Barcelona fue el escenario de la presentación de «La etimología de la vida», el primer libro de poesía del autor chileno Daniel P. García, publicado en España por Ediciones Oblicuas. En el espacio cultural L’Estranger, voces del ámbito académico y artístico celebraron la publicación del poemario, inscrito como un ejercicio de búsqueda y reconto: una introspección lírica a partir de memorias juveniles – pérdidas, amores inconclusos, ciudades borrosas -, desde la conciencia de que todo origen es siempre incierto y que toda identidad se construye entre zonas difusas.
Desde Estados Unidos, el doctor en Literatura Hispánica, profesor de la Universidad de Washington y también poeta chileno José Francisco Robles, destacó el carácter expansivo del libro, en su intento por entender esa primera juventud. “‘Entender’ aquí no es comprender, concluir o definir, sino seguir buscando, alargar el pasado, dilatar una memoria que se reúne con su propio futuro”, destacó. Citando versos del poema “Autorretrato” – “Así viajé donde la vista alcanzaba / (y más allá), / donde la bruma lo cubría todo / (y más allá)” -, ejemplificó esa búsqueda de un pasado que, cubierto por la bruma, irrumpe en el presente.
El catedrático en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universitat Autónoma de Barcelona Enric Sullá Álvarez resaltó el ingenio y agudeza de los versos de García en ese recuento y “pase de cuentas” con una vida pasada, evocando “recuerdos amargos y no tan amargos”, así como una serie de “pasajes eróticos y amorosos de notable intensidad”.
Más allá de la variedad temática y la riqueza de imágenes, metáforas y símbolos, Sullá remarcó el tono de voz distintivo de García, ilustrándolo con la lectura comentada del poema “Descanso por Julio”: “Nos hemos muerto / ayer o antes de ayer / o la noche anterior a todas las noches / y no nos enteramos (…)».

“Es una voz que no es estridente, ni altisonante. Es una voz que muchas veces es un susurro, un susurro pero firme, que perdura”, precisó Robles, recordando los versos de ”Art poétique deux”: “Que el trauma sea leve / pero que dure la eternidad”. A su juicio, el libro es una suerte de homenaje a la poesía, a la escritura desinteresada, donde la voz del poeta está siempre presente. “Habla de lo leve, pero al mismo tiempo profundo, como un susurro que socava y marca, en poemas notables como “Amigos Muertos, Olvidados (los no poetas)’”.
“Entonces fui atrapado por rimas inexactas
de amigos muertos, olvidados en alguna curva,
a la vuelta de donde la vida nos dejó tirados (…)”.
La metapoesía atraviesa el conjunto como una interrogación constante sobre el propio acto de escribir. Influenciada por el postromanticismo, la obra también dialoga con la tradición poética chilena, sin filiación explícita, pero en conversación subterránea con autores como Enrique Lihn, Jorge Teillier, Rodrigo Lira o Roberto Bolaño.
Para finalizar, Robles destacó la capacidad de implicar al lector en una experiencia compartida: “La etimología de la vida es un conjunto de poemas sencillos y directos que apelan a una historia emocional que va más allá de sus raíces o causas. El lector puede llegar a sentir la voz de cada poema como propia. Y quizás sea ése el mayor logro de García: que el otro sea él y que la emoción del pasado resplandezca en las manos del lector como una moneda nueva”.
Esta apropiación colectiva de los poemas se hizo visible durante la propia presentación y en una celebración previa, en la que músicos, artistas residentes en Barcelona y poetas del colectivo Poetry Is Not Dead reinterpretaron los textos a través de la danza, la música y la performance, ampliando el universo del libro hacia un terreno interdisciplinar y multicultural.
Sobre el autor

Daniel P. García (Santiago de Chile, 1979) es licenciado en Literatura Hispánica por la Universidad de Chile y doctor en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universitat Autònoma de Barcelona. Ha recibido diversos reconocimientos como narrador, entre ellos el primer premio del Concurso de Cuentos de la Municipalidad de La Florida (2004), una mención honrosa en el Concurso Yasunari Kawabata (2006) y una beca Fondart para finalizar su novela Los silenciadores (inédita).
En el ámbito artístico ha participado en proyectos colectivos vinculados al arte y la creación sonora, como Sonic Skate Plaza, premiado por la Unión Europea en 2013. En poesía, fue finalista del primer concurso de la revista Zenda (2022) y ha sido publicado por la revista chilena Altazor. Actualmente reside en Barcelona, donde imparte cursos de teoría literaria y cine, colabora como redactor en Rockdelux y trabaja en la dirección de videoclips.

