Por Carlos Ojeda M.

Hace unos días, en Chile, celebramos el tan esperado Día del Completo. Una ocasión ideal para rendir homenaje a este tradicional platillo nacional. Un verdadero slogan patrio, una versión criolla e identitaria de la comida rápida, replicada en diversos formatos.
El completo forma parte de nuestra identidad. En lo personal, es una de mis decisiones gastronómicas favoritas. De manera casi absurda, siempre busco una excusa para zamparme un italiano con mayonesa casera. ¿Riesgos de salmonela? Tengo otras preocupaciones.
Esta celebración, que impulsa a las empresas gastronómicas a ofrecer promociones y descuentos, también fue aprovechada por varios políticos, quienes compartieron en redes sociales fotos y videos comiendo, preparando o simplemente rindiendo homenaje al tan respetado completo.
Se pudo ver a distintos candidatos disfrutando y preparando completos. Pero, para un fanático como yo (y estoy seguro de que no soy el único), hubo detalles imperdonables en la ejecución: los preparaban mal.
Puede parecer una tontera, pero desde el punto de vista comunicacional, dice bastante. No saber preparar un completo, aleja. Habla de una desconexión real. Mostrar esa deficiencia con orgullo, en lugar de corregirla, también comunica algo: no están realmente conectados con la gente. No me considero un purista—si no hay pan copihue, una buena marraqueta se agradece—pero el análisis va más allá. Tiene que ver con qué tan sintonizados están nuestros representantes y sus asesores con lo cotidiano.
La gente nota una mala preparación. Por ejemplo, agregar mayonesa como si estuviera armando un sándwich cualquiera o completos tan desastrosos que no tienen justificación. Y esto no se trata de colores políticos porque varios hicieron lo mismo; se trata de una desconexión evidente entre el poder y algo tan simple como un completo.
Saber preparar un completo tiene su lógica. Ignorarla demuestra una falta de conexión con lo popular. Puede parecer un análisis básico, pero en el mundo de las comunicaciones todo dice algo, y más aún cuando la exposición es en redes sociales.
Quince segundos pueden decir mucho. Es tiempo suficiente para desatar toda una ola de memes.
Ahora bien, ¿ser protagonista de un meme por preparar mal un completo juega a favor o en contra? Puede parecer un detalle simpático, pero yo creo que, en el fondo, juega a favor. Usted puede discrepar. Lo cierto es que, en comunicación, un completo mal hecho vale más que mil palabras.
Por Carlos Ojeda M.
Social Media Manager – Comunicaciones
28 de mayo de 2025
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