que afecta la interioridad de la persona, aunque ésta continúa siendo la misma, debido a que es una modificación accidental de su modo sustancial de ser.

Al ser una modificación, la educación es perfectiva. Esto supone un proceso de desarrollo que debe ser intencionado y basado en la libertad. El solo ejercicio de actividades sin intencionalidad trascendente y sin libertad, conduce a la rutina y deja de ser educación. Luego, la realización de la educación implica la interacción con la sociedad, en el sentido de que la educación opera directamente sobre la persona. Y, sobre la sociedad, lo hace la política. Es por ello que el profesor auténticamente profesional siempre tiene conciencia de la proyección del sentido social de su profesión. Y el verdadero político siempre prioriza la educación.

Como perfeccionamiento intencional, la educación se adscribe a orientaciones y guías teóricas, lo que conduce a una determinada cultura. Estas orientaciones son las corrientes filosóficas asumidas y que dirigen la acción del profesor en todos los ámbitos hacia un fin determinado y que es la formación de la conciencia de la persona. En la elección de la filosofía educacional se llega a un punto crítico en la vida de todo ser humano: el ascenso a la plenitud o el descenso a la nihilidad. Es en este momento en el que se “juega” la educación como tal y también el trabajo del profesor.

En síntesis, la función teleológica de la educación se puede expresar en perfeccionar a la persona en todas sus potencialidades; adopción de hábitos para la realización e internalización de valores; y guiar a la persona hacia su fin, que es adquirir conciencia de sí mismo y del mundo. Esto es humanización.

Es válido preguntarse si quienes “dirigen” la educación en Chile tienen presentes los planteamientos anteriores u otras dimensiones teóricas. Y si los profesores han sido consultados alguna vez en torno al ejercicio de la docencia y a las insuficiencias en las condiciones de posibilidad del ejercicio de la misma, no obstante, recurrentes declaraciones públicas y llamados a paros laborales. En enero de 2025, el Colegio de Profesores presentó una “Agenda Corta” (que el Ministerio de Educación no ha respondido hasta la fecha de la presenta redacción): se pide la elaboración de una nueva ley de titularidad que permita garantizar la estabilidad laboral y terminar con la precarización contractual; mayor transparencia en la Carrera Docente; reducción de la sobrecarga laboral de los profesores, agobiados por exigencias administrativas de parte de burócratas y mercaderes a cargo de los colegios; que los traspasos desde el sistema municipal hacia los SLEP sean sin deudas salariales y/o previsionales; implementación de los calendarios escolares que respeten las realidades regionales; así como otras insuficiencias que dificultan o impiden la reflexión sobre la acción educativa.

Además del bla-blá sin contenido y las permanentes promesas de las autoridades acudiendo a la educación como solución de los problemas de violencia, de drogadicción, de delincuencia, etc., pareciera que en lo sustantivo se ha continuado con la imposición de la dictadura tendiente al control ideológico de los profesores, quienes se someten a disposiciones absurdas para sobrevivir ellos y sus familias. Es así como «en una circular de 1974, el Comando de Institutos Militares del Ejército se dirigió a los directores de establecimientos para “regular el funcionamiento de los establecimientos educacionales y reiterar su injerencia en el saneamiento del área de Educación.” (…)  Se proscribe lo que llaman “politización de la enseñanza”. (…) “No se aceptará la discusión proselitista de ninguna doctrina o idea que atente contra la tradición o la unidad nacional, contra el sentido libertario o democrático de la institucionalidad chilena, o contra la integridad de la familia o de la nación”» (1).

Hoy ya resulta innegable que la dictadura militar y el genocidio comprendido en dichos años fue para concentrar el capital en manos de grupos económicos nacionales y extranjeros. Estos mismos destruyeron la educación pública para transformarla en uno más de sus negocios. Es, por tanto, sorprendente que el Ministerio de Educación califique como educación pública los colegios traspasados a las corporaciones municipales y ahora en proceso de reformulación en los Servicios Locales de Educación Pública (SLEP). Esto, a raíz de declaraciones del economista que ejerce como director de Educación Pública, quien considera laudable la “alianza público-privada” entre los SLEP y grupos económicos que ejercen dominio ideológico a través de fundaciones de apoyo a la educación. Dice el Director de Educación Pública que “la educación pública se construye colectivamente”. (…) ”No somos adversarios, sino aliados en un propósito común: el desarrollo y el progreso del país”. (…) “Se han impulsado convenios con instituciones públicas, privadas y de la sociedad civil” (2).

¿Son aliados los profesores y los dueños de los grupos económicos nacionales e internacionales? ¿Podrán contribuir a la educación pública los mismos que la destruyeron? La CMPC del grupo Matte, dueño de las forestales que han robado tierras a los mapuche y han degradado la naturaleza. La Fundación Re-Imagina y Efecto Colectivo, de BHP, empresa minera que se apropia de las aguas y las contamina. La Fundación Angelini, dueña de Celulosa Arauco y Constitución, de Abastible, de Copec, de Metrogás, de Celco. AngloAmerican, minera inglesa, dueña de Doña Inés de Collahuasi. Inacap, creada por el Estado en 1966 y privatizada en 1981; en 1989, Pinochet, a modo de obsequio personal, la entregó a la CPC. Así como otras entidades supuestamente colaboradoras de la educación pública.

Las empresas privadas: ¿están interesadas en el desarrollo de la conciencia del pueblo de Chile? Sus aportes a la educación a través de fundaciones: ¿son para mantener y naturalizar la cultura de mercado, eludiendo así los impuestos y negándose a una reforma tributaria? Bajo el dominio de entidades económicas: ¿podrán los profesores de los SLEP ejercer su profesión en libertad? ¿Cuál es la filosofía subyacente en el proyecto de los SLEP y su “alianza público-privada”? ¿Cuál es la experiencia docente de las autoridades del Ministerio de Educación? ¿Cuál es la filosofía que mueve a la “filantropía educacional” a los grupos económicos e internacionales que han depredado al país y al planeta? ¿Es la persona el fin de esta alianza “público-privada”?

Por Hervi Lara B.

Santiago de Chile, 31 de mayo de 2025.

NOTAS

  1. Cfr: Jorge Pavez Urrutia, Cuando éramos otros – Memorias de un dirigente social. (LOM Ediciones, Santiago de Chile, Primera edición, abril 2023, pág. 185 s.). ↩︎
  2. Rodrigo Egaña Baraona, economista, director de Educación Pública del Ministerio de Educación. El Mostrador, diario electrónico. 31-5-2025. ↩︎

Las expresiones emitidas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de su autor(a) y no representan necesariamente las opiniones de El Ciudadano.

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