Por Javier Molina Johannes[1]

Como todo mundo sabe, la disputa de este domingo se está dando intensamente y aun cuando el candidato de las ultraderechas tenga más ventaja en la contienda, el resultado no está definido. Especialmente, tomando en consideración los gravísimos “errores” de sus peones, hablando de temas que el candidato había tratado de evitar, por exhibir de sobremanera sus opciones, o bien, por ser demasiado “sensibles” para responder. Probablemente, porque no sabe/no contesta o, simplemente, porque no le importa: todo para salvar a sus amigotes. En fin, la legitimación de un discurso tan radicalmente anti-ético, viene por sus convicciones teológicas. Veremos porqué, y no es por el “amor al prójimo” de los mandamientos, muy por el contrario.
Como mucha gente sabe, José Antonio Kast viene de una familia numerosa y colaboracionista de la dictadura civil-militar chilena. Su hermano mayor, Miguel, fue uno de los principales Chicago Boys, ministro y asesor clave de la dictadura. Además de ser hijo de un militante nazi, cómplice del asesinato de, al menos, 70 campesinos en Paine durante el mismo régimen.
Todo el mundo recordará que viene de las filas gremialistas, que estudió derecho en la PUC, y desde esa época es cercano a Gonzalo Rojas Sánchez, uno de los más fieles a Jaime Guzmán y militante del Opus Dei, quien también fue profesor guía de su tesis. En fin, tras tornarse multimillonario con los negocios familiares entró a un cargo público a través de la tienda gremialista a mediados de los noventa. Después fue secretario general y de disputar la presidencia del Partido, se retira y comienza el camino presidencial que ya conocemos.
Ahora bien, se recuerda poco a su hermana Bárbara Kast Rist. Lo que llama la atención, tomando en consideración que ella es clave en el Movimiento Apostólico de Schönstatt y que está en proceso de beatificación en la Iglesia católica – sí, eso mismo. Ella es “ejemplo de la entrega y amor a la Virgen María” para la Juventud Femenina de Schönstatt.
Además, otro de los hermanos, Hans, es sacerdote, y Gabriela es profesora dedicada a escribir libros infantiles sobre religión. En gran medida, queda en evidencia la relevancia que tiene la Teología Católica en la vida familiar de los Kast Rist, lo que habría sido inculcado especialmente por la madre: Olga Rist Hangspiel. Un dato curioso, aunque puede tornarse inteligible, es que Chile es uno de los países con más santuarios del movimiento schönstattiano.
En fin, José Antonio, el más joven del clan, ha declarado innúmeras veces que es ante todo un católico practicante y que es miembro de Schönstatt, lo que configura lo central de su visión sobre el mundo: cómo conducir su vida a partir de preceptos divinos. De hecho, el padre e historiador del movimiento, Engelbert Monnerjahn, ha destacado que uno de los principales objetivos del mismo es formar una nueva personalidad y un tipo de comunidad cristiana que contribuya a la Iglesia Católica a crear un “nuevo orden social” con el Espíritu de Cristo como eje en todos los niveles de la vida. No por casualidad hace unos años JAK agradecía a los Reyes católicos de España por la colonización de nuestro continente [sic].
Bajo estos parámetros, y tal como destacaba Kentenich en 1944 en relación a la Virgen de Fátima – uno de los discursos más reaccionarios del catolicismo contemporáneo – decía que ella representaba el arma más fuerte contra el poder de las tinieblas, contra los enemigos del alma. Algo, como saben, muy semejante a los Tradicionalistas católicos plinianos y su deriva teológico-política con Jaime Guzmán Errázuriz[2].
Y recién durante esta semana, en el último debate de ARCHI, Verónica Franco le recordaba su catolicismo y las contradicciones con sus “propuestas presidenciables”. Sin embargo, los dichos posteriores de Meza, con la nueva evasiva de Kast, pueda quedar más claro si recordamos que el líder schönstattiano, José Kentenich, fue acusado por abuso sexual por decreto del Santo Oficio, por lo cual había sido exiliado a la ciudad de Milwaukee (EE.UU.) entre 1951 y 1965. Y cabe recordar que, durante su estadía por Chicago, Miguel Kast Rist visitaba regularmente ese santuario. Por lo tanto, tal vez, no es tanta contradicción con la vertiente del catolicismo que JAK milita y promueve.
En esa línea, en una de las últimas franjas, el candidato destaca que “esta campaña no comenzó hace unos meses, es parte de una convicción que hemos sostenido durante años”. Esto tiene relación directa con la construcción del discurso catastrofista de larga duración, con aquella teologización del discurso político, buscando la demonización del enemigo político; en este caso, el comunismo, Jara, Boric, el Gobierno, etc. Ante eso, el pseudo-mesías les dice a sus ovejas, cerrando la franja (6 de diciembre): “veo un país que decidió levantarse (…) y por el orgullo de volver a sentirnos dueños de nuestro país”. En clave interpretativa, que la teología política retome su poder, o bien, que la clase eclesiástica se reposicione, con sus principios morales y su juicio permanente a nuestras prácticas sociales. En otras palabras, quieren que volvamos a vivir en una permanente “confesión”, esa que tanto les gusta a los curitas y al candidato.
No por casualidad cuando votaba contra el divorcio, por allá en 2004, citaba a Guzmán y a la pérdida de terreno en quienes piensan el mundo al margen de su Dios. Y a pesar de que el propio candidato dijo en su momento que no se metería en la cama de nadie, complementaba que sí recomendará qué hacer – y lo ha hecho permanentemente. Toda su trayectoria política ha girado en torno a su oposición al divorcio, a la legislación sobre el aborto, al matrimonio igualitario, a la píldora del día después, a la educación sexual y un larguísimo etcétera que se ha evidenciado en su activismo católico en la plataforma mundial Political Network for Values, entre otras.
Y, hace un par de semanas, reafirmaba que “no he cambiado mis convicciones”, aunque recalcaba que sabía cuáles serían las urgencias actuales del país. En otros términos, sabe cómo hablarle a su público, pero el horizonte no se ha modificado un ápice. Depende cuándo se le pregunte, depende quién le pregunte y depende dónde se encuentre. Todo depende. En este sentido, las respuestas serán diversas, más bien para no conflictuar con el público, pero las convicciones se mantienen firmes. Y tal como la Declaración de Principios de la UDI en 1983 decía que existía un orden moral objetivo, al cual se inscribía la naturaleza humana, José Antonio Kast busca la restauración de ese horizonte y, por eso, su candidatura representa una nueva cruzada teológica en la política chilena.
Finalmente, veremos este domingo si algo de la centro-derecha resistió, o bien, todo el proceso de la post-dictadura se desvaneció para reencauzarse con el más viejo estilo eclesiástico del conservadurismo católico de la alta alcurnia, por no decir directamente Tradicionalismo católico. Veremos hasta qué punto la Contra-Revolución cultural se reincorporó en todos los ambientes de las derechas, o si existen algunas corrientes todavía dialogantes. Veremos si el color rojo que Evelyn Matthei viene aportando al debate tiene algún rédito electoral, o es un mero gesto de posicionamiento a futuro. Veremos hasta qué punto este domingo no se entrega La Moneda a quienes sueñan con retornar a la Moral medieval, a los señores de los dogmas tomistas, esos que tanto daño han hecho al pensamiento y a nuestra sociedad.
Este conservadurismo coquetea, por no decir que pololea, con el Tradicionalismo católico, con los valores más sórdidos de la Iglesia católica, con ese afán inquisitorial. Con Kast gobernando corremos el evidente riesgo de ver una subsunción más clara del Estado a la Iglesia católica y ver convertido nuestro país en un gran templo de la Contra-Revolución mariana, es decir, que la política una vez más sea guiada por los preceptos teológicos que tantos siglos ha costado cuestionar. Por eso, es clave desmembrar los fundamentos dogmáticos del candidato para que podamos dialogar sobre cosas humanas y no tener que retroceder un país a creencias trascendentales que nada deberían influir en la política.
Por Javier Molina Johannes
[1] Dr. en Estudios Latinoamericanos. Sociólogo con magíster en Filosofía. Investigador sobre las derechas | redes @especimenesdelareaccion
[2] Se puede profundizar en nuestra columna anterior: https://www.elciudadano.com/chile/por-que-jaime-guzman-habria-votado-por-kast-en-la-primera-vuelta/12/02/
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