¿Qué piensas del panorama actual del teatro en tu Chile?
Griffero: Yo pienso que el teatro chileno ha tenido un enorme desarrollo, esencialmente porque se ha transformado en una opción.Yo diría que antes la juventud chilena encontraba en la política un lugar donde manifestarse y expresarse. Hoy día, que la política ya no es el lugar en donde se expresan nuestros sueños, ni se habla de la muerte, del universo, ni de las visiones del futuro, el arte ha tomado ese lugar y eso ha sido inconsciente o conscientemente apropiado por las nuevas generaciones y por el teatro chileno y ha generado una gran variedad y diversidad en escritura dramática en puesta en escena, en lugares donde se habla. Por lo tanto encuentro que estamos en un excelente momento.
¿Cómo ve el panorama del teatro actual en el país y en qué lugar se siente más cómodo trabajando?
Kartun: Yo siempre dentro del panorama general del teatro, en el único lugar que me siento realmente cómodo es en el campo independiente. Tengo la sensación en que siempre existe un mal entendido en relación al teatro de Arte. El mal entendido viene de la hipótesis que el teatro de arte puede producirse en el marco de mecanismos o procedimientos que están absolutamente alejados del objetivo artístico. Me refiero naturalmente a cierta zona de lo comercial o a veces de lo mal entendidamente profesional que establece cierta hipótesis de rendimiento inmediato, donde las obras se montan casi en el sentido ecuestre. Hay que agarrarla, ponerte arriba y dominarla. Tenerle las riendas y montarlas en el menor cantidad de tiempo posible, como si el virtuosismo del artista tuviese que ver con que tan rápido consigue resultados.
A diferencia de eso el campo independiente lo que plantea es una búsqueda, investigación y continuamente la hipótesis de ir agrandando un perímetro de conocimiento, es lo que uno llama experimentar. Ahora para esto necesitas tiempo, una mística, una voluntad y ante todo una decisión de trabajar en un campo que nunca, en términos económicos, te va a permitir lo que te permiten los otros campos. Los otros te permiten ganar guita, pero te exigen trabajar en una hipótesis industrial de producción.
¿Cuál es el desarrollo que ha tenido la dramaturgia contemporánea chilena?
Griffero: Esencialmente yo creo que se está generando una dramaturgia que está muy relacionada con el arte escénico, es decir no es una dramaturgia que nace de la literatura, sino primero los dramaturgos de hoy son gente de teatro. Ya pasamos la época en la que el dramaturgo era un literato. Por lo tanto está muy relacionado con la estructura dramática y con la estructura de la puesta en escena y muy relacionado con poéticas de espacio contemporáneas. Por otro lado hay una dramaturgia coyuntural, de registro de lo que nos está sucediendo y que se está construyendo. Yo creo que es un fenómeno general de hablar más de nosotros y no es como antes que había un gran interés de mostrar dramaturgos europeos norteamericanos, etc. por que se han generado más autorías. Dentro de la globalización, el arte como anticuerpo a la globalización, el teatro ha asumido ese rol y habla desde nuestro espíritu.
¿Qué papel juegan los centros de formación en la generación de nuevos dramaturgos?
Kartun: A mí me parece que durante siglos, la dramaturgia no necesito de un campo de formación específica, porque el teatro es un monopolio, cualquier tipo que quería ver una historia tenía que ir al teatro. Por lo tanto la producción de teatro era tan alta, tan exigente que el dramaturgo se formaba en una sucesión de estrenos. Con la aparición del cine, luego de la televisión, el teatro va a parar a una zona extremadamente más limitada, ya no tiene esa posibilidad. Aparece como saludable reemplazo, la posibilidad de los talleres, las formaciones específicas, es decir, es una especie de lugar de aprendizaje en la práctica misma.
Acá en mi barrio, había una peluquería que se llamaba Academia Soli, entonces los tipos que querían ser peluqueros iban ahí y lo que tenían era la posibilidad de: por un lado aprender una técnica pero por el otro lado, vos pasabas por la calle y no tenias mucha guita, te metías ahí y te cortaban el pelo más o menos por un valor accesible. Entonces combinaban las dos cosas. Como no podías aprender en una peluquería, aprendes aquí. Pero como la única posibilidad que tienes de aprender también es hacer, necesitas alguien que siempre vaya a poner la cabeza para que puedas cortarle el pelo.
Los talleres son más o menos lo mismo, se hace una formación e inmediatamente los mandas a cortar cabezas. No tendría ningún sentido pensar -y yo soy un crítico acérrimo y feroz contra la formación académica- no tiene ningún sentido la formación académica y la actividad artística, si no estás cortando cabezas, sacando piojos, pelos sucios, si no tenes que luchar contra un remolino, si no tenes que cagar a palos a este voludo que te pide que le cortes de una manera contradictoria a tu propia hipótesis de cómo se hace. El autor se hace en la práctica, pero se forma en estos talleres.
¿Cómo ves la formación de los dramaturgos en Chile?
Griffero: Yo creo que se forman a través de una práctica, de una práctica escénica. Tenemos muchos dramaturgos directores, que por lo tanto, ya ven una estructura, una poética de espacio para su obra que conlleva un lenguaje escénico, por lo tanto esta unida la escritura con su forma de representación. Esencialmente se va desarrollando desde ese lugar, dramaturgos-directores, una línea que le da una identidad y una autoría a las obras. Lo interesante es que es una dramaturgia que genera como referente la misma dramaturgia chilena; ya no es como antes, de hecho creo que nadie sabe cuál es el ultimo dramaturgo italiano, ni lo que se está estrenando en Roma, ni cuál es el dramaturgo polaco; por lo tanto no son los modelos que se están siguiendo, más que los modelos que se están gestando en nuestro propio territorio.
En relación al Encuentro de Dramaturgia del Corredor. ¿Qué piensa de que sea dirigido a los estudiantes?
Kartun: Hay un fenómeno muy curioso y es que cuando yo empecé a estudiar teatro en los setenta, la institución más fuerte que de alguna manera determinaba la formación, era la Asociación de Estudiantes de Teatro. Esta Asociación, definitivamente politizada, organizada, con una cantidad notable de miembros, organizaba desde una zona reflexiva hasta una propia zona formadora muy económica, donde ellos contrataban a algunos profesores para que pudiesen dar, con fondos propios, cursos a valores extremadamente accesibles. Con la desaparición de eso, por la dictadura naturalmente, toda posibilidad de reunión desapareció y si había una que yo extrañaba profundamente era la Agrupación de los Estudiantes de Teatro. A mí me parece, que venir a cumplir esta función, que el Corredor se plantee como hipótesis, la reunión de estudiantes de teatro, en este caso Chilenos y Argentinos a partir del Encuentro de Dramaturgia, mas todas las que se puedan organizar, mas la propia organización interna de los estudiantes, en centros de estudiantes que tengan una actividad o que creen una asociación, a mi me parece que cambian el destino del teatro. Además es el único espacio en el cual alumnos de distintos maestros pueden comparar, corroborar, compartir y socializar lo que saben, lo que creen y lo que necesitan. En ese sentido, como siempre hacen falta algunas condiciones sociales para que las cosas sucedan, las cosas no suceden simplemente por una voluntad individual, pero si las condiciones se dan y esto se transforma efectivamente en una entidad de peso, a mi me parece que con el paso del tiempo, inevitablemente se transforma en un palanca que mueve algo y que cambia.
¿Qué influencia crees que tienen los sistemas políticos actuales en la creación dramatúrgica?
Griffero: La gran diferencia que hay ahora es la diferencia entre arte y política. En el siglo 20 la política y el arte estaban unidos, porque la política hablaba de utopías, imaginario, de sueños, que le encanta al arte. Por lo tanto había arte comunista, arte fascista, arte anarquista y el arte era promotor de la política, por lo tanto era un arte político. Hoy día estamos en la política del arte, que es completamente diferente. El arte asume hablar de lo que ya la política no habla; porque la política se volvió administrativa en todos los países en occidente, administra lo que hay y tiene diferentes maneras de cómo administrar, diferentes visiones de su administración, pero nadie está proponiendo otro mundo. En cambio la política del arte si queda con la misión -y ahí está lo complejo- de proponer las ficciones del mañana, hablar ya de lo que la política no habla. Yo creo que esa es la gran separación, si antes existía un arte político, hoy día una política del arte. Eso está en proceso de construcción, que lo logre o no lo logre, no sé. Pero si hay un antecedente. La democracia, el concepto social de democracia que vivimos ya hace más 500 años, fue construido por el renacimiento a través del arte, el arte fue el que generó la idea democracia y después fue la política la que tomo esa ficción, entonces anda a saber tu lo que puede surgir ahora.
¿Qué piensa de que se establezcan redes de intercambio en este momento y que haya un “mover” de fronteras?
Kartun: -A mi me parece que todo lo que vincule cultura latinoamericana, cumple una función reparadora, entre otras cosas, porque la cultura Latinoamericana en algún momento tuvo una relación inseparable, fragmentada naturalmente por el fenómeno de la conquista. No solamente impuso su filosofía, su ideología, sino que también de alguna manera modifico los idiomas, rompió vínculos, deshizo cosas, armos fronteras y deshizo otras que ya existían. Todo lo que sea volver a vincularse a mí me parece que es extremadamente reparador, no porque yo crea en cierto anacrónico de regreso al origen,“vamos a volver a hablar entre los incas y los tehuelches” no. No se trata de ponerse estúpidamente indigenista, si no, de volver a pensarnos como continente, como unión, volver a pensar que cosas en común tenemos, que podemos dejarle al futuro por encima de nuestras pequeñas rencillas producidas una vez más por el pensamiento colonial, no por el pensamiento americano. Entonces, vincularse con Chile y con cualquier país latinoamericano, hacer cruces, traer y llevar, mezclarnos a mí me parece que de alguna manera nos devuelve una salud natural y con esa salud natural, todo el teatro gana.
¿Qué opinas de lo que se está generando en términos de dramaturgia en Latinoamérica?
Griffero: Hay mucho trabajo que no está visibilizado, porque la globalización actual globaliza el arte de mercado o la cultura de mercado. Entonces estamos muy al tanto de la cultura de mercado de los países colindantes, pero no sabemos nada del arte. En una sociedad de mercado que solamente difunde el arte de mercado, una sociedad donde ya la política no es transmisora de los espacios artísticos. Cuando la política tampoco es el espacio de difusión de las manifestaciones artísticas y los sistemas mediáticos menos, quedamos bastante aislados. El arte vuelve a ser un lugar de resistencia y como lugar de resistencia está bastante poco visible en todos los países de América Latina y por lo tanto nos queda mucho más lejano que en épocas de no globalización donde si el arte era un vehiculó que fluía más rápidamente. La cultura de izquierda implicaba un arte de izquierda y todas las culturas de izquierda de diferentes países promovían este arte de izquierda, entonces ahí se conocía a Brecht, a Genet, todos correspondían a una cierta ideología y era canales de transmisión, esos canales ya no existen. Al ser el arte más autónomo, porque ya es política del arte, esta autonomía lo hace menos visible y esperemos que a través de este encuentro que están realizando ustedes aparezca esa visibilidad.
¿Podemos invitar a la gente al Encuentro de Dramaturgia del Corredor?
Kartun: -Termino invitando a este Encuentro Latinoamericano de Dramaturgia Estudiantil, a mi me parece que este proyecto del Corredor, como decíamos antes es uno de esos proyectos que puede ser palanca, que puede cambiar. Me parece además que es una demostración de cómo, con pocos recursos, trabajando con algo extremadamente sencillo, aprovechando la energía de las redes sociales, de la difusión, podemos hacer aquello que tradicionalmente, las instituciones que deberían hacerlo no se encargan de ponerle el cuerpo.