Baquedano al rojo vivo

Por Camilo Pereda

Por Pedro Guzmán

23/10/2020

Publicado en

Columnas

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No, uno no está contra las tradiciones, uno está contra este desfase absolutamente enloquecido de eso que llamamos “escala de valores”. Jamás me ha molestado que el general Manuel Baquedano reine sobre una plaza central de nuestra capital, siendo un tipo que participó en la represión brutal contra los liberales que se levantaron contra el presidente Manuel Montt en 1851; que estuvo siete años comandando las masacres “pacificadoras” contra el pueblo mapuche en el sur; que también comandó los saqueos y violaciones masivas del Ejército chileno en la ocupación de Lima después de la batalla de Miraflores; que estuvo nuevamente en el bando de los oligarcas que le hicieron la guerra y derrocaron al presidente José Manuel Balmaceda…

En contra de lo que uno está, es ese monumentalismo que cree que las estatuas son las personas que ellas representan. A ver, el general Manuel Jesús Baquedano González fue un criminal de guerra, lo quiera uno o no. Fue parte de máquinas exterminadoras y saqueadoras de pueblos sometidos durante toda su carrera militar, y se puso siempre del lado de la élite latifundista feudal que frenaba cualquier política social mínimamente progresista de la época, le duela a quien le duela. Sin riesgo de fallar en el pronóstico, era de los que no hubieran dudado un segundo en ametrallar a los salitreros en las huelgas que se multiplicaron años después de su muerte.

Aun así, bien que tenga sus monumentos como testimonio de nuestra historia republicana. Pero por favor, de eso se trata justamente: de nuestra historia republicana, y no de una fantasía armada en base a bronces fundidos en vez de realidades.

El bronce fundido es duro.
La carne es blanda.

¿Por qué somos tan mañosos para aceptar nuestras realidades? Recuerdo la “polémica” por ahí por el 2000, cuando todos los “defensores de las tradiciones patrias” saltaban histéricamente en círculos porque una obra de teatro planteaba algo tan enloquecido e impensable como que don Agustín Arturo Prat Chacón era una persona que dudaba, que era incluso capaz -válgame Dios- de sentir miedo. Porque se sabe que las estatuas no sienten miedo, por muy complicadas que sean las coyunturas.

La escala de valores que me huele feo, feísimo, es esa que se espanta porque un monumento se pinta de rojo porque con eso se está maltratando a alguien muerto 123 años atrás, pero que no se inmuta si las aguas de un río que está a sólo cien metros de distancia de esa estatua se tiñe de rojo real, más real que la cresta, con glóbulos blancos y rojos, células vivas, plasma, plaquetas, sangre fluyente, viva, que corre asustada, rápido, ahí vienen de nuevo, alguien cae al piso, ayudo igual, ahora corramos, el puente, el guanaco, alguien viene de atrás, correr nomás, empujón, pero por qué, baranda, por qué, gritos, agarrarse, nononó, mamá me caigo, abismo, mamá me caigo, el río, no alcanzo, intento, abismo, esa vez que te dije que no fui yo quien se comió la mermelada y te reíste porque la tenía hasta en el pelo jajaja, papi dónde estás, atájame, me caigo, allá veo piedras, corre agua, será duro, pero no es real porque me rescataste de los perros esa vez que fuimos por el día a la playa, y no me caí, ahora caigo, personas de uniforme me miran, se alejan, o me alejo yo, todos caen para arriba, quiero caer en mi colchón gastado nuevo que tiene sólo veinte años, pero hay piedras, el aire pasa demasiado rápido, he soñado mil veces esto pero siempre despierto antes del porrazo, ahora el porrazo me duerme, compas una manito, oler agua, oler piedra, oler sangre no sé de quién, mía no puede ser porque estoy en tus brazos, quizás el sueño de anoche, quizás la pesadilla de siempre, quizás la realidad estupefacta, quizás esos gritos me despierten mientras trago agua, quizás dejarse ir, quizás levantarme pero no tengo brazos, aguantar, sé que alguien viene, sé que estaré en tus brazos, aquí hay brazos, un brazo, dolor loco, respiro como esa vez que de puro pesado me tirabas a la parte más honda de la piscina y yo reía a pesar del terror porque tus brazos son fuertes papá, porque te reías desde la orilla mamá, porque ahora los siento, cómo siento que somos uno solo saltando en azul sobre el tablón, pero este brazo es albo, es tierno, contundente, es mío también, ya no tendré sed por años papá, cuando mucha agua haya corrido bajo el puente hermanito, seguiremos siendo hermanitos. Respiro sangre, estoy vivo.

Respiro sangre, estoy vivo en Chile.

No me jodan con estatuas.

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