¿Qué es la Universidad?

Desde sus inicios, la Universidad fue comprendida como centro de creatividad y de irradiación del saber para el bien de la humanidad, concentrándose en la investigación, la enseñanza y la formación de estudiantes libremente reunidos con sus maestros, tras el amor por el saber y el gozo de buscar la verdad, de descubrirla y de […]

Por Pia

17/11/2011

Publicado en

Columnas

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Desde sus inicios, la Universidad fue comprendida como centro de creatividad y de irradiación del saber para el bien de la humanidad, concentrándose en la investigación, la enseñanza y la formación de estudiantes libremente reunidos con sus maestros, tras el amor por el saber y el gozo de buscar la verdad, de descubrirla y de comunicarla. (San Agustín, “Confesiones”, X, XXIII, 33). Su misión ha sido aprender a razonar con rigor, para obrar con rectitud y verdad, valores fundamentales sin los cuales desaparecen la libertad, la justicia y la dignidad del hombre. Es por ello que la Universidad no se debe subordinar ni condicionar por parte de intereses particulares de ningún género, porque allí los estudiosos deberían examinar a fondo la realidad con métodos propios de cada disciplina académica, contribuyendo así al enriquecimiento del saber humano, manteniendo dicho saber unido a la conciencia.

En otros términos, su misión esencial radica en el discernimiento de las aspiraciones y contradicciones de la vida contemporánea, haciéndolas aptas para el desarrollo integral de las personas y de los pueblos. Debe profundizar sobre el impacto de la tecnología e influir a través de los medios de comunicación social sobre las personas, las familias, las instituciones y el conjunto de la cultura, defendiendo la identidad de las culturas tradicionales, armonizándolas con la contribución positiva del progreso moderno sin sacrificar el propio patrimonio. La Universidad nunca debe ponerse al servicio de otra cosa que no sea la búsqueda de la verdad.

La Universidad chilena de hoy: ¿cumple la misión que le es esencial?

Tras la intervención sufrida a partir de 1973, la Universidad ha sido ideologizada en forma incondicional y absoluta, siendo éste un acto agresivo que invadió de miedo y que se extendió a las aulas, ahuyentando la creación y el diálogo. Ello convirtió al académico en un funcionario al servicio de técnicas que son política y culturalmente inútiles, inocuas y en beneficio del poder económico.

En consecuencia, desde una perspectiva legal y administrativa, la Universidad ha sobrevivido en medio de la disputa entre las distintas entidadades por mayor presupuesto y el aumento de la clientela estudiantil. Es así como muchos universitarios se han pervertido o han renunciado a su vocación, construyendo un mundo pseudo intelectual de la sumisión y de la aplicación, matando de esta manera el espíritu propio y colectivo. No es extraño, entonces, que la movilización estudiantil que se ha extendido por seis meses, salvo excepciones, haya carecido de la presencia de los académicos, de los intelectuales, de los artistas.

La Universidad la hacen aquellos que saben mantener su dignidad, tanto en su vida pública como en el ámbito privado, debiéndose expresar en su deber ser: conciencia crítica de la sociedad. La Universidad no puede permanecer indiferente ante los avatares de la historia: o apoya al sistema impuesto por la fuerza o busca manifestar la dimensión prospectiva de la humanidad. No debe temer formular iniciativas osadas, situadas en el corazón mismo de la transformación social. También debe desarrollar la ciencia y la tecnología en beneficio de un enfoque de los problemas que tocan más de cerca las necesidades y aspiraciones del hombre. Nada se pierde de la dignidad académica ni de la grandeza propia de la Universidad, si se condicionan las oportunidades que otorga la ciencia a la superación de las condiciones actuales de miseria generalizada e institucionalizada. Los temas de investigación deben elegirse según estos criterios y enfocarlos a la promoción del cambio de las economías, a fin de respaldar una auténtica reforma de estructuras que asegure el crecimiento y la justa distribución del mismo.

Un nuevo concepto de hombre debe encontrarse en el diálogo permanente del pueblo (que expresa al hombre olvidado) con la Universidad, que lo busca en su reflexión teórica. En síntesis, se trata de procurar los elementos para promover de una manera continua la independencia cultural del pueblo frente a cualquier forma de sometimiento, ya provenga del interior o del exterior.

Estas son algunas ideas de la Reforma iniciada en 1967 y cuya validez permanece: la Universidad es sinónimo de verdad y sólo la verdad permite la libertad.

Hervi Lara

Comisión Ética contra la Tortura (CECT-Chile)

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