Columna de opinión

Los sicarios de José Antonio Kast

Los bots en redes sociales, hoy bastión y principal trinchera de la ultraderecha global, representan una de las más grandes amenazas directas a la democracia. En rigor, los bots en redes sociales son auténticos sicarios contra la democracia.

Los sicarios de José Antonio Kast

Autor: El Ciudadano

Por Jaime Vieyra Poseck

Una reciente investigación periodística de Chilevisión Noticias reveló la existencia de una red coordinada de bots vinculada al candidato de ultraderecha José Antonio Kast. El hallazgo más polémico fue la implicación de Patricio Góngora, periodista y miembro del directorio de Canal 13, quien operaba bajo el seudónimo “@Patitoo_Verde”. Tras la exposición, Góngora presentó su renuncia.

Kast desestimó los hechos acusando a la izquierda de orquestar “otra la mentira de la semana”, y alegó un conflicto de interés al insinuar que el reportaje fue obra del hermano de Jeannette Jara, también periodista de la misma emisora, lo cual fue desmentido por la propia cadena televisiva. A raíz de este escándalo, un auténtico botsgate, la Fiscalía inició una investigación formal sobre el uso de redes de bots con fines políticos.

Los bots son programas automatizados que simulan ser usuarios reales en redes sociales, utilizados para manipular la opinión pública. En contextos políticos, su función es amplificar mensajes, difundir noticias falsas, demonizar adversarios y fomentar la polarización. En el caso de Kast, sus bots han difundido rumores como que Evelyn Matthei padece Alzheimer o que Jeannette Jara posee propiedades en Venezuela.

Este fenómeno no es exclusivo de Chile. Estudios académicos han documentado el uso masivo de bots por parte de líderes de ultraderecha como Donald Trump y Jair Bolsonaro.

En las elecciones estadounidenses de 2016, se verifica que el 80% de la actividad favorable a Trump en Twitter (ahora X) fue generada por bots. Casos como el “Pizzagate” mostraron hasta qué punto la desinformación puede derivar en violencia real: un hombre con metralleta fue a la pizzería a asesinar a los pedófilos de la red que torturaban niños dirigida por el Partido Demócrata y la propia Hillary Clinton, según los bots partidarios de Donald Trump.

En Brasil, en la elección presidencial de 2018, bots ligados a Bolsonaro difundieron noticias falsas contra su contrincante, Fernando Haddad, entre otras, que implementaría educación sexual avanzada para niños que causaron alarma social, y que el Papa Francisco estaba a favor de Bolsonaro.

Estas redes digitales los bots de ultraderecha buscan erosionar la confianza en los medios de comunicación profesionales para que la gente crea solo en las redes sociales, colonizadas por la ultraderecha, como también desacreditar las instituciones democráticas como los servicios electorales. El uso de bots abusa de la libertad de expresión para sicariarla desde dentro del sistema. La estrategia se basa en generar miedo e ira ―en especial miedo a la delincuencia e ira a los migrantes calificados por la ultraderecha todos como delincuentes, narrativa política que es su alimento electoral global preferido con excelentes resultados―. Incitan el miedo y la ira, que son emociones básicas, para anular el pensamiento crítico que requiere de un proceso racional.

Ante esta amenaza, es crucial verificar las fuentes, evitar compartir contenido dudoso y utilizar herramientas de fact-checking como www.maldita.es o www.chequeado.com.

Los bots en redes sociales, hoy bastión y principal trinchera de la ultraderecha global, representan una de las más grandes amenazas directas a la democracia. En rigor, los bots en redes sociales son auténticos sicarios contra la democracia.

La responsabilidad no recae solo en las plataformas, sino también en cada usuario. Combatir este fenómeno requiere ciudadanía informada, pensamiento crítico y, principalmente, que tengamos un compromiso firme con la verdad. Que no es para nada el caso de la ultraderecha global, y local, con su líder José Antonio Kast y su ejército de bots que tienen como única estrategia política, mentir a su favor.

Por Jaime Vieyra Poseck

Antropólogo social, especialista en estudios de género y periodista científico.

Fuente fotografía


Las expresiones emitidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de su autor(a) y no representan necesariamente las opiniones de El Ciudadano.

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