Todos hemos escuchado que alguna sustancia funciona como “placebo” y muchas veces lo usamos como sinónimo de “sugestión”.

Efectos Placebo y Nocebo. O cómo puedes llegar a morirte por una sugestión

¿En qué consiste el efecto placebo? La palabra “placebo” viene del latín de la palabra “piacere” que significa complaceré

¿En qué consiste el efecto placebo?

La palabra “placebo” viene del latín de la palabra “piacere” que significa complaceré.

El placebo es una sustancia que no es medicamento, pero funciona como si lo fuera, haciendo que la persona se sienta mejor. Incluso la presencia de un médico cuando estamos enfermos nos tranquiliza y hace que nos sintamos mejor. Generalmente a todo esto lo llamamos “sugestión”.

En las investigaciones que efectúan los laboratorios en fases de prueba de algún medicamento,  a un grupo se le administra la sustancia real (grupo de experimentación) y a otro grupo (grupo de control) se le administra un placebo, una sustancia inocua (por ejemplo de harina y azúcar) y se les dice que deben informar si se han sentido mejor de la dolencia. Si entre ambos grupos no hay diferencias significativas seguramente el fármaco no sea muy efectivo. Pero la mayoría de las veces habiendo diferencias, el grupo que recibió el placebo experimenta alguna mejoría por el solo hecho de creer que estaba tomando algo que suponía era el medicamento real.

También se ha comprobado que el medio sanitario influye en la mejoría: efectuar una consulta médica en una institución influye positivamente dado que se siente que hay un marco de contención y control;  el conocimiento y explicación de la enfermedad, del tratamiento y el pronóstico colaboran a su asimilación y colaboración por parte del paciente; las exploraciones físicas que efectúe el profesional y los estudios complementarios también influyen en forma positiva dado que los pacientes asocian tecnología con diagnóstico y medicación apropiados, y ser recetados con un medicamento también influye.

¿ Pero qué sucede en nuestro cerebro respecto a los placebos?

Neurólogos de la Universidad de Michigan han estudiado y desarrollado los mecanismos cerebrales que intervienen en el efecto placebo cuando algunas personas tienen la capacidad de curarse o aliviar un dolor sin saber que se les ha administrado una sustancia inocua o falsa medicina.

Cuando una persona va a tomar una medicina que le ha prescrito un médico, en su cerebro ya se activa la región vinculada con la posibilidad de experimentar un beneficio/recompensa. Esta zona es el NUCLEO ACCUMBENS que segregará dopamina, sustancia que colabora a la disminución del dolor.

El núcleo accumbens está ubicado en la parte interna del cerebro y forma parte delsistema líbico: son un conjunto de estructuras que se ubican alrededor del tálamo, debajo de la corteza cerebral aunque también conectada a ésta. El sistema límbico comprende algunos núcleos más internos, relacionados con los impulsos básicos de supervivencia animal: la alimentación, el miedo (ataque, huída o defensa), la sexualidad y las emociones.

circuito-cerebral-de-recompensa

Asimismo se han descrito casos en los que la administración de placebos en forma de pastillas o cápsulas de gran tamaño y de color rosado en lugar de blancas, contribuye positivamente a la mejoría, asociándose a la curación. De la misma manera que si es administrado por un profesional de guardapolvo blanco y dentro de una institución, se asocia con un mayor conocimiento y experiencia.

Si rastreamos de donde viene el placebo, detectamos que desde niños, lo que creemos que nos va a aliviar, efectivamente nos alivia. Todos hemos vivido o visto a niños que se calman con la sola presencia de la mano de la madre sobre el área afectada (“sana, sana…”).

¿Y el efecto nocebo qué es?

La palabra “nocebo” también deriva del latín y significa “te haré daño”.

Es lo opuesto del placebo, es decir, es la reacción adversa a un placebo, lo contrario de lo que se espera. Aunque no está explicado detalladamente, no habría mejoría sino efectos adversos por otros motivos psicológicos,  tal vez producto de las (pocas) expectativas del paciente y de su aprendizaje y asociaciones.

También en estos casos solemos hablar de “sugestión” , pero en sentido negativo. Algunas veces se detecta que el paciente habría hecho incorrectas asociaciones o tenido expectativas pesimistas respecto a un tratamiento, lo que influiría negativamente en su mejoría trayéndole efectos adversos o trastornos inespecíficos.

Lo que ocurre en el ámbito clínico ocurre también en el ámbito psicoterapéutico. La palabra actúa como elemento curativo y sanador. Por eso es tan importante la calidad del vínculo entre psicólogo-paciente. No solo un tratamiento será efectivo por el conocimiento del profesional y las técnicas que utilice, no solo por la ética y la integridad que demuestre, sino también por el interjuego de expectativas entre paciente y terapeuta en el cual la palabra es el elemento principal interviniente para un buen tratamiento y que puede funcionar como placebo o nocebo.

Tómese un caso casi fatal reportado por el doctor Roy Reeves en 2007.

El «Señor A» sufría de depresión cuando ingirió un frasco completo de pastillas.

Arrepintiéndose de su decisión, ingresó de emergencia al hospital. Lucía grave, pero los exámenes de sangre no le encontraron restos de la droga.

Cuatro horas más tarde otro doctor llegó para informarle a Reeves que el paciente participaba en el ensayo de un medicamento, tomando un placebo. Tuvo una «sobredosis» de tabletas de azúcar. Al enterarse, el aliviado Señor A se recuperó.

Nunca sabremos si el efecto nocebo de verdad lo habría matado, aunque Fabrizio Benedetti, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Turín, Italia, piensa que es ciertamente posible.

Benedetti ha escaneado cerebros de individuos sometidos a las sugestiones nocebo que parecen desencadenar activaciones en el hipotálamo, y en la glándulas pituitaria y suprarrenal, áreas que se ocupan de amenazas extremas a nuestro cuerpo.

Una persona con dolor de cabeza
Si de verdad crees que estás en una situación de falta de oxígeno, podrías experimentar migrañas.

Y dice que si tu miedo y creencias son lo suficientemente fuertes, el resultante coctel de hormonas podría ser letal.

Rumores malintencionados

El simple hecho de que tu doctor pueda, involuntariamente, ponerte enfermo, ya es preocupante, pero cada vez es más evidente lo fácil que resulta propagar el efecto nocebo.

El año pasado Benedetti ofreció llevar a más de 100 estudiantes a los Alpes italianos, a una altura de más de 3.000 metros.

Previo le dijo a uno del grupo que la falta de aire podría ocasionar migrañas. El rumor llegó a una cuarta parte de los estudiantes y quienes lo escucharon comenzaron a sufrir los peores dolores de cabeza.

Incluso un estudio de la saliva de esos estudiantes mostró una exagerada respuesta a las condiciones de poco oxígeno, incluyendo una proliferación de enzimas asociadas con dolores de cabeza por la altura.

«La bioquímica del cerebro cambió en los individuos ‘infectados socialmente'», dice Benedetti.

E incluso más preocupante es que, aparentemente, el nocebo puede ser activado por claves subliminales.

Un muñeco de vudú
Así funcionaba la medicina -la magia y la brujería- antes de que se «inventaran» los medicamentos: usando la fuerza de la sugestión.

La historia está llena de misteriosas epidemias que pueden haber surgido de esa forma. En tiempos recientes la más escalofriante fue lo ocurrido entre miembros de la etnia Hmong que llegaron a EE.UU. procedentes del sudeste asiático en la década de los 80.

Jóvenes sin enfermedades previas comenzaron a morir mientras dormían, luego de períodos de pesadillas y parálisis del sueño.

Según las especulaciones de los expertos, lo sucedido tuvo su origen en una fuerte creencia cultural en demonios nocturnos.

Papel de la tecnología

Otras veces el temor a la nueva tecnología parece ser responsable. A finales del siglo XIX los usuarios de los recién inventados teléfonos reportaron mareos y dolores tras usar los aparatos.

Turbinas de viento
A la reacción alérgica a las conexiones inalámbricas de internet se le conoce como «síndrome de la turbina eólica».

Y trabajadores escandinavos en la década de los 80 desarrollaron sorpresivas erupciones, aparentemente producidas por los monitores de las computadoras.

Hoy en día el nocebo es quizás más visible en trastornos controversiales como el llamado «síndrome de la turbina eólica» o la «electrosensibilidad», una reacción alérgica a señales de teléfonos móviles y conexiones inalámbricas de internet.

Pero si algo nos dice el efecto es que no deberíamos subestimar la angustia que causa su condición.

«No tengo ninguna duda de que la gente realmente experimenta síntomas físicos», dice James Rubin del King’s College de Londres.

Medios y rumores

¿Y qué se puede hacer al respecto? Se sabe que es difícil neutralizar creencias arraigadas, pero la cobertura responsable de los medios por lo menos frenaría la propagación de los rumores.

Rubin descubrió en 2013 que mostrar un simple video sobre la electrosensibilidad era suficiente para activar síntomas y la evidencia muestra que las epidemias del «síndrome de la turbina eólica» se producen luego de reportajes de los medios sobre el tema.

En otras palabras, las alertas sanitarias están en sí mismas enfermando a la gente.

Dos personas con resfriado
Si empiezas a creer que te vas contagiar de esa gripe de tu compañero de oficina, te haces más vulnerable.

El tema representa un dilema moderno para la medicina, señala Rebecca Wells del Centro Médico Bautista Wake Forest (EE.UU.)

«No hay verdades indiscutibles y rápidas sobre lo que la medicina hace», dice.

Wells piensa que en el futuro los doctores necesitarán desarrollar nuevos procedimientos para decidir qué hechos divulgar al paciente y cómo enmarcar la información.

Mientras tanto, la educación en sí misma puede restarle poder al efecto nocebo. Mitsikostas, por ejemplo, le explica a sus pacientes que deben cuidarse de sus propias expectativas negativas.

La conexión entre la mente y el cuerpo, sostiene, es algo que no nos podemos dar el lujo de ignorar, a pesar de nuestros increíbles instrumentos médicos nuevos.

«Durante milenios, la medicina fue esencialmente placebo; al utilizar las expectativas, los magos hicieron uso de la voluntad para curar», destaca.

«No es suficiente para superar las enfermedades, pero sí es indispensable».

F: BBC / Soberanamente

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