Entrevista por Mariana Hales
Paulina Vergara es editora, educadora, gestora cultural y directora del Centro Cultural Letras Públicas, una organización que desde 2019 desarrolla proyectos literarios en contextos de encierro, con especial énfasis en la escritura epistolar como herramienta de expresión, vínculo y creación colectiva.
Desde talleres en cárceles de Chile y México, Vergara ha impulsado iniciativas que buscan integrar las voces de personas privadas de libertad a la geografía literaria nacional, desafiando los límites entre el adentro y el afuera a través de la palabra escrita.
En esa línea, Letras Públicas participará en la próxima edición de La Furia del Libro de Verano 2025, que se realizará entre el 18 y el 21 de diciembre en el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM), presentando el Proyecto Cartas Valparaíso, una iniciativa que establece puentes de comunicación entre mujeres privadas de libertad y personas de la sociedad civil mediante el intercambio epistolar. Este año, el proyecto incorpora además la experiencia de Fundación Ítaca, organización que trabaja con adolescentes privados de libertad.
Durante la feria, Letras Públicas realizará dos actividades abiertas al público que buscan compartir el impacto y la potencia de la escritura de cartas en contextos de encierro. El jueves 18 de diciembre, entre las 17:00 y las 18:00 horas, se llevará a cabo ‘Se escriben cartas’, un taller y servicio de escritura en el que las y los asistentes podrán redactar, encargar o recibir acompañamiento para escribir cartas, en Espacio Lector del GAM.
Ese mismo día, entre las 18:00 y las 19:00 horas, en la sala C2 del GAM, se realizará el Lanzamiento del fanzine ‘Proyecto Cartas: Historia de un taller’, acompañado de un conversatorio sobre la escritura, lectura y circulación de cartas entre personas privadas de libertad y en libertad.
Letras Públicas llega a La Furia del Libro 2025 con Proyecto Cartas Valparaíso y varias actividades abiertas al público. ¿Qué significa para ustedes, como colectivo, ocupar este espacio literario y cultural después de tantos años trabajando desde y hacia el encierro?
Para nosotros es relevante estar en un espacio literario como La Furia del Libro ya que desde un comienzo hemos buscado incluir a las personas privadas de libertad en la geografía literaria chilena y esta feria se ha transformado en uno de los eventos más importantes del rubro. En este sentido, es la posibilidad de hacer visible lo invisible. Además, presentar estas voces en clave epistolar es muy significativo. No solamente llevamos esas historias a este evento cultural sino que lo hacemos de una forma orgánica, análoga y muy íntima. Con los años hemos construido un puente de palabras entre el adentro y el afuera.
El Proyecto Cartas Valparaíso busca tender puentes entre mujeres privadas de libertad y personas de la sociedad civil a través de la escritura epistolar. ¿Qué transformaciones has observado en las participantes cuando esos puentes efectivamente se activan?
Adentro, impera la necesidad de expresión, las mujeres privadas de libertad necesitan ser escuchadas y la llegada de una carta es la confirmación de que le importan a alguien. El papel se transforma en un espacio seguro para la comunicación y la expresión. También para la contención y el intercambio de historias de vida. No hay riesgo. Con la correspondencia se abren puertas y ventanas hacia mundos nuevos y se ponen en escena sueños y proyectos de las participantes que esperan con emoción la llegada de las cartas.
Este año sumaron la experiencia de Fundación Ítaca, enfocada en menores de edad prisioneros. ¿Cómo dialogan estas dos realidades —mujeres adultas y adolescentes privados de libertad— dentro de un mismo lenguaje epistolar?
Con Alejandra Michelsen de Ítaca hemos conversado muchas veces sobre nuestros trabajos y por fin llegó el momento de compartir e intercambiar experiencias de manera pública. Si bien ambas organizaciones trabajamos con la carta como herramienta, la usamos de manera diferente para promover lo mismo, la expresión y la creación a través de la escritura. Este dialogo revela que ambas realidades necesitan expresarse y la carta es uno de los medios idóneos para hacerlo, porque trasciende la comunicación y favorece la reflexión y la creación al momento de la escritura.
El fanzine Proyecto Cartas: historia de un taller reúne cartas, ilustraciones, crónicas e instrucciones para escribir. ¿Qué se revela en esa publicación sobre el proceso íntimo colectivo de escribir desde la cárcel?
La idea de esta publicación fue dar cuenta del proceso vivido en los talleres durante los seis meses de duración, en los que sucedieron muchas cosas en las vidas de las participantes. Plasmadas en sus cartas quedan las ausencias y las esperas transformadas en palabras pero también la falta de dignidad y la precariedad de nuestro sistema penal. Las cartas y las ilustraciones registran el día a día adentro y las fotografías dan cuerpo a los sueños de libertad.
Adentro hay identidades asociadas a las historias que las mujeres traen y a la que escriben día a día en un entorno marcado por la sobrevivencia. En este escenario Proyecto Cartas suma una nueva identidad; la de escritora de cartas, es decir, la de amiga que abre su corazón y conecta con el mundo de su destinataria o destinatario, la que es leída y por tanto “escuchada” más allá de las rejas, la que reflexiona y sueña al momento de escribir y se atreve a imaginar un mundo diferente. Y esa nueva identidad de participante del taller es íntima pero también colectiva.
A lo largo de los años, Letras Públicas ha impulsado proyectos literarios, y en esta ocasión una acción solidaria, como la reciente campaña de artículos de higiene para mujeres sin visitas. ¿Cómo se negocia ese cruce entre trabajo cultural y urgencias materiales dentro de un sistema penitenciario tan precario?
Aunque nuestro foco es la cultura y en particular la literatura, no podemos ser indiferentes a la realidad que padecen las participantes de nuestros talleres y que además permea cada sesión. La ayuda material que antes entregábamos de manera personal, decidimos extenderla a otras mujeres que viven lo mismo. Si no tienen visita, es decir, si no cuentan con una red de ayuda, no tienen lo básico: papel higiénico, jabón, shampoo, etc. para vivir con dignidad.
Has trabajado con cartas y talleres en contextos de encierro desde el 2012, en México y Chile. ¿Qué aprendizajes personales te han llevado a consolidar un proyecto como Letras Públicas, y qué te mueve hoy a seguir sosteniéndolo?
Creo firmemente que es posible sumarse a la construcción de un país mejor desde lo que cada quien sabe, quiere y puede hacer. En mi caso es a través de la escritura y el intercambio de cartas que comencé guiada únicamente por mi intuición.
A pesar de las dificultades que implica sostener un proyecto cultural en la cárcel no podría dejar de hacerlo porque en estos años he sido testigo del impacto de la carta en la vida de quienes participan en los talleres: han sucedido encuentros por carta entre madres e hijos distanciados por las dificultades de la vida tras las rejas. Personas de adentro y de afuera han forjado lazos que sin este proyecto serían imposibles. He formado a escritoras de cartas adentro que al salir replican el taller y lo llevan a su realidad. Cuando las dificultades parecen insuperables, me he preguntado si puedo dejar la cárcel y la respuesta ha sido no.
En tu visión, ¿qué le falta al mundo literario chileno para integrar de manera real y permanente las voces de personas privadas de libertad, y cómo imaginas el futuro de esa “geografía literaria” que ustedes buscan completar?
La imagino con más recursos para profesionalizar la edición de las voces literarias que comienzan a llegar desde adentro. Sueño con ediciones atractivas y modernas que evidencien la diversidad de historias que circulan al interior de una cárcel y que cautiven a los lectores desde el primer momento. Por otro lado, espero que las y los autores sean en su mayoría personas que hayan estado adentro, que conozcan esa realidad en primera persona y que hayan tomado la decisión de contarla.
Si la escritura epistolar ha demostrado ser una herramienta de vínculo y transformación, ¿qué falta hoy para que proyectos como Cartas Valparaíso puedan implementarse en otras cárceles de Chile
La cultura y en particular la literatura no es considerada relevante en un proceso de (re)inserción. Los derechos culturales en las cárceles no son respetados , siempre hay algo más urgente que un taller de literatura.
En este sentido, los escasos recursos para la (re) inserción se enfocan en el ámbito laboral. No hay una conciencia sobre función formadora del arte y la cultura en la vida de una persona; no hay claridad en las autoridades de que a través de la lectura y la escritura por ejemplo, mejora la expresión, se abren puertas hacia otras realidades, se reflexiona acerca del mundo y de la propia vida y se proyecta la libertad. Y esas reflexiones y experiencias se transmiten a los hijos y se van en el equipaje hacia la vida en “la calle”, como se llama a la libertad en coa.

Entrevista por Mariana Hales

