Electrozombies: Un paralizante agujero negro

Con varios registros dando vueltas y muchos años de ruido en el cuerpo de sus integrantes, Electrozombies se alza como una de las más particulares propuestas musicales que, con raíces en el metal, ha proyectado su cadencia hasta el punk, tirando a la basura a satán y sus emisarios en la Tierra, para ocupar su […]

Por Cristobal Cornejo

04/12/2011

Publicado en

Artes / Música

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Con varios registros dando vueltas y muchos años de ruido en el cuerpo de sus integrantes, Electrozombies se alza como una de las más particulares propuestas musicales que, con raíces en el metal, ha proyectado su cadencia hasta el punk, tirando a la basura a satán y sus emisarios en la Tierra, para ocupar su energía en colaborar con el sabotaje sonoro a las cúpulas del poder.

Electrozombies es un trío formado en 2002 por Paola Zamorano (batería), Marcela Zamorano (bajo) y Miguel Ángel Montenegro (guitarra, voz). Este último -el “Comegato”- es un viejo conocido en las pistas rockeras locales: Participó en la seminal banda metalera Necrosis, luego hizo escuela con Supersordo y bajó las revoluciones en Yajaira. En su haber se acumulan años de experiencia y autogestión, lo que sumado a su constante búsqueda estética y la insuperable compañía que hoy tiene, hacen de Electrozombies un nombre ineludible en los vericuetos sonoros nacionales.

Desde sus dos demos iniciales (2005, CFA; 2006, Proyecto Sepulcro) hasta su álbum de larga duración “He visto” (2008, Odio Sonoro/Masapunk/Proyecto Sepulcro), los territorios por los que ha circulado el trío han ido desde un doom metal limpio, de inspiración ochentena, con letras oscuras y un tono bastante más grave, hasta un metal pantanoso (sludge), que matizado con quiebres rítmicos crust, generan una atmósfera opresiva de la que no se sale fácilmente.

Es decir, su sonido ha integrado un amplio espectro de influencias que van desde Saint Vitus a Venom, pasando por Doom y Melvins (de hecho en “He visto” hay una versión de “Countess Bathory” de Venom y de “Police Bastard” de Doom).

Si ya habían demostrado vocación lenta y pesada con “Eterno Retorno”, “La virgen que llora sangre” (notable ejercicio de imaginería metalera apocalíptica)  o “Antártica”, con el disco de 2008, encontraron más claramente un concepto sonoro: “En nuestra evolución -o involución- más que agregar elementos o adornos, preferimos quitarlos, para lograr algo simple y directo, escarbando hacia la médula del hueso… básicamente le agregamos más ají a la cazuela”, explica el trío.

Con una producción más acabada, y con el cambio de voces limpias a guturales y líricas bilingües, “He visto” profundiza en la búsqueda de un sonido y en la orientación combativa del grupo. Títulos como “Brutal explotación capitalista”, “Consumidos por el consumo” o “Y tú, ¿de qué lado estás?”, denotan un afán crítico, lo que se complementa con la intromisión de pasajes veloces de inspiración crust, variedad enraizada en el hardcore punk, más pesado que éste, y de inspiración catastrófica en sus temáticas.

En vivo, Electrozombies suele ser una experiencia intensa. Además de la formación -aún nefastamente excepcional en un contexto rockero donde también se refleja el patriarcado-, el aire contaminado a punta de big muff, acoples, drones, feedback y momentos de tensión en agujeros negros, brinda una confortable sensación de suspensión temporal que puede llevar a imaginarla como banda sonora del derrumbe de la civilización o a evocar el terremoto.

Aunque los auditores de metal suelen concentrarse en estilos más rápidos y técnicos (death, black, thrash, heavy y sus variedades), Electrozombies reconoce en el doom metal clásico una de sus bases: “Nos gusta mucho, con su lentitud y densidad, pero también disfrutamos haciendo el contraste total, el polo opuesto, agregando temas y partes rápidas y agresivas en nuestras canciones. Así no se nos hace aburrido”, explican.

Otro elemento particular de la banda es su transversalidad a la hora de tocar. De hecho, es bastante más común verlos compartiendo escenario con grupos anarcopunk o noise que en tocatas metaleras. Una explicación de esto puede ser la tradición que cargan sus integrantes, dado que en los ’90 era bien común que ocurrieran tocatas donde convivían grupos de distintos estilos, diferente a la atomización ocurrida en la última década.

“Sí, la verdad nunca hemos pertenecido ni participado en la pseudo escena metalera actual… por lo menos a sus tocatas nunca nos han invitado. Estamos mucho más cerca del metal-punk under, por la forma de cómo entendemos esto: ‘Hazlo tú mismo’”, aclara Comegato.

En relación a esta “escena” metalera y al metal en Chile, concuerdan en no encontrar muchas diferencias con el metal que se hace en el resto del mundo. “Ahora hay más acceso a conocer muchísimas bandas y saber cómo están sonado; antes había un montón de diferencias, no habían ni siquiera instrumentos para tocar… nada”, afirma.

“Lo que he notado después de hacer cuatro giras europeas durante los últimos años, es que el metal que se hace en Chile y en Latinoamérica, en general, tiene características especiales por ser el reflejo de nuestro estado socio cultural: Semi primitivo, pobre y tercermundista…  es más rabioso, más aguerrido, apasionado, se toca con más mierda. Algo queda todavía de cuando el metal era rebelde y peligroso para la sociedad”, comenta el vocalista.

Respecto a la presencia de un discurso y práctica política en el metal, Montenegro opina que depende del camino que cada banda elija. “Si quieres salir en MTV, tocar en clubes caros, telonear bandas internacionales en grandes recitales, hacer video clips, es una opción; pero a través de esa opción el cambio social, compromiso con éste o, por lo menos, crear contracultura, me parece nulo. Otro camino es crear y apoyar tu propia escena musical underground autogestionada”.

En un juego común, les pregunto por seis discos que, en conjunto, hayan “marcado sus vidas”. Tres clásicos y tres nuevos. Respuesta: “Hear noting, see nothing, say nothing” (1982), de Discharge; “Mental Funeral” (1991,) de Autopsy y “Reign in Blood” (1986), de Slayer, por el lado de los clásicos.

Por los nuevos, mencionan el LP compartido de las bandas C-utter y Dead Peni; “Renaces de la miseria” (2009), de la banda nacional Sangría, y “Tomb of  internal Winter” (2006) de Lazarus Blackstar.

Electrozombies, además, editó en 2008 un LP (vinilo) compartido con la banda española C-utter, por el sello Fuck the Bastards; y en 2009 otro CD y LP compartido con la banda alemana Hellborn Messiah, editado por Odio Sonoro, y un DVD en vivo, por Proyecto Sepulcro.

Actualmente están terminando de grabar un nuevo disco.

Por Cristóbal Cornejo G.

El Ciudadano

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