Acusan que fueron notificados de su salida tras graves resultados por maltrato psicológico y vulneración de derechos.
Más de 20 funcionarios del área de aseo, logística e informática de la sede República de la Universidad de Chile fueron informados que el 31 de diciembre dejarán de pertenecer al Departamento de Ingeniería Industrial. La medida, calificada como una «sorpresa total» por los afectados, ocurre semanas después de que una encuesta de salud mental de la Superintendencia de Seguridad Social (SUSESO) arrojara niveles críticos de agresividad y maltrato al interior de la unidad.
Una funcionaria de la universidad señaló que “nos citaron a una reunión sin previo aviso ni mutuo acuerdo. No sabemos en qué condiciones vamos a quedar, si mantendremos el sueldo o el horario. Quedamos en el aire”, relató a El Ciudadano, pidiendo la reserva de su identidad. Para ella, este escenario es un nuevo golpe tras la tragedia de Margarita Ancacoy en 2018, asegurando que, pese a ese trauma, los tratos déspotas por parte de la dirección encabezada por Susana Mondschein no cesaron.
Debido a esto, la trabajadora interpeló a las autoridades en una asamblea, pero nos asegura que no hubo respuestas claras: “Me queda la sensación de que nos sacan porque salimos mal en la encuesta de salud mental y no quisieron hacer el seguimiento que correspondía”, señaló, agregando que “Prefirieron pasarnos a la Facultad para no hacerse cargo del ambiente tóxico que ellos mismos crearon”.
La denuncia de los trabajadores también apunta a una supuesta «limpieza» de voces críticas. La funcionaria, quien colaboró activamente en investigaciones sobre la precariedad laboral en el barrio República, siente que fue marcada como conflictiva. Sostuvo que: “Buscaron el momento para sacarme. Llevo 14 años y mueven a los más antiguos, mientras protegen a gente de confianza que incluso ha presentado licencias dudosas”, acusa.
Además de la incertidumbre laboral, los afectados sienten una constante presión psicológica por parte de jefaturas. Según el testimonio, el mensaje recibido fue: “Den gracias que no quedaron sin trabajo”. Esta actitud generó un clima de desconfianza profunda, justo cuando organismos de salud laboral intentan intervenir para mejorar las condiciones de los empleados.
Por ahora, los trabajadores esperan que la asociación de funcionarios Asofing logre frenar una medida que consideran injusta. “Merecemos respeto y que nos digan por qué nos mueven después de tantos años. Siento que siempre cortan por el hilo más delgado, mientras las irregularidades de arriba siguen igual”, concluye la funcionaria.

