Por: Azul Segura
En el marco del Día del Padre, les comparto esta recopilación de poemas que hablan de lo que significa para lxs hijxs -como yo- cargar con la elección de sus padres de no criar -o de hacerlo a medias-. Espero abracen a quienes este día les genera diálogos, preguntas y afectos dolorosos respecto a sus padres. A quienes recibieron como respuesta la indiferencia elegida. Que el abandono paternal sea una experiencia compartida, no la hace menos hiriente, pero creo que encontrarnos en las letras de lxs otrxs nos permite, siempre, no transitar-nos en soledad.
Ronda de Mulitas
desencantada la fuerza de tu caminar,
acecha impaciente tu mueca grotesca
el paso de años, con voz complaciente,
a heridas rondando sin que haya respuesta.
parece sedienta tu vida incompleta
tragando pasados que a veces, a penas,
recuerdas las veces del fuego en la hierba.
te enfrentas a gritos con la realidad
en lo irresuelto, de tener sangre
portando armaduras en tu dualidad
de ser siempre un hombre o a veces un padre.
Angel López Andrade (Córdoba, Veracruz, 2001). Es licenciado en Lingüística y Literatura Hispánica por parte de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
El día que me comí la mitad de un yogurt echado a perder
la primera cucharada me dió un sabor ácido distinto al que mi yogurt griego de confianza me da siempre
una acidez incómoda porque sabes que por ella ha pasado el tiempo y con
él, un brote de seres vivos que al ingerirlos pueden causar malestar
era tanto mi antojo que no le tomé importancia
y siguiente cucharada y siguiente y siguiente y por momentos pensaba también,
no solo en la rareza de mi yogurt,
también en nosotros,
en nuestra relación siempre ácida, papá
en cómo es que en cada parpadeo para verte me dejas una mueca desagradable y llena de desconocimiento
me siento confundida, como con mi yogurt
y tengo muchas preguntas papá
y las grito
y las lloro y te escribo esto
¿qué te gustaría saber de mí papá?
porque a mí me gustaría saber de ti
si es que un día te caíste y el impacto fue tan duro que no pudiste dejar de llorar y si es por ese momento por el que ahora no lloras cuando algo te duele, papá
si extrañas a la abuela, a tu madre, más de lo que vi en tu mirada el día que fuimos a enterrar su cuerpo en una cajita de madera papá y regaste todas esas flores sobre ella pero no había ninguna mano extendida para tomarlas y tampoco ninguna sonrisa por recibirlas,
papá, también quiero saber si es que tengo el rechazo impregnado desde el vientre porque tú querías un niño papá y entonces nací yo y querer a costa de ya tener algo es un tipo de resignación
papá, a veces, en realidad siempre, deseo que me digas que quieres ser suave y que me preguntes cómo se le tiene que hacer si este mundo ha sido tan duro, y yo contarte que a veces mi suavidad no me salva de nada pero me ayuda a descansar
y decirte que también tú mereces descansar;
papá, ¿sabías que no es normal que tengamos la sensación de traer el cuerpo atravesado por cuchillos todo el tiempo?
yo no sabía hasta que me lo dijo la psiquiatra y yo creo que también necesitas saberlo, porque papá, no quiero que te rompas una muela por tu bruxismo, seguro duele mucho, y ya no quiero que nada más te duela, papá
¿sabías que yo también tengo bruxismo?
¿sabías que hay otras maneras de existir en estos cuerpos y no se parecen ni un poquito a las que te enseñaron, papá?
a veces tengo muchas ganas de abrazarte, porque sé también que tu herida es ancestral pero no quiero sentir como no me abrazas de vuelta papá, porque nadie te enseñó a hacerlo y me pregunto si tampoco quisiste aprenderlo pero es que lo necesitas
y yo también necesito que me abraces, papá
te escribo para que sepas que desde hace mucho tiempo evito todo a lo que no quisiera parecerme, pero papá, evitar solo me escupe a todo eso
y me escupe sobre todo a lo que siempre hemos dicho que hay de ti en mí, papá
y no sé si todo esto lo escribo a manera de pregunta porque aún espero a que lo niegues o que digas que sí o que digas no sé o que digas algo, papá
porque para eso son las preguntas abiertas, justifique sus respuestas
justifica tus respuestas, papá
también quiero que me cuentes si es que alguna vez te comiste algo echado a perder pero eran tantas tus ganas, que no te importó y tampoco tenías dinero para comprártelo de nuevo, te indigestaste y vomitaste cómo yo después de comerme la mitad ese yogurt
y luego reírnos porque sabemos que es horrible vomitar y qué asco pero qué alivio más vale afuera que adentro, escucho tu risa, ya no reímos juntos desde hace mucho, papá
papá, te cuento que le envié un correo a danone para decirles de mi yogurt echado a perder, porque me enseñaste que las empresas son culeras y que cada que una tiene la oportunidad hay que usarla y quejarse porque no hay de otra en esta vida, te quisiera contar también que aunque anexé las fotos, los videos de mi yogurt,
y no respondieron
le escribí esta carta a mi papá le anexé preguntas y recuerdos
pero tampoco respondió y la verdad
aún espero que lo haga
Diana González Cortezano. 19 de julio de 1999. Lingüista y escritora. Algunos de sus poemas se encuentran publicados en fanzines de la colectiva Las Pies que Arden, en la revista digital Círculo de Poesía, en fanzinas colectivas de la colectiva Lengua de Bruja y en la antología Ruge como niña de Tinta Sangre Ediciones.
Fernando Vol. 1
Mi papá se sienta a la cabeza, en la mesa descansa comida caliente que ha comprado con
su dinero pero principalmente con el dinero de su esposa en turno, Claudia; todos mis
hermanos y hermanas estamos alrededor de él. Una sintonía de diferentes niveles de
arrugado, Nataly tiene 38 años y Ximena tiene 7.
La casa grande, la casa chica, la casa aún más chica, y la
otra casa que nos acabamos de enterar que existe,
donde vive quizá una niña de 3 años y su mamá de
treinta y tantos. Él tiene G0, creo.
Nos reímos todos cuando nos damos cuenta que mi papá sólo se sabe el cumpleaños de
Fernando, el primero de sus diez hijos, que ni siquiera está aquí porque lo detesta; nos
reímos cuando le preguntamos: ¿y cuántos años crees que tenemos Lu y Yo?, nos reímos
cuando no sabe porque ni siquiera recuerda que somos gemelas. Nos reímos todos, nos
reímos porque buscamos todos que nos mire a los ojos,
nos reímos porque queremos por un segundo aparentar que tenemos papá,
que esto de comer juntos sucede todo el tiempo,
aparentar que nuestras heridas abiertas no están sangrando
y manchando todo el piso de la casa de Acajete,
sangre que no se ve pero que huele,
que huele
y sabemos que huele porque Claudia nos odia
y seguro nos odia porque apestamos la casa
a meconio,
a calostro,
a líquido amniótico,
a la sangre que salió de cada una de nuestras madres,
cada una de las perras de las otras camadas.
Y aún así nos sigue invitando a venir.
Mi papá se sienta a la cabeza pero se cansa porque ya está viejito y se va a dormir
o a ver la tele, y nos abandona a los 10 hijos en la mesa, porque no vaya a perderse la
costumbre.
Fernando Vol. 2
Papá que para mí es lo mismo que decir
Sombra Viento Espacio
Lo mismo que decir: ¿dónde estás?
Lo mismo que decir: a veces te extraño
pero la mayoría de veces te odio,
Lo mismo
Que decir
nada.
Fernando Vol. 3
Y papá dice “MARIANITO EL ABOGADO ME DIJO
MIRA FERNANDO, DE LOS HIJOS NO HAY DIVORCIO”
Y cuando algo pasa que nos recuerda que somos niños abandonados,
Luis dice lo mismo, imitando a mi papá,
Y todos nos tronamos de la risa porque le sale igualito,
reímos para olvidarnos de ese simulacro de cariño que se supone fue el amor de mi
papá. Ya me da hueva hablarlo en terapia, como asumo que le da a todos los niños y
niñas mexicanos, y me enoja que sea una respuesta tan básica, tan trillada, que el
abandono nos marque tan profundo, ya quiero que mis heridas sean por otra cosa.
Porque me resulta tonto el daño por ausencia, en ninguna sala de emergencias alguien se
muere porque lo atraviese un puñal invisible, ni meten al paciente a quirófano para que
los cirujanos encuentren nada más que vísceras enredadas y revueltas pero ninguna
perforada, pero que alguien diga oiga, se parece mucho su intestino al intestino de su
padre.
¿No lo entiendes papá? Soy tu hija
que se ríe más fuerte, que ocupa más espacio
La que se parece más a tí y si esto
fuera una historia medieval
y si yo fuera más hombre
eso haría que me lo heredaras todo.
Soy Ingrid. Pero me gustaría haberme llamado Federica. A veces escribo poemas de lo que me gusta y lo que me enoja, de lo que me pone triste y lo que me da melancolía.
Quisiera que en otra vida
mi padre
fuera hijo mío,
para pasar las mañanas en casa,
con su cuerpecito cerca de mi pecho,
cantando las canciones que Tita me enseñó cuando era niña.
Pintaría su cuarto de colores,
haríamos bolitas de papel
cuando olvidemos hacer la tarea
por pasar la tarde jugando.
Quisiera que se divierta
que entienda que sus manos
son capaces de crear
sin herir.
Bailaríamos descalzos en la sala
o armaríamos algún rompecabezas,
esperando
tiernamente
que llegue la hora
de ir a dormir.
También lo llevaría a la feria
donde cuando era pequeño
él y el abuelo vendían cinturones.
Lo dejaría subirse a todos los juegos
y nos formaríamos durante horas
para tirar los dardos y ganar un conejo.
La espera no sería un problema
para que aprenda
que la paciencia
es la mejor forma de educar.
No sería relevante
que no le guste la cebolla,
que su plato no quede vacío
o que sus calificaciones
no tengan puros dieces,
preferiría
que pusiera su corazón en algo
que realmente
lo haga feliz.
Que se encuentre
lejos de la política y estudie arquitectura
como alguna vez me contó
que era su sueño.
Quisiera que en otra vida
mi padre fuera hijo mío,
para curar las heridas que en esta
compartimos los dos.
Jessica Arriaga. Egresada de la Lic. en Pedagogía, mujer feminista, poeta, tallerista, amante de los girasoles, los gatos y el color amarillo. Ha participado en festivales como: A la calle con las letras (2023) y Festival Luis Alberto Arellano (2024). Tiene un poemario publicado: Saudades (2024). Algunos de sus poemas pueden encontrarse en redes sociales: @jessica.arriaga_
HM
Solo pedí que te quedaras un poquíto más
pero te fuiste
compraste una casa
adoptaste un perro
he hiciste una nueva familia
abandonaste tus hábitos de alcohólico
preferías estar en casa
y asistías a la iglesia para aprender
a ser un padrastro ejemplar
En cambio yo
lo único que obtuve de ti
fue temor al abandono
un vacío entretejido con culpa
y la impresión de ser difícil de amar
lo peor, es que ni con todas mis fuerzas puedo odiarte
pero ahora debo dedicar mi vida
a arreglar algo que yo no rompí.
Martha Jimena Mejía García (Querétaro, 2005). Estudia Comunicación y Periodismo en la UAQ. Ha sido incluida en diversas antologías poéticas y fue beneficiaria del PECDA 2023. Representó al colectivo Alphalabra en el Slam Nacional MX 2024. Está por publicar su primer libro con la editorial Letra Capital.
Foto: Especial
Recuerda suscribirte a nuestro boletín
📲 https://bit.ly/3tgVlS0
💬 https://t.me/ciudadanomx
📰 elciudadano.com
