Murió la vieja: pero una vieja buena

Mientras gran parte del país está dividido por celebrar o no la muerte de Lucía Hiriart, la esposa del ex dictador y genocida Augusto Pinochet, sorprende la muerte de la elegante Julita Astaburuaga. La mediática socialité, hija de Jorge Astaburuaga Lyon y de Helena Larraín Velasco dejó de existir según confirmaron sus cercanos.

A pesar de formar parte de una familia de origen vasco tradicional y conservadora, arruinada desde el suicidio de su abuelo, se las arregló para ser una persona de mente abierta y caritativa. Madre del destacado poeta nacional Diego Maquieira, se caracterizó por su postura flexible ante temas como el aborto y los homosexuales, contraria a las demás personas de su clase.

Casada con el diplomático Fernando Maquieira, su vida se desarrolló aparte de Chile en Nueva York, debido al trabajo diplomático de su esposo, pero vuelve a Chile en los años 70 para ser parte del directorio de los Amigos del Teatro Municipal. Pero no se hizo mediáticamente conocida hasta comenzar a aparecer en los programas televisivos junto a su amiga Mary Rose Mc Gill, hablando de cuanta alfombra roja tuviera por delante entre el champagne, los flashes y los micrófonos.

Quedará en nosotros de su vida que se apagó luchando contra el cáncer de páncreas, un buen y bello recuerdo, de una señora aristocrática que hasta fue modelo para un whiskey, la que si bien pasó años duros, supo sobreponerse y tratar de ser un aporte en esta sociedad.