Gabriel Boric en el epicentro de la derrota: Del Acuerdo por la Paz, al fracaso constituyente, hasta el triunfo electoral del pinochetismo 

Chile estará bajo la conducción de la ultraderecha: José Antonio Kast, de raigambre pinochetista, ganó con más del 58% este 14 de diciembre de 2025. Analistas señalan que Gabriel Boric allanó su camino con concesiones políticas y fracasos en seguridad y en el proceso constituyente. Así, del estallido social de 2019 al retorno del pinochetismo al poder, en seis años se consumó un viraje histórico.

Gabriel Boric en el epicentro de la derrota: Del Acuerdo por la Paz, al fracaso constituyente, hasta el triunfo electoral del pinochetismo 

Autor: Seguel Alfredo

Del estallido social a La Moneda: el tortuoso camino que llevó al pinochetismo de vuelta al poder en Chile

Tras una década de agitación política, marcada por el estallido social de 2019 y un fallido proceso constituyente, Chile ha girado radicalmente hacia la derecha. La elección de José Antonio Kast el 14 de diciembre de 2025, quien obtuvo más del 58% de los votos frente a la candidata del Pacto Unidad por Chile, Jeannette Jara, no es un fenómeno aislado, sino el punto de inflexión de un proceso de seis años.

 Este camino, que comenzó con la promesa de enterrar la Constitución de Pinochet, paradójicamente culminó con la llegada a La Moneda de un defensor abierto de la dictadura, hijo de un inmigrante nazi y admirador del criminal de lesa humanidad Miguel Krassnoff. Algunos analistas y actores políticos coinciden en un responsable principal de este giro:  Gabriel Boric, cuyo legado, dicen, fue allanar el camino para el retorno del pinochetismo al poder luego del llamado “Acuerdo por la Paz”, con su intervención y complicidad como diputado, donde, entre otros fracasos de negociación, se acordó un proceso de votación con voto voluntario y uno de salida con voto obligatorio.

El fracaso constitucional de 2022 fue la primera gran herida. Luego del aplastante triunfo del Apruebo en plebiscito de entrada, con voto voluntario (78,28 % a favor), el 26 de abril del 2020. Posteriormente, en el Plebiscito de Salida del 4 de septiembre de de 2022, con voto obligatorio, terminó en una contundente derrota para el Apruebo, que obtuvo solo el 38.14% frente a un 61.86% del Rechazo. Este resultado, había sido hasta ahí calificado como «la peor derrota política y electoral que ha sufrido el llamado mundo de la izquierda y progresismo desde la recuperación de la democracia», desinfló el sueño de cambios estructurales que habían instalado los movimientos sociales y que apuntaban a un país más justo, democrático, participativo e igualitario, entre tantos otros ejes que impulsaron las protestas de 2019.

La derecha radical unificada en pleno tiempo de pandemia  y con una poderosa maquinaria de campañas digitales, capitalizó el descontento y frenó en seco la ola de transformaciones.

Para el escritor argentino, sociólogo y doctor en historia, Lautaro Rivara, este fue el primer acto de una tragedia anunciada: «El mariscal de la derrota chilena, desde el salvavidas a Piñera en pleno estallido, pasando por la frustración constituyente de 2022 y su política prescindente, hasta el adverso resultado del domingo… no es otro que Gabriel Boric Font», afirmaba el 20 de noviembre de 2025 en una publicación en X.

El legado de Boric: acusaciones de un «salvataje» a la derecha

La gestión del gobierno de Boric (2022-2026) se transformó, a ojos de críticos, en un catálogo de concesiones que desarmaron políticamente a su coalición y fortalecieron a la oposición. Desde sectores de su propio campo acusan que traicionó las demandas del estallido social al ratificar el Tratado Transpacífico (TPP) –que el propio Sebastián Piñera no pudo concretar–, llegar a acuerdos con la familia Pinochet (Ponce Lerou) para la explotación del litio con SQM  y mantener la militarización en La Araucanía con un permanente Estado de Excepción.

El abogado Mauricio Daza lo resumió con firmeza en sus redes sociales: “Al final Boric terminó haciendo salvataje a Isapres pagado por afiliados a quienes robaron; afianzando sistema de AFP sin ningún cambio de fondo; entregando sin licitación el litio a la nieta de Pinochet hasta el 2060; y pasándole el gobierno a José Antonio Kast… #ElLegado”. 

Aunque su administración logró aprobar reformas como la de pensiones y la ley de 40 horas, estos éxitos se vieron opacados por una sensación generalizada de incapacidad para enfrentar crisis como la seguridad pública y el crimen organizado, que la derecha instaló en la agenda pública con fuerza.

La estrategia calculada de la derecha más dura para usar a Boric como un «baño de realidad» ya había sido revelada con anticipación. En octubre de 2021, el empresario Nicolás Ibáñez, ligado al think tank de derecha Fundación para el Progreso, declaró al diario El Mercurio y replicado por Biobío, su apoyo táctico al entonces candidato: “Mi visión es que tenemos que hacer todo lo posible para que salga Boric”. Su lógica era fríamente maquiavélica: “Que el problema mapuche, que el problema de la violencia en la Plaza Italia sea de Boric… Y vamos a poder organizar el rechazo a la Constitución”. 

Esta confesión expuso cómo sectores del poder económico vieron en Boric no un adversario, sino un instrumento para desgastar a movimientos sociales y al llamado progresismo de izquierda y reorganizarse.

Cuatro años después, desde México, el analista Alejandro Torres concluyó en la red X: “El legado de @GabrielBoric: Capitalizar el estallido social de 2019 y hacer fracasar al progresismo para entregar el Gobierno a un fascista en 2025. Reinstalar al pinochetismo, no por la fuerza, sino por el voto popular. Sin su papel histórico, ese desenlace no habría sido posible”.

Una puerta abierta a la ultraderecha y la profundización de crisis

La incapacidad de contener el avance del crimen organizado sirvieron como combustible para la campaña de Kast. Bandas internacionales como el Tren de Aragua y otros carteles internacionales, cuya entrada al país se detectó durante el gobierno de Piñera, expandieron su operación durante la administración de Boric, permeando incluso a las Fuerzas Armadas. Paralelamente, iniciativas emblemáticas como la Comisión Presidencial para la Paz en La Araucanía terminaron en fracaso, con comunidades mapuche oponiéndose a unos resultados que, afirmaron, afectaban sus derechos. Esta combinación de inseguridad y crisis social permitió a Kast instalar una agenda de mano dura que resonó en un electorado desencantado. Como vaticinó Rivara en noviembre de 2025: “Quien hubiera imaginado que imitar a la derecha en su política económica, social, exterior y de seguridad acabaría por servirle el Estado en bandeja de plata a la reacción…”.

El 11 de marzo de 2026, José Antonio Kast recibirá la banda presidencial de manos de Gabriel Boric, cerrando un ciclo histórico. Mientras el nuevo Congreso, con mayoría de derecha en la Cámara, promete desmantelar reformas clave, el progresismo chileno se enfrenta a un debacle político,  sin que aún se evidencie una profunda autocrítica.

La derrota de Jeannette Jara, que fue una gran candidata, reconocida así por diversos sectores, enfrentó una maquinaria electoral millonaria y campañas de terror digital, cuyo ciclo sella un momento complejo en la historia de la llamada centro izquierda.

En palabras del exdiputado PC Hugo Gutiérrez, al ver los resultados del 14 de diciembre: “Estamos presenciando el legado de Boric”.

Un legado que, para muchos, no es el de las reformas que aprobó, sino el de haber sido, en frase lapidaria de Rivara, «el sepulturero ‘republicano’ del progresismo chileno» que frustró la energía del estallido y abrió las puertas de La Moneda a la ultraderecha más radical.

Se recuerda al Gobierno de Boric autodeclararse ecologista, sin embargo, estuvo lejos de solucionar situaciones de fondo, incluyendo la erradicación de las salmoneras de áreas protegidas que tanto daño han causado en áreas prístinas y que afectan a la conservación y economías locales. El Presidente Boric, en mayo de 2022, en visita a Magallanes, señaló que “industrias como la de la salmonicultura tienen que salir de las áreas protegidas”.  Finalmente no ocurrió.

Un punto aparte es el  «fracaso» de la Comisión para la Paz y el Entendimiento (CPE) en Chile, instancia que si bien entregó su informe final en mayo de 2025, proponiendo soluciones al denominado conflicto Estado-Pueblo Mapuche, enfrentó críticas por ser vista como un instrumento que excluyó a actores clave, representó un retroceso  de regresión en aspectos de derechos indígenas, y por su ineficacia percibida para generar una paz real, con sectores mapuche autonomistas que lo consideraron una farsa, lo que finalmente terminó siendo capitalizado y catapultado por la derecha radical.

Las múltiples concesiones de Gabriel Boric ha sectores del poder político económico dominante, hace recordar en este escenario la famosa frase del histórico dirigente DC, Radomiro Tomic: “cuando se pacta con la derecha, la derecha es la que gana”.


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