Política oceánica: Del sueño a la acción

"Nuestro peso estratégico es infinitamente mayor que el que muestran los números contables y económicos. Y, sin embargo, nuestra política oceánica ha sido, en el mejor de los casos, tibia. En el peor, inexistente..."

Política oceánica: Del sueño a la acción

Autor: El Ciudadano

Por Marco Enríquez-Ominami

Chile es un país largo y a la vez profundo. A lo largo de sus más de 4.300 kilómetros de costa continental -y más de 6.400 si sumamos los archipiélagos-, se extiende una riqueza oceánica que representa más del 83% del territorio nacional.

Esta cifra, impresionante en el mapa, desafía, sin embargo, la imaginación política. Nuestro mar alberga un verdadero repertorio de la humanidad: 43 especies de cetáceos (casi la mitad de todo el planeta), entre ellas las majestuosas ballenas azules, más de 1.300 especies de peces, corales de aguas frías, montes submarinos y hábitats únicos en el planeta.

A su vez, la Patagonia chilena es considerada la tercera reserva mundial de agua dulce. En otros términos, la tercera reserva mundial de agua dulce se encuentra custodiada por un país que representa apenas el 0,4% del PIB mundial. Irónico… por decir lo menos.

¿Habrán comprendido los sucesivos gobiernos de nuestro país el significado de este contexto político-ambiental? ¿Habrán comprendido que, siendo Chile un país pequeño en términos económicos, es a la vez un gigante en biodiversidad y en relevancia geopolítica internacional?

Nuestro peso estratégico es infinitamente mayor que el que muestran los números contables y económicos. Y, sin embargo, nuestra política oceánica ha sido, en el mejor de los casos, tibia. En el peor, inexistente.

¿Cómo es posible que, con esta riqueza natural, no contemos aún con una estrategia seria, vinculante y ambiciosa en materia oceánica? ¿Cómo explicar que, de ese 42% del mar chileno declarado como Área Marina Protegida, más del 60% no cuente con planes de manejo, ni presupuesto, ni personal, ni monitoreo adecuado? ¿A quién pretendemos impresionar de esta forma?

La protección oceánica no puede seguir siendo una ficción. No basta con declarar parques marinos si no se financian. No basta levantar la marca «Patagonia Chilena», si no la defendemos activamente en los foros internacionales y frente a las amenazas extractivas.

Es hora de pasar del discurso a la acción.
De la ficción a la realidad.
De la poesía a la gobernanza.
De la foto a la fiscalización.

En lo concreto, existen 4 medidas concretas y urgentes que el país debe adoptar:

  1. Una Ley Marco Azul, que unifique planificación marina, conservación, pesca y fiscalización bajo un solo sistema integrado y conforme los mejores estándares internacionales.
  2. Un Consejo Nacional del Mar, con rango constitucional, con participación real de las comunidades costeras, el mundo científico, los gobiernos regionales, la Armada, el sector privado y la sociedad civil.
  3. Un Fondo Azul Nacional, que establezca un mecanismo público-privado para financiar infraestructura costera resiliente, empleos verdes en caletas y puertos, y protección de pesquerías artesanales. Es hora de aprender a trabajar de manera intersectorial, para la protección de nuestro océano.
  4. Prohibir la pesca de arrastre en las áreas protegidas y auditar todas las Áreas Marinas Protegidas (AMP). La trazabilidad y la vigilancia satelital deben ser la norma, nunca la excepción.

Chile goza de un océano único, pero ha faltado de coraje y decisión.

No podemos seguir permitiendo que nuestro mar sea solo una promesa. No podemos seguir sumando Áreas Marinas Protegidas que existen en el ideario de Santiago… y nada más.

Defender el mar es defender el alma profunda de Chile y su identidad. Es proteger el clima, la biodiversidad, la economía, los alimentos, el oxígeno y la sostenibilidad de las generaciones futuras.

Marco Enríquez-Ominami


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