Por Carla Burgos Escobar

La guerra de Arauco duró casi tres siglos, entre 1536 y 1818. Fueron casi 300 años de mucho sufrimiento de nuestro pueblo mapuche. Desde aquel entonces han transcurrido 489 años, es decir casi 500 años, cinco siglos, donde se inicia y lamentablemente por instinto de supervivencia, se normaliza en Chile el abuso en todas sus formas.
Nuestro amado pueblo mapuche en ese periodo tuvo que soportar distintos tipos de abuso, de partida la esclavitud, el despojo de sus tierras, incluyendo la destrucción de sus cultivos y forma de vida, la violencia física, psicológica y especialmente dirigida hacia las mujeres, y ahí mi análisis empieza a tener enfoque de género, ya que los abusos que sufrieron las mujeres mapuche no se limitaron a una sola forma de violencia, sino que se manifestaron en múltiples niveles y contextos (Cito textual de la web):
Abusos cometidos por los españoles y sus aliados:
Violencia física y sexual: Las mujeres mapuche fueron sometidas a torturas, mutilaciones y agresiones sexuales, tanto por parte de soldados españoles como de sus propios cautivos (indígenas aliados de los españoles).
Esclavitud y cautiverio: Muchas mujeres fueron tomadas como esclavas o cautivas por los españoles, sufriendo trabajos forzados y siendo sometidas a la voluntad de sus captores.
Despojo territorial y desarraigo: La guerra provocó la pérdida de territorios mapuche, obligando a las mujeres a abandonar sus hogares, familias y formas de vida tradicionales.
Violación de matrimonios y familias: Las mujeres fueron obligadas a contraer matrimonios con españoles o indígenas aliados, en contra de su voluntad, y separadas de sus familias.
Abusos cometidos dentro de las comunidades mapuche:
Violencia doméstica: La guerra y la tensión social resultante exacerbaron los conflictos familiares, incluyendo la violencia doméstica contra las mujeres.
Celos y resentimiento: Las mujeres mapuche a menudo expresaban celos y resentimiento hacia las mujeres españolas cautivas, llegando incluso a maltratarlas y, en algunos casos, a causarles la muerte.
Discriminación y marginación: Las mujeres mapuche, tanto dentro como fuera de sus comunidades, enfrentaron discriminación y marginación por su género y su origen étnico.
Muchas de nuestras ancestras lograron sobrevivir gracias a su silencio; por desgracia esa forma de resistencia quedó en la memoria colectiva; con pena escribo que heredamos la cultura del abuso, obviamente no es culpa de ellas, ellas fueron víctimas del abuso no sólo físico, sino emocional, psicológico, sexual y esto nos convirtió en ciudadanos que de manera inconsciente normalizamos el abuso en todos los ámbitos de la vida, pero una vez dicho esto, la situación se vuelve consciente y por lo tanto comienza el trabajo de sanación, que sí o sí, conlleva un proceso de reparación, por ello es necesario intervenir de manera amable a nuestras ancentras, por todo el dolor que han cargado hasta la fecha, porque todavía el pueblo mapuche es vulnerado, ahora no por los españoles, sino por políticos corruptos, personas que están al servicio de la acumulación de riquezas, por tanto, poder, de la clase empresarial de este país, personas que están a favor del extractivismo, del capitalismo salvaje, que jamás han comprendido ni mucho menos respetado la cosmovisión de nuestro pueblo originario mapuche, que sólo ha buscado la armonía de la naturaleza, la paz entre especies y el buen vivir entre las personas.
Llevamos casi 500 años replicando el modelo de abuso de los españoles hacia el pueblo mapuche, hacia la sociedad en general porque han salido al descubierto cientos de casos de corrupción; como ciudadanos debemos saber que estas malas prácticas afectan nuestra democracia, nuestros derechos, la integridad de la administración pública, el desarrollo no sólo económico sino también social, porque se va perdiendo la legitimidad de las personas y las instituciones que, se supone, son los representantes del Estado.
Por eso hago un llamado de consciencia; para combatir la corrupción necesitamos prevenir el abuso en todas las esferas de la sociedad, especialmente en las infancias, desde la familia, desde el sistema escolar, para que los niños, niñas y adolescentes crezcan con una visión de mundo más amoroso y justo, muchos dirán que suena hippie, pero la familia es el sistema básico, el núcleo inicial de toda sociedad.
Posterior a las infancias, vienen las intervenciones con las comunidades; normalizamos vivir en entornos inseguros, insalubres, y, para revertir esa situación, se debe dar valor al aumento de la calidad de vida que otorga la vida comunitaria, ya que proporciona un entorno amigable, seguro, con menos estrés, diverso, participativo, con un enfoque cooperativista y con sentido de pertenencia. Mientras estemos encerrados en nuestras casas sintiendo que todo es inseguro, le daremos pie a una sociedad más apática, individualista, consumista y, finalmente, alienada, y eso sí que es peligroso, porque mientras más distanciamiento, desconexión o falta de identificación con el sistema político, sus instituciones y procesos tengamos, menos participación política poseeremos y eso nos volverá sujetos pasivos de procesos sociales relevantes.
Por todo lo dicho anteriormente, mi llamado es a no seguir normalizando el abuso en todas sus esferas, priorizar el bienestar; para ello es crucial elegir cargos políticos con consciencia de clase, con soberanía; recuerden que la constitución se puede cambiar, las leyes no son perpetuas, hay que irlas adaptando de acuerdo a lo que el pueblo va necesitando, el derecho es flexible y depende de la voluntad popular; podemos sumar democracia retornando a los cabildos, a las asambleas populares, tenemos derecho a opinar sobre nuestra ciudad, nuestra región, nuestro país, no toleremos más la cultura del abuso, no permitamos más la impunidad de abusadores, corruptos y violentos en cargos de poder en instituciones públicas que han desfalcado el Estado de Chile, se han robado el dinero de todos los chilenos y extranjeros que habitan este territorio; dejemos la xenofobia de lado porque nuestros hermanos latinoamericanos, que por motivos políticos tuvieron que migrar de su país, también aportan riqueza cultural y fuerza de trabajo a nuestro país; no repitamos la historia de discriminación racial que tuvo el pueblo español con nuestro pueblo mapuche; no normalicemos el abuso por favor.
Por Carla Burgos Escobar
Poeta. Licenciada en Trabajo Social.
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