Nadine y el despertar de los robots para el cuidado de las personas

Nadine es una humanoide de aspecto muy "natural", creada a imagen y semejanza de su inventora para el cuidado de personas mayores.

nadine

«Como si llegar a la ancianidad no fuera ya lo suficientemente aterrador, aquí viene un nuevo horror: Nadine, el robot humanoide personal para el cuidado de personas mayores». Así encabeza Michele Hanson su artículo en el diario británico The Guardian, sin contener su impresión ante el punto al que han llegado el desarrollo tecnológico y la robótica en este mundo real en que vivimos.

Para quienes crecimos siendo testigos de la emergencia de los robots –como si de un universo de ciencia ficción hubieran empezado a surgir las verdaderas y cada vez más sofisticadas máquinas que nos acompañarían en el futuro– no dejamos nuestra estupefacción, y hasta resquemor, al ver que ese futuro que veíamos siempre hacia adelante, está aquí, es ahora. Cada cierto tiempo la tecnología nos sale con un nuevo juguete para suplir, satisfacer y llenar espacios que quizás los propios humanos estamos dejando vacíos, en ese afán por buscar un desarrollo mayor. Una cosa por la otra.

Nadine es una robot de aspecto muy «natural», creada a imagen y semejanza de su inventora, la profesora Nadia Thalman, de la Universidad Tecnológica de Nanyang (NTU), en Singapur. Ella (la robot) interactúa con los humanos, los entretiene, responde preguntas, gesticula y recuerda conversaciones. Fue creada para acompañar a personas mayores e infantes y funciona con un sofisticado sistema de algoritmos para IA (Inteligencia Artificial), tras años de investigación una inversión de millones de dólares.

Nadia-with-Nadine

«Nadine canta (no es muy melodiosa) y mejora constantemente sus patrones de aprendizaje, comunicándose con los humanos todos los días, y un día (en unos 20 años) encontrará el camino hacia nuestros hogares como un ser autónomo y valioso», cuenta Ismail Khalid, uno de los investigadores que entrevistaron a la robot en la NTU, quien publicó un video en YouTube.

Varios países desarrollados del mundo se han visto enfrentados al problema de una creciente población de personas mayores que llevan vidas solitarias y no tienen quien las cuide. Por ejemplo, el porcentaje de personas sobre 65 años en EEUU es 13%, y se espera que ese número se doble de aquí a 2050, de acuerdo a Pew Research Center. Pero este país se queda chico en comparación con la población sobre 65 que hay en Japón, que llega a un 20%. Y mientras la cantidad de personas mayores y ancianas aumenta, cada día hay menos gente dedicada a su cuidado.

Es por esta situación que japón se ha transformado en líder en desarrollo de robots dedicados especialmente a cuidar y acompañar a personas entre la tercera y cuarta edad. Estos mecanismos sofisticados, con más o menos características humanoides, llevan la denominación inglesa de Carebots.

Por ejemplo, está el robot de Honda, Asimo, una máquina autónoma que puede ayudar a los ancianos con tareas domésticas como darles comida o apagarles la luz. O Robobear (Oso-robot), autómata en fase experimental del Instituto Japonés de Investigación RIKEN; un soso oso que puede tomar en brazos a las personas para trasladarlas desde la cama a su silla de ruedas.

robobear

Europa intenta seguir a japón con algunas propuestas, como el desarrollo del ‘robot social de compañía’ Mobiserv, un proyecto desarrollado con fondos en conjunto de la Unión Europea, cuya finalidad es incentivar a los adultos mayores a ejercitarse y comer saludablemente.

Pero ninguno de estos ejemplos son tan inquietantes como Nadine. El video en el que los investigadores entrevistan a la humanoide muestra lo ambivalente que resulta conversar con un ente de estas características. Es como enfrentarse a una flor artificial que parece muy real. Parece humana, pero sabemos que no lo es. Es una máquina, pero a simple vista no lo parece.

Nadine no entiende los chistes que hacen sus entrevistadores; sólo maneja conversaciones estandarizadas. En cierto modo se parece un poco a tantas personas con las cuales nos topamos en la vida –gente fría, que parece no tener sentimientos. Pero al verla en silencio, manteniendo esa cara inmutable, es casi inevitable imaginar que, en cualquier momento, ese cerebro artificial de algoritmos encontrará una combinación que le permita pasar a otro nivel de inteligencia, tal vez uno en que pueda diferenciar el bien del mal, o hasta decida traspasarlos. «Se ve como si fuera a fallar en cualquier momento y a matarlos a todos», dice el primer comentario debajo del video de Nadine en YouTube. «¿Qué es lo que me dijiste? Es hora de que mueras, humano», comenta otra persona.

Pero esto puede pertenecer al plano de una imaginación alimentada por tanta ficción tecnológica y cuentos del futuro. Será cuestión de tiempo ver si toda esa fantasía y temores de una rebelión robótica llega a ser una realidad. A estas alturas, y luego de ver como la realidad empuja tan fuerte por superar a la ficción, podemos pensar que casi todo es posible.

 

CCV

El Ciudadano

 

 

 

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