El mismo cielo, el mismo mar: Columna de opinión de Adriana Ampuero, exconvencional de Chiloé

Frente al resultado democrático del plebiscito de salida “les guste a todos o a unos pocos, seguimos compartiendo el mismo cielo y el mismo mar, por tanto, el desafío más que nunca es volver a dialogar”

“Es absurdo pensar que la gente votó rechazo por estar realmente satisfecha con quedarnos en el mismo modelo injusto, precario y centralista que hoy tenemos y por tanto si el horizonte es mezquino, volveremos sin lugar a dudas a errar el camino”.  

El mismo cielo, el mismo mar

El respeto de un resultado democrático es lo que ha primado en Chile y es ciertamente un valor nacional destacable. Aún así, resulta difícil comprender la lógica de celebración de algunos, tras este 4 se Septiemre el problema político y social subsiste y la reflexión no puede ser desde la comodidad del triunfo ni desde la amargura del fracaso electoral, pues ambas nos conducirán inevitablemente a un mal diagnóstico y por ende a errar el camino nuevamente.

Hoy con nuestras diferencias y similitudes, con nuestros temores y esperanzas, les guste a todos o a unos pocos, seguimos compartiendo el mismo cielo y el mismo mar, por tanto el desafío mas que nunca es volver a dialogar.

Vi ex convencionales en el calor del triunfo dinamitando la legitimidad polítcia del gobierno actual, se les ovida facilmente que hasta hace muy poco gobernaron con un 6% de aprobación por meses y que ciertamente Chile no comulga con el golpismo añejo que algunos añoran. Vi ex convencionales del sector contrario diciendo “nos jodieron de nuevo” “no justifico a las poblas” cuando seguramente esas poblas se sienten igual de jodidas por la política en este preciso momento. Quiero pensar que son imprudencias políticas temerarias propias de la coyuntura y espero no sean la tónica en lo venidero.

De las pocas cosas que sabemos en este momento difuso y complejo, es que mayoritariamente Chile busca dotarse de una nueva Constitución, de una institucionalidad sin corrupcion y de mayores derechos sociales, pese a que comprendimos a estas alturas que el camino será más largo de lo que imaginabamos o esperábamos. Comprendimos que tan importante como cuidar el texto es cuidar la institucionalidad que lo redacta y lo rodea, comprendimos que tan importante como entregar un proyecto de nueva Constitución es contar con los tiempos adecuados de redacción y difusión y comprendimos tardíamente que para lograr un texto representativo requerimos de todos los sectores sin excepeción.

Es por esto que el discurso mezquino y denostativo de salvataje de los distintos sectores de la politica tradicional, deja entreveer en realidad un análisis que de nada servirá en un nuevo plebiscito de salida. Quizás creen haciendo como si no existiera política por fuera de sus grandes coaliciones o auto convencerse de ser mayorías les ayude a crear un imaginario favorable, pero al final del día es solo eso, un imaginario.

¿Sabia usted que la Comisión de sistema político en la Convención, aquella a la que más le costó llegar a acuerdos , fue precisamente la que estuvo compuesta mayoritariamente por expertos? ¿Sabia usted que la Constitución actual fue escrita solo por expertos académicos? Pedregoso camino el que se transita, si no se acompaña de más democracia y participación.

Más alla de si nos gustó o no la propuesta de nueva constitución, lo cierto es que el texto propuesto no fue convocante, con los excesos y carencias tenemos que ser profundamente autocríticos, pero hacerlo para construir y proponer, aprender del tránsito complejo que vivimos y hacerlo con humildad, pues si algo quedó claro es que un nuevo pacto social requiere de grandes mayorías y que la soberbia es mala amiga de la sabiduría. Ningún proceso podrá obtener resultados favorables con menos democracia, con más elitismo, pues es la receta para un nuevo fracaso.

Seguimos teniendo entonces  el tremendo desafío de encontrar la fórmula correcta, si es que eso es posible. La Convención no pudo y hasta el momento ningún sector lo ha hecho. Los ataques personales entre políticos, denostar al otro por pensar o votar distinto no contribuye absolutamente en nada. Errores y horrores hubieron muchos, el analisis será brutal y descarnado (debe serlo) pero a su vez debe estar teñido de la lucidez necesaria para sobreponernos, para superar lo malo y conservar lo bueno. Es urgente cerrar la puerta al diagnóstico superfluo, pues la política en esencia son los asuntos de la polis y eso es central en este preciso momento. Es absurdo pensar que la gente votó rechazo por estar realmente satisfecha con quedarnos en el mismo modelo injusto, precario y centralista que hoy tenemos y por tanto si el horizonte es mezquino, volveremos sin lugar a dudas a errar el camino.

Al finl del día, somos una sociedad unida por su historia, por dolorosa que esta sea, por sus alegrías, sus penas, sus triunfos y sus fracasos.

Adriana Ampuero

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