Cultura
La magia del encuadre justo: ¿somos lo que mostramos?
Con las estrellas de Hollywood, aprendimos que no todo lo que reluce es oro. Gracias a la tele, también tuvimos que aprender qué es Photoshop y cómo funciona la industria publicitaria: Reduce Fat-Fast no es el camino más rápido, MasterCard no existe para todo lo demás, Ronald McDonalds no es tan simpático, no todo es posible a pesar de lo que diga Nike y CocaCola, si la tomás caliente, no solo no es refrescante, sino que parece líquido de frenos. Y de pronto, cuando parecíamos curados de espanto, aparecieron las redes sociales.
¿Quién no se decepcionó al ver que alguien encantador virtualmente no era tan encantador en la vida real? Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. ¿Cuántos ganadores hay que no son tan ganadores como se muestran en la Web?
¿Qué twitteamos, qué comentamos, qué compartimos, qué nos gusta? ¿Cuántas cenas saludables o glamourosas o divertidas tenemos? ¿En cuántos lugares realmente divinos hemos estado?¿Cuán geniales son nuestras vidas? ¿Somos esa foto de perfil? ¿Somos lo que decimos ser? ¿Qué diferencia hay entre ser y tener, y entre ser y parecer? ¿Cuál es el límite?
Respondamos lo que respondiéramos, hay un hecho insoslayable: la forma, a veces, es más importante que el contenido, y, acaso en última instancia, se trata solo de un buen encuadre. Chompoo Baritone, una fotógrafa tailandesa, nos ilustra al respecto:
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