Por qué ensuciar los Panamericanos es ser un vendepatria

Las primeras horas del desarrollo de los juegos panamericanos han mostrado una fiesta nacional, un espíritu de hermandad

Por El Ciudadano

22/10/2023

Publicado en

Actualidad / Columnas / Deportes / Política

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Las primeras horas del desarrollo de los juegos panamericanos han mostrado el espíritu más genuino de una cita de esta envergadura; ha sido una verdadera fiesta nacional; es realmente emocionante ver cómo impacta el deporte en la sociedad, cómo se conectan las personas detrás del respaldo a un compatriota subiendo un cerro en su bicicleta, cómo aprenden los niños del esfuerzo, la constancia, la disciplina de una levantadora de pesas que consigue sostener el peso que jamás imaginó. Los panamericanos son una fiesta de valores que en este momento solo podemos aplaudir y apoyar; poner todo de nosotros, como país, para que funcionen, para decir con orgullo que gracias al compromiso de todos, funcionaron, e hicieron a nuestros invitados hablar bien de nuestra casa.

Por eso ha sido tan bonito ver los videos de los periodistas argentinos impactados con el funcionamiento de la Línea 6 del Metro, mostrando a través del canal TyC Sports el nivel del transporte público de Santiago, que tiene tal capacidad como para transportar a miles de deportistas desde su residencia en la Villa Panamericana hasta el Estadio Nacional. Desde sus departamentos a la pista de atletismo en un solo viaje, en una sola línea. Es que no nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que un afuerino nos lo dice. Y este progreso no tiene color político, porque ha sido el Estado, en décadas, todos nosotros, quienes hemos hecho posible el estándar de nuestra ciudad. Los propios deportistas muestran orgullosos el parque Cerrillos que los cobija, los servicios con que cuentan al interior; la atleta estadounidense Demetria Carter se vuelve viral en Tiktok al contar de su impacto al subirse a un vagón santiaguino: “Es mejor que el de Nueva York… Les concedo eso, aunque todavía estaba un poco asustada”.

Entonces, uno se pregunta ¿cómo es posible que en pleno inicio de los juegos, momento en que toda la sociedad debe remar hacia adelante para que nos salgan bien, un grupo de adherentes políticos de la derecha reme para atrás, destacando errores, imprecisiones, críticas, con el único objetivo de atacar al gobierno? ¿No se dan cuenta que no están dañando al gobierno, sino que a su propio país que dicen tanto amar? ¡Es el evento deportivo más importante de nuestra historia! ¿Cómo no se dan cuenta? ¿Cómo no recuerdan la proeza que significó para nuestra nación pobre realizar el Mundial de fútbol de 1962, mientras intentábamos levantarnos del terremoto más devastador jamás registrado? Realizar eventos de esta magnitud siempre ha sido, para cualquier país, una proeza. Son tareas patrióticas que nos ponen a prueba, nos llevan al límite, con los ojos del mundo puestos encima, para ver qué somos capaces de hacer.

Pero no, para algunos cobardes que ni siquiera ponen sus nombres, que ni siquiera ponen sus firmas, es más importante atacar al gobierno que quieren ver caer. Lo más importante es llevar agua a su molino, aunque para eso se tengan que ensuciar los juegos que hoy los niños disfrutan en sus casas y en las galerías de tantas comunas del país. Lo más importante es sumar un puntito en las encuestas en la carrera por llamar a aprobar la nueva constitución redactada por los republicanos. Por eso se atrevieron a lanzar un video, con el logo de los Juegos Panamericanos, acusando que en realidad Chile no es sede del deporte, sino más bien es sede de delincuencia, violencia, corrupción, desorden y de un presidente indeseable. Para los promotores del video, que no dan la cara, vale más ver caer a Boric que el triunfo del deporte y la capacidad organizativa del país. Vale más la más básica reyerta política que la satisfacción de miles de jóvenes que trabajan como voluntarios de una empresa que sienten suya. Vale más la división eterna e inconducente por pensamientos distintos que un punto de encuentro, un respiro, que nos permita sanar.

El ex diputado por la UDI Giovanni Calderón Bassi, en la misma línea antipatriótica, apuntó a la “oscura, triste y anticuada ceremonia de inauguración de los Panamericanos… Un reflejo de lo que es Chile hoy…”. Calderón es un profesional que dedicó su día en su cuenta de Twitter a manchar los juegos y resaltar todos sus “errores”, porque al parecer en aquellas nerviosas mentes conservadoras el éxito de los juegos sería a la vez el éxito de un gobierno y aquello sería intolerable, sería un golpe directo a sus pretensiones de pintar Chile con los colores del desastre mientras el presidente no sea de mi sector político.

Se trata de una actitud ruin, pusilánime y antipatriota, que nada tiene que ver con lo que, enhorabuena, está predominando en televisión: entusiasmo, garra, sacrificio, solidaridad, unidad, nobleza. Porque todo eso es el deporte. Todo eso es lo que nos falta en el corazón de una República que a veces avanza con el rumbo perdido.

Lo único cierto es que para recuperar el rumbo, el objetivo del país que busca desarrollarse, lo primero que debemos dejar atrás es el antipatriotismo, que no es otra cosa que preferir ver fracasar a tu país que aplaudir el éxito de un esfuerzo unitario bajo liderazgos que no son los tuyos.

Como escribió el usuario de Twitter @EdoWeatherman: “Es una lástima que periodistas y chilenos/as solo se dediquen a criticar y ver negativo estos Panamericanos, mientras quienes vienen de otros países a participar, han encontrado que hay una gran preparación y preocupación. Eso pasa cuando te gana el deseo de atacar al Gobierno”.

Por Richard Sandoval

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