La complicidad del Senado en el narcotráfico de marihuana

Con la reactivación del Proyecto de Ley que pretende modificar el artículo 50 de la ley 20

Con la reactivación del Proyecto de Ley que pretende modificar el artículo 50 de la ley 20.000 en la Comisión de Salud del Senado, para con ello lograr la despenalización del autocultivo de Cannabis Sativa en Chile, se han reavivado las voces recalcitrantes que pretenden resguardar el actual estado de cosas aludiendo pruebas terribles en contra de la iniciativa, pero que sin embargo, no han sido respaldadas por ningún documento serio, lo que hace prever que un eventual rechazo se guiaría automáticamente tomando los argumentos que Conace expuso contra la moción del senador Ávila el año 2004, copiando y pegando, haciendo mofa del poder que reside en el voto aunque muchos senadores ni siquiera fueron electos, pero que ahora se encontrarían con una realidad notablemente diferente.

Para comenzar, habría que destacar que el Proyecto actual se ha enmarcado en la protección de la vida privada de las personas atendiendo la situación de vulnerabilidad que tienen los consumidores de marihuana en el país, al ser éstos tolerados por la ley pero privados de los mecanismos necesarios para autoabastecerse, lo que a fin de cuentas ha terminado favoreciendo la expansión del narcotráfico en Chile poniendo en riesgo la salud de los usuarios y la población en general. El modelo de reducción de daños vendría a hacerse cargo de los problemas derivados de una legislación coja, poniendo especial atención en maximizar la oferta sanitaria y la educación, a fin de respetar las libertades individuales, reconocer los usos terapéuticos que tendría la Cannabis Sativa y hacer más eficiente la lucha contra el narcotráfico.

El paradigma prohibicionista instaurado en Chile y defendido a ciegas por algunos miembros del Senado data desde 1969, empujado por el poder norteamericano y fácil de individualizar en personalidades como Aslinger o el propio presidente Nixon, sin embargo, no es hasta 1973 cuando el consumo de marihuana comienza a ser perseguido. El respaldo jurídico desde allí hasta la fecha ha sido desarmado cuidadosamente por el desarrollo de los estudios científicos y sociales al respecto, en los que se resalta que si se trata de una lucha contra el narcotráfico y el consumo, los resultados han sido sumamente mediocres, generando al mismo tiempo efectos negativos en otras áreas de la vida civil, tal como la estigmatización y criminalización hacia los usuarios y el consiguiente abandono por parte del Estado en el caso de un consumo problemático. En ese sentido, la simple censura hacia el debate en torno a la despenalización resulta una actitud infantil en senadores como Uriarte o Chahuán, constituyéndose junto a otras opiniones de rechazo automático en una terrible apología de la criminalización que cae sobre miles de ciudadanos, de una vulneración a sus libertades y de un aliento al narcotráfico.

Vulgarizar la discusión acusando que se quiere “transformar a Chile en un fumadero de Marihuana”, una droga “sucia” de “entrada a otras drogas más duras”, desconociendo la literatura al respecto, el derecho comparado, los informes dela ONU que han aceptado la trasgresión a los Derechos Humanos en la constante criminalización hacia los usuarios, y las opiniones vertidas por la propia Cumbre de las Ámericas, todo aquello resulta parte de una defensa falaz y odiosa a un modelo hipócrita y de resultados insatisfactorios en los males que se propuso sobrellevar.

El Proyecto ha sido conciso, pero el miedo a los cambios es apabullante. El espíritu prohibicionista presente en las oscuras mentalidades de algunos de nuestros pacatos representantes ha explotado con ira y recelo en contra de la marihuana, reviviendo el lenguaje ignominioso con el que acusaban a Ávila de promocionar la marihuana en los más jóvenes ¡Justamente con los que la actual estrategia va mejor encaminada! -actualmente son los que más consumen en Latinoamérica-, de anhelar una juventud desmotivada entrampada en el inevitable camino hacia drogas más duras, de querer incentivar la compra-venta legal de marihuana en el barrio, etcétera.

A pesar de ser contradictorio, que algunos senadores estén en contra del autocultivo de marihuana es legítimo, sin embargo, lo que no es tolerable es la censura al debate y el rechazo automático a la oportunidad de mejorar nuestra legislación. Debemos tener altura de miras y analizar integralmente la estrategia en contra del narcotráfico en Chile y resolver a quién en realidad ha ayudado el prohibicionismo respecto a la marihuana.

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