O’Higgins frente a su verdadera decisión

El miedo no es argumento

No es solo un debate sobre políticas públicas. Es una disputa entre pensar y reaccionar. Entre informarse o aceptar sin filtro lo que entrega la pantalla. Entre una ciudadanía que decide desde la evidencia y otra atrapada en un ecosistema que prefiere producir miedo antes que claridad.

El miedo no es argumento

Autor: El Ciudadano

Por Ivo Castillo Osorio

En la Región de O’Higgins los temores no se construyen desde eslóganes, sino desde la experiencia diaria: el agua que escasea, las pensiones que no alcanzan, el trabajo temporal que define la vida rural y la inseguridad que altera la rutina de miles de familias. Por eso la caricatura del “comunismo” funciona menos de lo que ciertos sectores creen. No es un miedo auténtico. Es un miedo útil. Útil porque impide discutir lo que realmente está en juego: dos modelos de país que ofrecen respuestas radicalmente distintas a las necesidades de esta región.

La candidatura de Jeannette Jara ha sido convertida por redes sociales y propaganda en una caricatura fácil. Pero su trayectoria indica lo contrario. Ha demostrado ser una dirigente pragmática, capaz de negociar en escenarios complejos. La reforma previsional que condujo no fue la fantasía estatista que algunos repiten, sino un proyecto mixto que combinó solidaridad con ahorro individual, poniendo en el centro algo que en O’Higgins es urgente: la dignidad en la vejez, especialmente para quienes trabajaron toda su vida en el campo, en frutales o en labores que nunca ofrecieron estabilidad.

El contraste con José Antonio Kast se vuelve evidente cuando se revisa su programa. Propone cerrar el Ministerio del Medio Ambiente en plena crisis hídrica1 y eliminar el Ministerio de la Mujer2 en una región donde la violencia de género y las brechas laborales todavía golpean con fuerza. Plantea retrocesos laborales, como volver atrás en la jornada de cuarenta horas y flexibilizar normas que afectarían directamente a temporeros y trabajadoras agrícolas3. Y conserva intacta la lógica previsional dominada por las AFP4, que en O’Higgins ha condenado a miles a jubilaciones insuficientes. Es un modelo que promete orden5 mientras reduce el Estado al mínimo en los territorios que justamente necesitan un Estado robusto para equilibrar desigualdades estructurales6.

La propuesta de Jara, en cambio, no se funda en dogmas. Su visión apunta a un Estado que acompaña, no que abandona; que protege en vez de delegar; que se hace cargo de la seguridad entendida como una mezcla de control territorial, prevención social e inversión pública. Eso es especialmente relevante en zonas rurales donde la presencia estatal —en salud, educación, seguridad y transporte— no es ideológica: es vital.

Sin embargo, esta elección no se juega solo en las páginas de los programas. Se juega también en la conversación pública, cada vez más distorsionada por los algoritmos. Lo vemos en lo cotidiano. Lo ves tú. Lo vivo yo. Amigos y familiares que repiten con convicción frases que vieron en reels o TikToks editados; burlas sobre supuestos dichos de Jara acerca de “tratar con amor a los delincuentes”, sacados de contexto o directamente fabricados; afirmaciones de que “no sabe nada”, instaladas no por análisis, sino por repetición. Es el nuevo paisaje cultural: certezas instantáneas sin evidencia, opiniones prefabricadas sin reflexión, convicciones moldeadas por contenidos diseñados para provocar rabia, no comprensión.

Y es ahí donde esta elección adquiere otra dimensión. No es solo un debate sobre políticas públicas. Es una disputa entre pensar y reaccionar. Entre informarse o aceptar sin filtro lo que entrega la pantalla. Entre una ciudadanía que decide desde la evidencia y otra atrapada en un ecosistema que prefiere producir miedo antes que claridad.

Por eso O’Higgins enfrenta una decisión más profunda de lo que parece. No es entre comunismo y libertad, porque ese binomio es falso. Es entre retroceder hacia un Estado que cede sus herramientas estratégicas —en agua, en derechos laborales, en instituciones de protección— o avanzar hacia uno que se moderniza para responder a las necesidades reales del territorio. Es entre un proyecto que reduce seguridades y otro que intenta ampliarlas. Es, finalmente, entre elegir desde el miedo o elegir desde la realidad.

En tiempos en que la mentira viaja más rápido que cualquier argumento, la política vuelve a su principio básico: distinguir lo cierto de lo conveniente. Y cuando uno observa la vida en esta región, su historia, sus urgencias y sus desigualdades, queda claro que el futuro no puede construirse desde caricaturas. Debe construirse desde lo que O’Higgins necesita para vivir con dignidad en un país que, esta vez, no la deje atrás.

Por Ivo Castillo Osorio

Administrador Público

Notas

  1. Eliminación del Ministerio del Medio Ambiente. Programa Presidencial José Antonio Kast, pp. 4–6. ↩︎
  2. Eliminación o fusión del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género. Programa Presidencial José Antonio Kast, pp. 4–6. ↩︎
  3. Retroceso en la jornada laboral de 40 horas y revisión de regulaciones que “aumentan costos”. Programa Presidencial José Antonio Kast, pp. 9–11. ↩︎
  4. Defensa del sistema de AFP y rechazo a un sistema solidario. Programa Presidencial José Antonio Kast, pp. 10–12. ↩︎
  5. Enfoque de seguridad basado principalmente en militarización y orden público. Programa Presidencial José Antonio Kast, pp. 7–8. ↩︎
  6. Reducción del Estado, eliminación o fusión de ministerios y servicios. Programa Presidencial José Antonio Kast, pp. 4–6. ↩︎

Las expresiones emitidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de su autor(a) y no representan necesariamente las opiniones de El Ciudadano.

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