Iglesia porfía en su decisión

Nunciatura Apostólica apoya a obispo Barros a pesar de su vinculación con el caso Karadima

Iglesia Católica persiste en su decisión, aun cuando 51 parlamentarios firmaran en febrero una carta en que piden al Papa Francisco desistir de su designación.

Por Carlos Montes

16/03/2015

Publicado en

Chile / Derechos Humanos / Portada

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La Iglesia Católica este sábado 14 a través de un comunicado, sostuvo su apoyo al nombramiento del Monseñor Juan Barros Madrid como obispo de la Diócesis de Osorno, a pesar de estar cuestionado por el encubrimiento de los abusos cometidos por el ex párroco de la Parroquia El Bosque, Fernando Karadima, quien ya fuera declarado culpable de abuso sexual con violencia contra menores.

La postura de la Iglesia dista mucho de la posición que han adoptado distintos grupos de la sociedad quienes han cuestionado la elección de este sacerdote vinculado a uno de los mayores escándalos que ha vivido la Iglesia Católica en estos últimos años. Ejemplo de esto son el pronunciamiento de los 51 legisladores quienes a través de una carta, expresaron su oposición al nombramiento de Barros como líder de la Diócesis de Osorno.

Otro principal opositor a este nombramiento es el periodista, Juan Carlos Cruz, víctima directa de las perversiones de Karadima, quien en su momento afirmó que Barros “hizo todo el trabajo sucio”. «Juan Barros estaba parado ahí al lado mío cuando nos toqueteaban a mí y a otros, y él después también se toqueteaba y besaba con Karadima», señaló Cruz.

Finalmente el sacerdote, Peter Kliegel, representando a cerca de 30 religiosos de Osorno, firmó una misiva dirigida al nuncio apostólico en Chile, Ivo Scapolo, pidiendo dejar sin efecto la elección de este sacerdote como responsable de los destinos de la Iglesia Católica en la ciudad de Osorno.

Cabe señalar que la Iglesia continúa alimentando su cuestionamiento a través de este tipo decisiones, incluso con enrarecidos hechos como la muerte del testigo Juan Esteban Cárdenas, quien declaró a la Policía de Investigaciones que el sacerdote Rimsky Rojas le ordenó enterrar el cadáver de un estudiante que desapareció en Punta Arenas a finales del año 2001.

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