El museo del Louvre, símbolo cultural de Francia y el más visitado del mundo, fue forzado a cerrar sus puertas este lunes debido a una huelga del personal, dejando a miles de turistas varados frente a la icónica pirámide de cristal. La protesta, impulsada por el descontento ante el turismo masivo, la falta de personal y las condiciones laborales precarias, puso en evidencia el deterioro operativo que vive la institución.
Durante una reunión interna rutinaria, el personal de seguridad, atención al público y taquilla decidió no retomar sus funciones. La decisión espontánea provocó un cierre total del museo, en un hecho poco común y sin previo aviso. El malestar se centra en la presión que genera la afluencia diaria de visitantes, que en 2024 alcanzó los 8.7 millones, muy por encima de lo que la infraestructura puede soportar.
Mientras algunos visitantes se agolpaban con sus boletos sin entender lo que ocurría, los trabajadores argumentaban que las condiciones dentro del museo son insostenibles. Aseguran que el estrés operativo, la falta de zonas de descanso, baños insuficientes y problemas de temperatura afectan tanto a los empleados como al público.
El retrato de la Mona Lisa, epicentro de las aglomeraciones, atrae diariamente a unas 20 mil personas, convirtiendo la experiencia cultural en una lucha por tomarse una foto. La situación en la Salle des États, donde se exhibe la obra, ha sido descrita por los trabajadores como un entorno agitado y sofocante, donde apenas se puede apreciar el arte.
A pesar de que el gobierno francés anunció a principios de año un ambicioso plan de modernización del Louvre, valorado en hasta 800 millones de euros, los trabajadores sostienen que las promesas están desconectadas de la realidad actual. Para ellos, esperar varios años para ver mejoras no es una opción, ya que las condiciones se deterioran a un ritmo acelerado.
La presidenta del Louvre, Laurence des Cars, ha reconocido en documentos internos el estado crítico de varias zonas del museo, como filtraciones, problemas de ventilación y deficiencias básicas para los visitantes. Aunque se contempla construir una nueva entrada y trasladar la Mona Lisa a una sala exclusiva para mejorar la circulación, estas soluciones no llegarán antes de 2031.
Los ingresos del museo, combinados con fondos estatales, donaciones y licencias de franquicias como la del Louvre Abu Dabi, financian parte del plan. Sin embargo, el recorte de más del 20 % en el presupuesto anual del Louvre en la última década ha minado su capacidad operativa.
Algunos trabajadores evalúan abrir temporalmente una ruta reducida hacia las principales obras maestras, como la Venus de Milo y la Mona Lisa, pero el cierre total se mantendrá al menos hasta el martes. El regreso a la normalidad está previsto para el miércoles, aunque con limitaciones.
Mientras tanto, el museo se mantiene en una situación de limbo: sin los recursos suficientes para operar con dignidad ni los resultados concretos de las reformas prometidas. Los trabajadores temen que, pese al valor histórico del Louvre, su realidad se siga desdibujando entre turistas frustrados y empleados agotados.
Foto: Redes
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