Análisis Geopolítico

Así es el mundo basado en reglas

La decadencia de Estados Unidos, estudiada y reflejada en múltiples variables, es extensiva a Europa, donde es aún más notoria.

Así es el mundo basado en reglas

Autor: El Ciudadano

Por Carlos Gutiérrez P.

La frase más usada por el atlantismo otanista en las últimas décadas debe ser “el mundo basado en reglas”, que nunca han especificado cuáles serían aquellas, ni quiénes y cuándo habrían sido aprobadas, pero que son usadas asiduamente para denunciar y atacar a todos los países que supuestamente no las cumplen, y que desde el año 1990 cuando se impone el hegemonismo unilateral de Estados Unidos, opera sobre todos los que se oponen a su mandato imperial.

Otra de sus particulares manifestaciones ha sido el manejo de la crisis en Medio Oriente, que ha estado plagado de dobles estándares políticos, de una retórica orweliana exuberante, del desprecio por el derecho internacional y los organismos existentes para defenderlo, y por la descomposición moral del social-liberalismo ante la tragedia vívida del humanitarismo corporizado en el pueblo palestino.

Esta es también la crisis de una izquierda europea post moderna, que sigue viendo el conflicto mundial desde la perspectiva liberal eurocéntrica, aquella que pone el acento en las “malvadas” características de los regímenes políticos que no asimilan el decálogo del “jardín europeo”, y que, por lo tanto, legitima llevar adelante las nuevas cruzadas civilizadoras.

Con los ataques declarados preventivos por parte de Israel en contra de Irán se viola el derecho internacional e ignora al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, al igual que el reciente bombardeo estadounidense de plantas de desarrollo nuclear iraníes, no solo se pone en riesgo poblaciones enteras por posibles contaminaciones, sino que también son ilegales ya que están estrictamente prohibidos en el marco del Tratado de No Proliferación Nuclear. La propia Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA), permanentemente así lo ha manifestado. La misión de investigación de la ONU sobre Irán, ha afirmado que el asesinato de científicos iraníes por parte de Israel también viola el derecho internacional.

Aun así, el secretario de la OTAN ha dicho que los ataques de Estados Unidos no violaron el derecho internacional, y el director de la OIEA no ha condenado públicamente el ataque, siendo el responsable de hacer cumplir el tratado correspondiente.

Los actuales componentes del sistema internacional, orgánicos y conceptuales, cada vez más demuestran que son significantes vacíos. Naciones Unidas, la OIEA, la Corte Penal Internacional, por mencionar algunos. La existencia del derecho internacional se fundamenta en un compromiso ético por aceptarlo y cumplirlo, ya que no tiene herramientas para una ejecución forzosa ni penas sustantivas ante el incumplimiento.

Incluso la herramienta principal en contra del uso de la fuerza, la diplomacia, se usa en un juego siniestro de engaño para ganar tiempo (debemos recordar que había una mesa de negociaciones entre Irán y Estados Unidos y para el domingo 15 tenían una agendada), así como la cantidad de declaraciones relativas a que Estados Unidos no estaba al tanto de las iniciativas militares de Israel.

No solo estaban ambos bien informados, sino que se complementaban bastante bien en el juego de roles que cada uno tenía asignado.

Pero se nos dice que, con estas acciones de fuerza ilegales, el objetivo es conseguir la paz. Ya Europa había asumido para sí la consigna de la paz por la fuerza. Es la paz de los cementerios, aquella que nunca ha resuelto un problema de fondo, o que termina revirtiéndose en contra de los transitorios vencedores.

Los ejemplos para desmentir esa falacia argumentativa son varios. La descomposición estatal de Libia y ahora de Siria (hace unos días se ha realizado la primera acción terrorista del grupo ISIS que disputa el control político del país); los años de sangría en Afganistán; la destrucción de Irak; la actual guerra civil en Sudán; el fracaso en Somalia; el odio subterráneo que permanece en Serbia y Kosovo.

Para que no se nos olviden, estas son las acciones contemporáneas del unilateralismo estadounidense y sus aliados otanistas buscando la paz por la fuerza.

Surge la inquietud sobre cuál será el manejo futuro del conflicto con Irán. La guerra siempre ha sido una combinación de engaño y de espectáculo (hoy más que nunca por la inmediatez y la masividad de la comunicación visual), por lo tanto, de señales y de riesgos calculados.

Mi visión del escenario regional, teniendo en cuenta que una escalada actualmente es un riesgo muy grande, y al parecer todo podría haber sido acordado entre los grandes actores estratégicos. Se sabía a mediados de semana de un acotado ataque estadounidense (incluso con toda exactitud lo informó el periodista Seymour Hersh ), que se le habría informado a los incumbentes a través de la trama suiza; es extraño que no haya habido respuesta de la defensa antiaérea de Irán, y que justo el día lunes tendría una reunión con el presidente Putin (que ya había hablado con Trump para mediar en la negociación con Irán), donde se destacan las declaraciones de buena crianza denunciando el ataque, pero que resalta el saludo al presidente iraní y al líder religioso Jamenei (con ello una señal para reafirmar al régimen y evitar un golpe de Estado que era una línea roja no dispuesta a aceptar).

Con los ataques de Estados Unidos, tan exitosos según Donald Trump, se guarda el prestigio de Estados Unidos, ya que cumplió el objetivo de detener la carrera nuclear y es una buena excusa para tomar distancia del conflicto. Entre Israel e Irán continuarán bombardeándose proporcionalmente, hasta un momento en que se llegue a un alto al fuego, sintiéndose ambos como ganadores (según Canal 13 de Israel varios funcionarios han declarado que quieren poner fin a la guerra en unos días más, porque no quieren una guerra de desgaste y no les conviene prolongar más la batalla). No habrá represalias mayores a los intereses estadounidenses en la región, excepto cuestiones menores y otros actos realizados por actores próximos a Irán (ya hubo un pequeño ataque a una base en Siria, que tiene efectos insignificantes). No se cerrará el estrecho de Ormuz porque afecta a enemigos y amigos.

Todo esto es una probabilidad, pero deja abierto variados escenarios, ya que el conflicto profundo pasa por una solución a escala global. Seguiría dominando por ahora la “paciencia estratégica” de los actores que quieren modificar el statu quo.

Todo esto no obsta que transitar a un nuevo sistema internacional se hace cada vez más una tarea acuciante, aunque sabemos que tendrá un camino difícil que, como todo proceso propio de cambio y liberación, tendrá avances y retrocesos, con altos costos humanos centrados en víctimas civiles que generalmente son parte de las capas más vulnerables de nuestras sociedades.

Así también se transforma en insostenible, desde todas las variables que quisieran considerarse, tratar de mantener una neutralidad cínica, una verborrea discursiva y peor aún una complicidad silenciosa frente al camino catastrófico a que nos conduce la dominación del atlantismo otanista.

Estos son los cabecillas del actual capitalismo en crisis, que necesita generar el nuevo caos para recomponer las bases de una nueva acumulación; a la cual ya se le ha agotado la potencia del control a través de la hegemonía y tiene que volver sobre sus cauces del control por dominación, ya que paulatinamente se le empiezan a desmembrar partes de su sistema de sustentación.

El problema con Irán no es que tuviese la capacidad de alcanzar, o de querer tener, competencia nuclear, sino de haber tenido la osadía de construir un camino propio, opuesto a Israel y Estados Unidos en la zona.

Efectivamente existe la posibilidad de vivir a la manera que quiere Estados Unidos sin entrar en dificultades, solo que para eso debes transar tu soberanía, en todos los planos, y solo dedicarte a la administración de tu gobierno, cauterizando la voluntad popular y sin aspiraciones de cambio de época.

Lo han demostrado muy bien todos los países árabes del Medio Oriente, totalmente colonizados por Estados Unidos, tanto política como económicamente, donde no adquiere importancia vital la preocupación universalista por el cumplimiento de estándares de la democracia liberal, que son exigibles en otras partes.

También lo ejecutan admirablemente en Europa, que silencian convenientemente que varios de ellos siguen viviendo en el anacronismo de monarquías constitucionales propias del siglo XVIII, que se han entregado sumisamente al poder estadounidense, y que hoy día pagan el precio de ser un gigante con pies de barro irrelevante ya que cercenaron la posibilidad de haberse convertido en un protagonista mundial con fuerzas y voz propia.

Terminar con el dominio unilateral del atlantismo otanista requiere de una fuerza colosal, que no tiene como principal variante la opción en el uso directo de la fuerza, porque si se concentra allí el centro de gravedad los costos para la humanidad serían muy altos.

La principal fortaleza del impero estadounidense radica en su capacidad militar que la tiene ampliamente extendida en el mundo a través de sus bases militares. Pero, a su vez, es su gran amenaza debido a que esta fuerte presencia de bases militares y teatro de operaciones abiertos en los que pretende actuar, requieren de enormes recursos económicos. La causa principal de la deuda estadounidense proviene de su gasto militar.

La consigna del presidente Trump de volver a hacer grande a Estados Unidos que está ligada a sus medidas económicas y múltiples amenazas, son un signo de que entiende perfectamente la ecuación: ser grande solo puede serlo con el control militar, y para eso debe reactivar su complejo militar industrial con mayores ventas, especialmente presionando a Europa en el aumento del gasto militar; debe controlar el déficit de la balanza comercial, por lo tanto, aplica aranceles a todo el mundo y negocia bilateralmente para mejorar su propia posición; presiona en su colonialismo político para que países inviertan en su economía como lo hizo en su gira por Oriente Medio con las monarquías árabes.

La enorme deuda estadounidense (ya debe estar en alrededor de 37 billones de dólares), se explica esencialmente por el gasto militar (Trump anunció para el próximo año fiscal un aumento del presupuesto del sector a un billón de dólares). Tiene un componente extranjero, pero el más complejo es el crecimiento descontrolado del déficit fiscal. Pero esta deuda, que efectivamente es impagable, hasta ahora no le significa un problema vital, ya que también se hace incobrable.

La cuestión clave está en la convertibilidad. De hecho, el abandono del patrón oro por parte del presidente Richard Nixon, se debió justamente al enorme gasto militar que le estaba significando la guerra de Vietnam. De esa forma el dólar, que era y sigue siendo la divisa del comercio internacional, no debía ser respaldada por un bien material que se le agotaba aceleradamente y ya solo bastaría con la emisión del papel por parte del país dueño de la moneda.

Hay un viejo aforismo que dice que, si tú tienes una deuda de un millón con un banco, el problema es tuyo; pero si tienes una deuda de 100 millones el problema es del banco. Efectivamente hoy el problema, con esa enorme deuda, es de Estados Unidos, pero para transformársela en una cuestión vital se requiere al menos de dos cosas, que pueden ser independientes una de otra o ser conjuntas.

Una de ellas es cobrarle la deuda o no comprarle deuda, aunque en el mundo financiero es más difícil por las altas tasas de interés que ofrece Estados Unidos (actualmente los principales acreedores extranjeros son Japón y China, e inversores privados y fondos de pensión en el ámbito interno). La otra es ir abandonando paulatinamente el dólar, cuestión que sí está en proceso, y que es más factible acelerarlo en el corto plazo, lo que ha llevado al propio Trump a amenazar a cualquier país que ejecute dicha acción con aranceles de 500 %. Es una de las tareas comenzadas al interior de los países miembros del Brics+.

La decadencia de Estados Unidos, estudiada y reflejada en múltiples variables, es extensiva a Europa, donde es aún más notoria. Son manifiestos sus problemas económicos radicados en un bajo crecimiento, desindustrialización y el atraso en la innovación tecnológica, sumados a las deudas nacionales superiores al PIB en las principales economías, la inmigración irregular desbordada, la problemática demográfica, y la crispación socio-política que tiene como primera manifestación el crecimiento de una derecha radical a la cual no le hace mella saltarse el estado de derecho y el escuálido estado de bienestar que queda.

La estrategia para ir horadando al imperio debiera ser muy similar a una estrategia militar de desgaste. Por una parte, ir cortando las fuentes logísticas a través del manejo de la deuda y del dólar, y por la otra los cortes en rebanadas, que serían los desacoplamientos de países del influjo de Estados Unidos.

Para poder llevar adelante esta estrategia hoy existen mejores condiciones. La presión y el avance que hay tras el concepto de multipolaridad cada vez más consensuado en los países del Sur Global; la ampliación y fortalecimiento de los Brics+; la paulatina retirada de África del dominio atlantista otanista y la recomposición de nuevas relaciones con Rusia y China; la apertura de varios países latinoamericanos a la búsqueda de nuevos socios, especialmente en Asia.

Pero el camino es tortuoso, no estará eximido de nuevos conflictos y aspiraciones de control regional, pero como bien lo dijo el presidente Putin en la reciente conferencia de negocios de San Petersburgo, es lo que viene y es como el amanecer, no se puede impedir.

Por Carlos Gutiérrez P.

Carta Geopolítica 50 – 24/06/2025

El Centro de Estudios Estratégicos de Chile -CEECH- espera sus opiniones y sugerencias en
[email protected]


Las expresiones emitidas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de su autor(a) y no representan necesariamente las opiniones de El Ciudadano.

Sigue leyendo:


Reels

Ver Más »
Busca en El Ciudadano