Literatura sudamericana

Para leer a Roberto Bolaño a cuatro manos: Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce

Publicada por primera vez en 1984, la novela Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce traía un experimento que por repetido no deja de ser curioso: una novela escrita a cuatro manos. En este caso, fueron Roberto Bolaño y el autor catalán A.G.Porta quienes dieron vida a una historia que coquetea con el policial y la novela negra, a la vez que sirve para ver un retrato de Barcelona en los años 80's

Por El Ciudadano Argentina

25/04/2018

Publicado en

Artes / Cultura / Literatura

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Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce

Si hay un autor que hizo de la literatura un ejercicio de cambio constante, ese es Roberto Bolaño. Con un costado lúdico en el oficio de escribir, el autor chileno experimentó en distintos formatos a lo largo de su vasta y exquisita obra. Uno de los ejemplos más resonantes, aunque quizás menos conocido, es el de la novela escrito a cuatro manos con el autor catalán A. G. Porta (Antonio García Porta): Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce.

Mucho se especuló sobre el cómo fue escrita esta novela, sobre todo si se tiene en cuenta la complejidad que puede causar escribir una historia entre dos personas. Ese mito lo alimentó en muchas ocasiones el propio Bolaño, quien en conferencias y entrevistas daba siempre una respuesta diferente. Si a eso se le suma la «mala memoria» que A. G. Porta dice tener en el prólogo a la última edición de este libro (Alfagura, 2018), parece que nunca fuéramos a obtener una respuesta. Sin embargo, eso no es así.

El propio escritor catalán, luego de tres décadas, devela el misterio en el prólogo a la edición que recupera la versión original de la novela, «con sus defectos y virtudes». Cuenta Porta que contó Bolaño en su momento: «Es una novela que escribí a dos manos con Toni García Porta. Él hizo un borrador y yo lo acabé. Nos divertimos mucho escribiéndola, sobre todo yo. Fue una época en la que trabajaba en una tienda y por las noches dormía allí mismo, no tenía televisión, no tenía radio, no tenía nada, y me ponía a escribir». 

Como resultado de ese ejercicio estético y literario, vio la luz una novela que coquetea con el género policial y el género negro, a la vez que sirve de un retrato de una ciudad tan diversa como Barcelona en la década de los 80’s. Allí, un escritor frustrado, fanático de Morrison y Joyce, conoce a una mujer sudamericana para forma una pareja un tanto disfuncional que vive de robar tiendas.

Aprovechándose de los medios y el clima de una sociedad que vive aturdida, esta suerte de Bonnie y Clyde actualizada da grandes golpes para conseguir dinero, pero nunca llegan a una situación sentimental y mental que logre por conformarlos. Bolaño y Porta logran en ese sentido algo complejo: humanizar a dos delincuentes que no tienen miedo en matar en caso de ser necesario.

A. G. Porta

La química entre ambos autores, además, dio como resultado el relato Diario de bar, un relato brutal que hace sentir escalofríos a quien lo lea, incluso el propio Porta lo señala en el prólogo anteriormente mencionado. Reunidos en un mismo libro, estos relatos muestran a un Roberto Bolaño quizás desconocido por muchos: el escritor que es capaz de dar rienda suelta a la imaginación y al oficio literario en compañía.

En ese sentido, tanto Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce, como Diario de bar, dejan ver elementos de un Bolaño temprano que luego causarían admiración en todo el mundo:  la capacidad de narrar de una forma que aparenta sencillez y fluidez, el registro epistolar y de diario personal como vehículo de una historia, los diálogos que parecen oídos en vez de leídos, o la capacidad de hablar de literatura en cualquier momento.

Esta reedición de ambas obras en un mismo volumen, refuerza un secreto a voces: pasarán los años y aún así viejos y nuevos lectores seguirán descubriendo aristas ocultas de Roberto Bolaño, un prisma tan brillante como necesario para la literatura.

Por Gustavo Yuste, desde Argentina
@gusyuste

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