Isadora Duncan: una artista irreverente inmortalizada en la voz de Celia Cruz

A 142 años de su nacimiento

Por Félix Eduardo Gutiérrez

27/05/2019

Publicado en

Artes / Danza / Música

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Bailaba descalza, con una túnica y sin maquillaje, hábitos que no agradaban a los críticos de la época


Isadora Duncan, reconocida bailarina y coreógrafa estadounidense, fue inmortalizada por su arte sin igual, pero también por un tema que en su homenaje escribiera el compositor puertorriqueño Catalino “Tite” Curet Alonso y que interpretara con maestría la cubana Celia Cruz.

«Isadora formó la liberación, Isadora Duncan leyenda que no murió…», dice la estrofa de la famosa canción sobre Ángela Isadora Duncan, quien nació el 26 de mayo de 1877 en San Francisco, California. Los críticos de su época no soportaban ver a esta mujer irreverente que bailaba descalza, con una túnica y sin maquillaje, aunque llegaron a admitir que en su danza había un arte original y apasionado.

Sabían que Duncan era dueña de un estilo de danza completamente nuevo que rompía con la rigidez del ballet clásico, señalan los datos de la bailarina disponibles en el portal ciudaddeladanza.com.

Los críticos de su época no soportaban ver a esta mujer irreverente que bailaba descalza, con una túnica y sin maquillaje, aunque llegaron a admitir que en su danza había un arte original y apasionado. Foto: Ciudaddeladanza.com.

Cuentan los biógrafos de la artista que luego de que sus padres se divorciaron en 1880, la madre de Isadora se trasladó con sus cuatro hijos a Oakland, donde se trabajó como profesora de piano y educó a sus hijos cultivando su amor por la literatura, de autores como William Shakespeare, Robert Browning, Percy Shelley y Charles Dickens entre otros.

En sus primeros años, la pequeña Isadora asistió a la escuela, a los nueve tomó clases de ballet y a los 10 decidió que la escuela era muy sofocante por lo que se convirtió en una estudiante autodidacta en la biblioteca pública de Oakland bajo la dirección de la poeta Ina Coolbrith.

En 1895, con un apetito voraz por el arte y la vida, Isadora viajó primero a Chicago, y luego a Nueva York y años más tarde, en 1899, se trasladó a Europa para continuar el desarrollo de su arte, por lo que se estableció en escuelas cerca de Berlín (1904), París (1914) y Moscú (1921).

Luego de ese período de formación, el baile de Duncan se caracterizó por movimientos libres y fluidos enmarcados en la máxima expresión emocional interna. Isadora estaba convencida de que no era su cuerpo el que bailaba, sino su esencia, su alma, su interior.

Duncan era dueña de un estilo de danza completamente nuevo que rompía con la rigidez del ballet clásico. Imagen: Salserísimo.

Una vez que su estilo influyó a diversos coreógrafos, tales como Michel Fokine, Ruth St Denis y Ted Shawn, Duncan fundó compañías de danza en varios países europeos, incluyendo Alemania, Francia y Rusia, y tuvo como alumnas a Martha Graham y Mary Wigham.

En el ámbito personal, la bailarina tuvo un hijo con el productor Gordon Craig y uno con el magnate de las máquinas de coser Paris Singer, sin embargo ambos hijos murieron en un accidente automovilístico en 1913.

Tiempo después, en 1922, contrajo matrimonio con el poeta ruso Sergei Esenin, de quien se separó más tarde.

A finales de 1924, Isadora, ya divorciada, abandonó la Unión Soviética. Un año más tarde supo, por la noticia publicada en los periódicos, que su exmarido se había quitado la vida.

Isadora Duncan (1877-1927). Imagen: Salserísimo.

De regreso, trató que los empresarios capitalistas financiaran sus proyectos, pero no parecieron entusiasmarse. Además, sus opiniones ateas, su actitud favorable hacia la Revolución Rusa y su evidente aceptación del amor libre no eran cualidades que la opinión pública occidental, a la defensiva después de la eclosión comunista, valorase positivamente, menciona su perfil publicado en el sitio biografiasyvidas.com.

No obstante, Duncan decidió volver a los escenarios y ofreció una serie de recitales que resultaron un fracaso por lo que se refugió en Niza, donde terminó su autobiografía y preparó “El arte de la danza”, libro en el que pretendía ofrecer una síntesis de sus enseñanzas.

Se encontraba absorta en esta tarea cuando, el 14 de septiembre de 1927, decidió tomarse un respiro y dar un paseo en su Bugatti, donde tuvo lugar un dramático accidente que le quitó la vida.

Viajaba en automóvil y recorría veloz la Promenade des Anglais: su largo chal rojo, el mismo que había agitado ante la multitud que la esperaba a su regreso de la Unión Soviética, se enredó en los radios de una de las ruedas posteriores del carro e Isadora no pudo liberarse por lo que murió estrangulada.

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