Informe de la BBC de Londres

Los macabros detalles de Colonia Dignidad que escondían los archivos recién desclasificados por Alemania

Colonia Dignidad es una mancha indigna en la historia chilena, una comuna agraria de alemanes fundada por un exmilitar nazi; una secta que durante décadas, mediante el encierro y el adoctrinamiento, creó "robots" humanos, un sitio donde se abusó sexualmente de decenas de menores

Por Patricio Araya

22/07/2016

Publicado en

Chile

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_90383458_ap_050311017193«Por un periodo de tiempo indeterminado fui sometido a tortura con electroshock durante la cual perdí varias veces el conocimiento. Las preguntas eran respecto a mi militancia […] y otros opositores al régimen de Pinochet.

«En un momento recuerdo volver en mí y escuchar cerca de mi oído la voz de un hombre amenazando con apretar el gatillo si yo no hablaba […] Sentí la boca del cañón del arma sobre mi sien izquierda y […] escuché el ‘click’ de un arma al ser gatillada sin un proyectil…».

Testimonios como el de este hombre sometido a tormentos con los ojos vendados en Colonia Dignidad, el enclave fundado por nazis en Chile en 1961, según revela un informe de la BBC, forman parte de miles de documentos diplomáticos que acaban de ser desclasificados por la Cancillería de Alemania, a los que tuvo acceso BBC Mundo.

Sobre Colonia Dignidad se ha dicho y escrito mucho, pero estos archivos revelannumerosos detalles —varios de ellos hasta ahora desconocidos— y confirman otros sobre las operaciones en su interior y las atrocidades cometidas por sus líderes.

Arrojan nueva luz sobre su estrecha colaboración con la DINA (la policía secreta de Augusto Pinochet), a la que «entrenó para que fuera brutal» y supuestamente dio apoyo técnico en construcciones subterráneas y comunicaciones.

Y también sobre el origen de los «incalculables» recursos financieros del reducto; su «notorio» arsenal de pistolas, ametralladoras y granadas, y su grado de influencia en los círculos de poder en Chile y Alemania.

Colonia Dignidad es una mancha indigna en la historia chilena, una comuna agraria de alemanes fundada por un exmilitar nazi; una secta que durante décadas, mediante el encierro y el adoctrinamiento, creó «robots» humanos, un sitio donde se abusó sexualmente de decenas de menores y en cuyo hospital se administraron psicofármacos ilegales y se aplicaron electroshocks a miembros de la comunidad.

Finalmente, un centro clandestino de detención y torturas tras el golpe de Pinochet contra el presidente socialista Salvador Allende en 1973.

Todo eso era la Sociedad Benefactora y Educacional Dignidad que creó y lideró cerca de la ciudad de Parral, a unos 350 kilómetros al sur de Santiago, un siniestro personaje ya fallecido: Paul Schäfer, alias «el profesor», médico del Wehrmachtdurante la Segunda Guerra Mundial.

Pero los archivos desclasificados también muestran que el reducto fue un episodio indigno en la política internacional.

Dejan en falta al gobierno de Alemania, ya que durante la segunda mitad de la década del 70 y principios de los 80, cuando se denunciaron los peores abusos de los derechos humanos en la Colonia, el gobierno que en aquel momento tenía sede en Bonn no hizo lo suficiente para frenar a Schäfer y proteger a sus ciudadanos.

El actual ministro de Relaciones Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, ha reconocido que Colonia Dignidad es un «capítulo oscuro»en la diplomacia de su país.

«Campo de concentración»

Las decenas de miles documentos desclasificados se encuentran en unas 200 carpetas gruesas, cada una con varios centenares de páginas en alemán.

Estuvimos una semana revisando exhaustivamente esos papeles en el Archivo Político de Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania en la Kurstrasse de Berlín, cerca de la Isla de los Museos. Desde que esa dependencia abría sus puertas hasta que las cerraba.

De los documentos se desprende que Colonia Dignidad era «un Estado dentro de otro Estado», una fortaleza inexpugnable, hermética, pero con más fuerza e influjo hacia afuera de lo que se creía, lo que le permitió operar con impunidad durante mucho tiempo.

Schäfer, quien llegó a Chile siendo fugitivo de la justicia alemana por cargos de pederastia, creó un reducto secreto rodeado por una valla con alambres de púa, que además poseía una torre de vigilancia y reflectores, y era custodiado por perros.

Los casi 300 ciudadanos alemanes y 20 niños huérfanos chilenos que vivían allí —según los archivos desclasificados— tenían «todo» lo que necesitaban: una escuela, un hospital con 60 camas, panadería, carnicería, talleres, establos, áreas de cultivo, un generador eléctrico y hasta un departamento jurídico propio.

Uno de los alemanes que huyó de Colonia Dignidad asegura que «los miembros […] deben trabajar de mañana a noche, sin fines de semana libres».

En los documentos se especifica que el enclave poseía sus propias reglas: Dios, esfuerzo, disciplina, y que las almas «rebeldes» o «difíciles» eran sometidas atratamientos con psicofármacos y electroshock.

En una de las oficinas colgaba un cartel que intentaba justificar este espanto: «Silencio es fortaleza».

«Los medicamentos se procuran ilegalmente en nombre de pacientes chilenos», se advierte en un informe reservado de la Cancillería alemana.

Asimismo, los ingresos económicos de los miembros de la comunidad eran retenidos por los líderes, al igual que sus cédulas de identidad y pasaportes, para evitar que huyeran y se fueran a otro país.

Uno de los documentos hechos públicos cita a un alemán que logró escapar confirmando que ninguno de los habitantes de la comunidad tenía documentos válidos: «Todo es eliminado […] y guardado en la oficina de la Colonia bajo llave».

«La mayor parte de ellos no tienen contacto con el dinero chileno y no se han vinculado con el exterior por décadas», añade otro fugado.

En una comunicación con la Cancillería en Bonn, la embajada alemana en Santiago alerta sobre el maltrato a los miembros de Colonia Dignidad, sobre el encierro y el aislamiento contra su voluntad, y sobre la preocupante situación de los menores en el enclave.

«Sería importante cambiar las condiciones de vida que tienen reminiscencias de los campos de concentración […] y que al señor Schäfer no se le permita que los niños duerman con él».

De acuerdo con los archivos desclasificados, la embajada en Santiago estaba al tanto desde el comienzo de las denuncias de vejaciones y pederastia en el lugar.

Sin embargo, cuando sus funcionarios trataban de entrar al enclave, Schäfer y otros directivos —en especial su mano derecha, el médico Hartmut Hopp— repelían las visitas y, cuando las consentían, negaban todas las denuncias y pintaban un cuadro de vida pacífica, armoniosa y sana.

En uno de los documentos diplomáticos, uno de los habitantes que huyó del enclave recuerda que durante un almuerzo Schäfer presumió, mientras alzaba una mano con el puño cerrado: «A la embajada la tengo así entre mis manos».

Búnkeres y túneles

Pero si las acusaciones de abusos a adultos y menores rondaron a Colonia Dignidad desde su creación, ése era sólo el inicio de su historia perturbadora: luego vendría el periodo de cooperación con la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), el organismo encargado de la represión política durante el régimen de Pinochet.

Según surge de los documentos liberados por el gobierno alemán, en esa época se pone de relieve el verdadero grado de poder e influencia —poco esclarecido hasta ahora— que llegó a tener el reducto de alemanes mientras participaba activamente en la tortura y desaparición de disidentes.

«Tengo conocimiento que desde 1973 Manuel Contreras [jefe de la DINA], incluso con su mujer, a menudo era un invitado en el fundo [Colonia Dignidad]», asegura, de acuerdo con los archivos, una mujer que consiguió escapar del enclave.

«En aquel momento yo estaba en la cocina y pude cocinar para él».

Otro fugado alemán ratifica que la Colonia «ha trabajado […] estrechamente con el gobierno. Pinochet ha volado en helicóptero al complejo; la Sra. Pinochet ha participado en la inauguración de la escuela».

En otro documento desclasificado se recoge la versión de un exagente de la DINA que dice haber participado en interrogatorios y torturas de personas en Colonia Dignidad.

Es más: afirma que el reducto «es un campo de entrenamiento, dirigido por alemanes, del Servicio Secreto Nacional, en el que permanecen internados numerosos presos políticos [habla de 112 en ese momento], siendo la estación de radio allí instalada la Central de Recepción de la Red de Información del extranjero que posee la DINA».

El testimonio de un exsoldado chileno que estuvo allí, el cual figura en una presentación ante la justicia alemana, confirma que «ellos entrenaban a gente de la DINA para que fueran brutales» y destaca los conocimientos de los miembros del reducto en materia de comunicaciones.

Añade que los alemanes incluso le proveían al ejército transmisores portátiles de gran potencia cuando los necesitaban.

 

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