Cultura

Serás lo que elijas ser o no serás nada: los dolores del niño que soñaba con ser mujer

«Nunca estuve segura sobre qué significa ser una mujer, siempre me resistí a los roles tradicionales, así que me entendía con Gil y la ayudé a cumplir su fantasía. [...]. Es como romper con todo aquello sobre lo que creciste, para dar con un básico estado de caos, sin saber nada, incluso sin saber quién sos».

Por Lucio V. Pinedo

04/09/2015

Publicado en

Fotografía

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Una fotógrafa israelí, radicada en EE.UU., registró el proceso de transformación de su hermano en una mujer y, luego, su cambio en varón de nuevo. Se llaman Rona y Gil Yefman. A través de sus fotos, cuentan una historia de vida singular y subversiva, en una sociedad paradójica, donde te sancionan si no tenés identificación, pero te agradecen que no tengas identidad.

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Gil, a la izquierda, y Yefman, a la derecha, quien explicó: «Esta foto fue tomada alrededor del 2001, en el jardín, mientras nuestros padres estaban de vacaciones. Por lo que recuerdo, por el aburrimiento, espontáneamente, nos desvestimos y nos saqué fotos bajo el árbol de naranjas —nuestro lugar favorito—. La imagen fue tomada con un disparador de cable, que está escondido bajo mis pies».

Nacida en Israel, artista residente en Nueva York, Rona Yefman disfruta de coquetear con la línea entre la realidad y la fantasía. A mediados de los años 90, su hermano más joven, Gil, se convirtió en su musa: la fotógrafa se embarcó en una documentación de la adolescencia única de Gil, a través de un período de lucha y fortalecimiento para ambos.

Al emigrar de la zona de conflicto en que nacieron, los hermanos crearon un mundo privado, sostenido en disfraces y juegos psicológicos. En la medida en que rechazaron las normas sociales y familiares, se volvieron una versión real de los hermanos de la infausta historia de pasión y veneno de Jean Cocteau, Les Enfants Terribles. El proyecto de Yefman, Let it Bleed, abarca 14 años. Incluye una mirada íntima a la transformación sexual de Gil en una mujer y su eventual reconversión en varón.

Yefman comentó lo siguiente: «Let It Bleed, en gran parte, se trata de vínculos, de la invención de uno mismo en el mundo y de no aceptar la realidad en la que sentís que no encajás. Se trata de la dificultad de crecer. Cuando sos joven, te sentís muy confundido, porque no estás seguro, exactamente, de lo que estás haciendo o cómo te va a salir. Yo aprendí de Gil que eso no importa, si todavía se puede bailar y jugar y estar juntos».

La fotógrafa, asimismo, sostuvo: «Creamos un mundo de fantasía que devino la realidad de nuestra existencia. La cámara es una muy buena herramienta para el conocimiento de sí mismo, y por medio de las fotos, nos fuimos descubriendo, creando personajes y contando una historia. Buscábamos crear una tensión entre el espectador y la imagen, porque, más allá de que esta es una representación de nuestras vidas privadas, tiene que ver también con la imaginación y la mente del espectador».

Por último, Yefman agregó «Nunca estuve segura sobre qué significa ser una mujer, siempre me resistí a los roles tradicionales, así que me entendía con Gil y la ayudé a cumplir su fantasía. Pero el proceso de transformación no sucede en un día, tenés que atravesarlo. Es como romper con todo aquello sobre lo que creciste, para dar con un básico estado de caos, sin saber nada, incluso sin saber quién sos».

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