El cerebro de una persona con ansiedad percibe el mundo de una forma diferente, según estudio

Algunos estudios sugieren que los trastornos de ansiedad pueden surgir de un proceso llamado sobregeneralización, en que el cerebro pone en el mismo saco todas las situaciones, seguras y peligrosas, y las etiqueta como peligrosas.

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Un nuevo estudio muestra que las personas con trastorno general de ansiedad inconscientemente consideran amenazantes las cosas que son inofensivas, lo que puede reafirmar su ansiedad, informa mental-floss. Los hallazgos fueron publicados la semana pasada en la revista Current Biology.

La psicología reconoce varias formas de ansiedad clínica. Entre ellas, la más común es el trastorno de ansiedad generalizada (TAG) que se caracteriza porque las personas se sienten con frecuencia preocupadas o angustiadas, aun cuando al parecer no hay nada de que preocuparse. Algunos estudios sugieren que los trastornos de ansiedad pueden surgir de un proceso llamado sobregeneralización.

En la sobregeneralización, el cerebro pone en el mismo saco todas las situaciones, seguras y peligrosas, y las etiqueta como peligrosas. Por eso algunos investigadores suelen llaman a esto la estrategia «más vale prevenir que lamentar». Nuestros cerebros naturalmente ponen más atención a la información negativa o amenazante que se presenta en el ambiente. Si una persona con ansiedad tiende a percibir más amenazas a su al rededor, es lógico que se sienta constantemente preocupada.

Para poder afirmar si la sobregeneralización era el mecanismo que operaba en la ansiedad, los investigadores buscaron a 28 personas diagnosticadas con TAG y 16 personas sin ansiedad y las invitaron al laboratorio. El experimento constó de dos partes: entrenamiento y pruebas. En la parte del entrenamiento, los participantes aprendieron a diferenciar entre tres tonos de sonido distintos. Cada sonido estaba ligado a un desenlace diferente, y presionando una tecla se podía llegar a ganar dinero (el tono positivo), perder dinero (el tono negativo) o a ninguno de los dos (el tono neutro).

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En la segunda fase, los investigadores les tocaron 15 sonidos diferentes a los participantes y les pidieron que presionaran una tecla cuando oyeran un sonido que reconocieran de la primera fase, la de entrenamiento. Si los participantes acertaban, ganarían dinero, pero si se equivocaban, perderían parte de lo que habían ganado.

Debido al riesgo del perder dinero, todos tomaron una actitud precavida –no presionaban tanto la tecla, basándose en el hecho de que la mayoría de los tonos eran nuevos. Pero los participantes con trastorno de ansiedad generalizado se desesperaron, creyendo que reconocían muchos de los tonos nuevos. La experiencia de ganar y perder dinero en el entrenamiento había dejado en ellos una impresión emocional fuerte, que les llevó a sobregeneralizar la nueva información como relevante.

El grupo de investigadores también escaneó los cerebros de los participantes durante la fase de pruebas, y encontraron diferencias notables entre los cerebros ansiosos y no ansiosos. Al analizar nueva información, la gente ansiosa mostraba más actividad en ciertas partes del cerebro, incluyendo la amígdala, una región asociada con el miedo y la preocupación.

«Mostramos que en los pacientes con ansiedad, las experiencias emocionales crean plasticidad en circuitos del cerebro, la que permanece luego de que la experiencia ha terminado», explica Rony Paz, conductor del estudio.

«Estos cambios en la plasticidad ocurren en circuitos primarios que más tarde intervienen en la respuesta a nuevos estímulos, lo que resulta en una inhabilidad para discriminar entre los estímulos experimentados originalmente y los nuevos estímulos similares. Entonces, las personas con ansiedad también responden emocionalmente a estos nuevos estímulos, provocándose una ansiedad que se presenta incluso en nuevas situaciones, aparentemente irrelevantes. Es importante señalar que ellos no pueden controlar esto, puesto que la forma en que perciben les provoca una dificultad para discriminar», agrega el experto.

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Paz recalca que en circunstancias peligrosas, la hiper-vigilancia asociada con la ansiedad puede ser algo positivo. El problema es que la mayoría de las circunstancias no son peligrosas. «Los rasgos de la ansiedad pueden ser completamente normales, e inlcuso beneficiosos evolutivamente», explica, «pero un evento emocional, aunque sea menor, puede inducir cambios en el cerebro, que pueden llevar a una ansiedad en estado avanzado».

Según este estudio, no se trata solamente de que las personas con TAG necesiten sentirse protegidos y apuesten a lo seguro como una decisión racional sino que, más aún, su cerebro percibe el mundo de una manera totalmente diferente.

Traducción, CCV

El Ciudadano

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