Por Diego Polanco

La humillante eliminación del mundial de la selección chilena nos invita a reflexionar y debatir quiénes son los responsables de esta catástrofe deportiva. El tejido de redes de poder que gobierna el futbol chileno es una red constituida no exclusivamente por instituciones deportivas, es decir los clubes de futbol, y la ANFP. Sino que también un conjunto más amplio de instituciones que incluyen a la prensa corporativa, las corporaciones de deportes de las municipalidades, y los clubes sociales y deportivos de nivel amateur que le dan vida al futbol en nuestros barrios. En esta comprensión más amplia de la institucionalidad del fútbol, un personaje ha destacado acumulando denuncias a su gestión como director de la Corporación de Deportes de la Municipalidad de La Reina: Juvenal Olmos.
Olmos fue un destacado mediocampista formado en Universidad Católica, con una trayectoria destacada como jugador profesional, incluyendo pasos por Europa y México, así como un registro no menor de 10 partidos y dos goles con la selección chilena, participando en los Juegos Olímpicos de 1984 y en la Copa América de 1989. Como director técnico destacó consiguiendo el ascenso a primera división con Unión Española, y ganando el campeonato de Apertura 2002 con Universidad Católica, triunfo que lo llevaría a dirigir a la selección chilena en las clasificatorias rumbo a Alemania 2006, donde llevaría al equipo de todos a un rotundo fracaso en Copa América y quedar eliminados en la clasificación al mundial. A posteriori tuvo una alicaída carrera en Chile y el extranjero marcado por los malos resultados y anticipadas.
Su calidad de famoso lo llevaría a emprender una carrera política y mediática, siendo candidato a diputado por Renovación Nacional en 2009, y recientemente en calidad de independiente en cupo UDI, resultó elegido concejal por La Reina en las últimas elecciones municipales, renunciando tras dos meses de mandato, para asumir como director de la corporación de deportes de la misma comuna, cargo que detenta hasta la fecha, paralelamente a mantener su rol como panelista en el programa “Todos somos técnicos” de TNT Sports.
Desde que Juvenal Olmos asumió como director ejecutivo de la Corporación de Deportes de La Reina en 2021, ha acumulado una preocupante lista de denuncias que configuran un auténtico prontuario. En septiembre de 2024 la corporación bajo su dirección fue sancionada por el Juzgado del Trabajo por acoso laboral sistemático, tras vulnerar derechos de los trabajadores, lo cual le costó una reparación de $40 millones a las víctimas, pero no el cargo a Olmos. Dos meses después, estalló una denuncia por abuso sexual que involucraba a su mano derecha, Nicolás Barnechea. Frente a esta grave denuncia, Olmos optó por desvincular discretamente a Barnechea con un jugoso finiquito sin iniciar sumario administrativo. La víctima, lamentablemente, terminó quitándose la vida en abril de 2025, debido a las secuelas emocionales y al abandono institucional. Durante este año se revelaron irregularidades financieras por concepto de sobresueldos injustificados al círculo cercano de Olmos; mientras este percibía un sueldo mensual superior a los $5 millones de pesos, sus subalternos recibían remuneraciones desproporcionadas, sin justificación clara, para luego recibir finiquitos millonarios sin evidencia alguna de los trabajos realizados.
Las denuncias y acusaciones a la gestión Juvenal Olmos han sido cubiertas en diversas notas de prensa por El Ciudadano[1] [2] [3], así como también ha sido denunciado ante el Concejo Municipal y en una entrevista realizada por este mismo medio por Josefa Barraza a Fernando Encina, concejal del Frente Amplio, así como también denunciado por los comunales de organizaciones políticas, entre ellas el Partido Comunista y Acción Humanista. Más que una mera incompetencia, estas denuncias reflejan un patrón reiterado de abuso de poder que sigue reproduciéndose en plena impunidad.
La nueva denuncia que se suma al prontuario de la gestión de Olmos en La Reina, es la realizada por el Club Deportivo Social y Cultural Aguará de La Reina, la cual ejemplifica claramente cómo personajes de la calaña de Juvenal Olmos afectan directamente al fútbol chileno. Aguará logró ascender de manera invicta en 2024 a la Tercera División A del fútbol chileno, gracias al esfuerzo y dedicación de sus jugadores, cuerpo técnico, así como al cariño y aliento de sus familiares y vecinos de la comuna que han acompañado al equipo en su camino al ascenso. Profitando políticamente del éxito deportivo del club, Olmos se comprometió públicamente, en nombre de la municipalidad, a apoyar financieramente al club en sus gastos de traslado para competir durante el año 2025, sin embargo, hasta la fecha esta promesa no se ha cumplido.
Los clubes sociales y deportivos en Chile cumplen un rol fundamental en el fútbol chileno. Aportan a sostener el tejido social de nuestros barrios, y también han contribuido al desarrollo de grandes talentos del fútbol nacional, como Eduardo Vargas y Edson Puch, ambos campeones de América con pasos claves en sus carreras para saltar al profesionalismo en clubes amateur como Aguará. En contraste, Olmos parece estar completamente desconectado del interés genuino por el desarrollo deportivo en nuestras comunidades, privilegiando su billetera y la de sus amigos.
La hipocresía de Olmos se revela de manera especialmente evidente cuando utiliza su posición como panelista deportivo para opinar sobre la gestión y el rendimiento del fútbol chileno, mientras desde la corporación que dirige destaca por abusos de poder, sobresueldos, y se desentiende de sus compromisos con los clubes sociales y las necesidades del deporte a nivel local. Esta contradicción no solo es ética, sino profundamente dañina para el fútbol chileno, pues convierte la gestión deportiva en un fundo personal, despreciando su potencial para el desarrollo comunitario, cuestión fundamental para promover la cohesión social en un contexto país donde la confianza en el otro se encuentra fracturada.
Olmos es parte de una problemática mucho más amplia en nuestro fútbol, al igual que la desidia e incompetencia del ex DT de la selección chilena Ricardo Gareca, o el presidente de la ANFP, Pablo Milad, con una gestión marcada por la escasa transparencia y por, sobre todo, sus mediocres resultados. Estos ejemplos no son aislados sino síntomas de una lógica institucional, en la cual las instituciones deportivas son jibarizadas por redes político-mediáticas orientadas a la ganancia de beneficios personales más que al desarrollo institucional o deportivo de nuestro futbol. En este entramado de poder, personajes como Juvenal Olmos operan instituciones públicas como si estas fueran fundos privados, replicando una lógica patronal propia del inquilinaje más que de una sociedad moderna.
Por supuesto, nada de esto sería posible sin los cómplices de siempre: la prensa corporativa. Los hinchas del fútbol ya nos hemos acostumbrados a ver en las redes sociales la indignación de periodistas deportivos de ESPN y TNT Sports de los resultados de la selección chilena, especulando sobre los posibles factores que explican la crisis del fútbol chileno, mientras que mantienen un silencio selectivo ante personajes como Juvenal Olmos y tantos otros mucho peores. Lejos de cumplir un rol crítico y fiscalizador, parte importante del periodismo deportivo chileno protege con su silencio y falta de profesionalismo a figuras cuestionables, donde la vista gorda con el prontuario de Olmos es un ejemplo entre otros aún más graves.
La humillante eliminación de la selección chilena del Mundial debería ser una llamada de atención para revisar profundamente esta complicidad mediática. Es irónico que quienes se lamentan frente a los fracasos internacionales sean incapaces de señalar las responsabilidades internas, perpetuando así la impunidad de dirigentes deportivos que perciben ingresos mensuales mayores a 10 veces el salario mínimo en cargos públicos, y simultáneamente se sientan a opinar con toda propiedad sobre el fútbol chileno en la televisión, mientras que reparten dineros públicos en mafias personales antes que invertirlos en el futbol de nuestras comunidades.
El prontuario de denuncias acumuladas por Juvenal Olmos, su incompetencia administrativa y dudosa calidad moral, así como la impunidad con la que se maneja, no solo reflejan a nivel municipal una crisis institucional en el fútbol chileno, sino que constituyen una alerta sobre el perfil de personajes que no deberían tener poder ni espacio en la administración del deporte en nuestro país.
Frente a esto, la esperanza sigue estando en nuestros clubes sociales como Aguará, que simbolizan el potencial del fútbol comunitario, nacido desde abajo, motivados por un amor genuino por el futbol. Es responsabilidad de todos hacer conciencia que personajes como Juvenal Olmos, famosos por su incompetencia y corrupción en cargos de gestión deportiva, no sean legitimados en sus posiciones de poder. Creo que esto es una condición necesaria para reconstruir el fútbol chileno, no solo como una actividad profesional, sino como una actividad que enriquezca a nuestras comunidades a lo largo y ancho de nuestro país.
Por Diego Polanco
[1] https://www.elciudadano.com/denuncias/tribunal-laboral-condena-a-la-corporacion-de-deportes-de-la-reina-por-acoso/06/03/
[2] Exigen la salida de Juvenal Olmos de la Corporación de La Reina (UDI) tras suicidio de denunciante por violación
[3] https://www.elciudadano.com/reportaje-investigacion/las-denuncias-que-complican-a-juvenal-olmos-udi-sobresueldos-hostigamiento-y-acoso-en-la-corporacion-de-deportes-de-la-reina/09/17/
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