Gustavo Petro dio cátedra a Axel Kaiser sobre historia de los nazis ante propaganda revisionista y negacionista

El Presidente Gustavo Petro desmontó en redes la falsa ecuación "nazismo=comunismo" promovida por el ultraderechista Axel Kaiser. Petro recordó que el nazismo hizo exterminaciones a la izquierda y fue financiado por el gran capital, denunciando la manipulación como propaganda goebbelsiana moderna.

Gustavo Petro dio cátedra a Axel Kaiser sobre historia de los nazis ante propaganda revisionista y negacionista

Autor: Seguel Alfredo

Gustavo Petro da cátedra a Axel Kaiser

En un contundente intercambio en la red social X, el Presidente de Colombia, Gustavo Petro, enfrentó y desarticuló la tergiversación histórica promovida por el referente de la ultraderecha chilena, Axel Kaiser, quien insiste en la falsa ecuación de que el nazismo era una ideología «socialista» o «comunista». La réplica del mandatario colombiano se basó en hechos históricos irrefutables.

Petro, en una de sus publicaciones, inició su refutación con una analogía elocuente, comparando la estrategia nominal del partido nazi con la de grupos políticos contemporáneos: «Los Nazis le pusieron socialista y obrero a su partido porque los partidos socialistas y verdaderamente obreros tenían la mayoría electoral; usando sus nombres, buscaba quitarle electorado y fuerza pero para fines diferentes». Este análisis apunta al núcleo del engaño: la apropiación retórica de términos populares para fines diametralmente opuestos.

Frente a los intentos de Kaiser de justificar su postura con citas aisladas de Hitler o Goebbels, el Presidente Petro respondió con una pregunta demoledora que desnuda la incongruencia histórica fundamental: «Ufff que mentirota histórica a lo goebbels, si los Nazis eran socialistas ¿por qué asesinaron a todos los socialistas alemanes?». Esta interrogante destaca la realidad de que las primeras víctimas de los campos de concentración como Dachau fueron precisamente militantes comunistas, socialdemócratas y sindicalistas.

La posición de Petro no es aislada, sino que se alinea con el consenso académico global. Historiadores especializados como Michael Wildt han calificado de «disparate» este tipo de tesis, recordando que «Hitler combatió feroz y brutalmente el marxismo desde el principio» y que el Partido Nacionalsocialista «no tocó el principio de propiedad» privada. El nazismo se financió y consolidó con el apoyo decisivo del gran capital alemán, de conglomerados como Krupp, IG Farben, BMW y Volkswagen.

Esta manipulación histórica, lejos de ser un error inocente, forma parte de una estrategia propagandística internacional. Como señala el Centro de Investigación sobre el Extremismo (C-REX) de la Universidad de Oslo, distorsionar los orígenes del fascismo es una táctica recurrente para blanquear ideologías de ultraderecha y criminalizar cualquier proyecto de justicia social, asociándolo falsamente con el totalitarismo. Figuras globales como Javier Milei y Elon Musk han replicado este mismo relato falaz.

El debate trasciende lo académico y tiene profundas raíces en la historia chilena. Como documenta el historiador Felipe Portales, la derecha chilena, a través de diarios como El Mercurio, elogió en 1933 la «virilidad» de Hitler contra el comunismo. Décadas después, Chile se convirtió en refugio de criminales nazis como Walter Rauff, diseñador de cámaras de gas móviles, y Paul Schäfer, de Colonia Dignidad, quienes colaboraron estrechamente con la dictadura de Pinochet en la persecución de izquierdistas. La pregunta irónica de Petro y de medios críticos resuena con fuerza: ¿Eran también Rauff y Schäfer «comunistas»?

Al amplificar esta falsa ecuación, Axel Kaiser pretende absurdamente reescribir el pasado, sino que busca intoxicar el debate político presente. Su objetivo, como se ha señalado,  es polarizar y estigmatizar cualquier idea progresista o de izquierda, equiparándola con el horror nazi. Esta es, en esencia, una operación de comunicación «goebbelsiana»: la repetición incansable de una mentira histórica para vaciar de contenido las luchas por la igualdad y proteger los privilegios del capital.

ARGUMENTOS UNIVERSALES Y CONTEXTO HISTÓRICO:

La afirmación de que el nazismo era socialista es desmentida categóricamente por la evidencia histórica. El consenso académico es abrumador: el nacionalsocialismo fue un movimiento de extrema derecha, racista, antisemita y anticomunista. El historiador israelí Ishay Landa, en su libro The Apprentice’s Sorcerer: Liberal Tradition and Fascism, explica: «Los nazis eran fuertemente capitalistas. Pusieron gran énfasis en la propiedad privada… intervinieron en el mercado para salvar al sistema capitalista de sí mismo. Esto no tiene nada que ver con el sentimiento socialista: era procapitalista» (entrevista en Jacobin). Su intervencionismo económico fue una respuesta de crisis, no un plan socialista.

Los primeros en ser perseguidos sistemáticamente tras la llegada de Hitler al poder en 1933 fueron los izquierdistas. Michael Wildt, especialista en el nacionalsocialismo, subraya para la DW: «Las primeras víctimas que fueron encarceladas, torturadas y asesinadas en los campos de concentración en 1933 fueron izquierdistas, comunistas, socialdemócratas y socialistas». El Partido Comunista Alemán (KPD) y el Partido Socialdemócrata (SPD) fueron ilegalizados, y sus miembros, masacrados. En la «Noche de los Cuchillos Largos» (1934), Hitler purgó a las facciones internas que pudieran tener reminiscencias socializantes, como la de Gregor Strasser.

La financiación y el apoyo al régimen nazi provinieron de la élite industrial alemana. David de Jong, en Nazi Billionaires: The Dark History of Germany’s Wealthiest Dynasties (The New York Times), documenta cómo dinastías empresariales como Quandt (BMW), Porsche (Volkswagen) y Flick se beneficiaron enormemente y colaboraron activamente. Empresas como Krupp y IG Farben utilizaron mano de obra esclava de los campos de concentración. Esta simbiosis entre el gran capital y el régimen es incompatible con cualquier definición de socialismo.

La retórica «socialista» del NSDAP fue un señuelo electoral. El historiador Celestina Salomé Kunkeler explica que el partido promovía una «comunidad racial» (Volksgemeinschaft) que rechazaba explícitamente la lucha de clases, piedra angular del pensamiento socialista. Como resume Landa: «El truco consistía en beneficiarse de la popularidad del socialismo… pero al mismo tiempo distanciarse lo más posible de su esencia». Esta manipulación semántica es la que, décadas después, reciclan sectores ultraderechistas para confundir y reescribir la historia a su conveniencia.


Reels

Ver Más »
Busca en El Ciudadano