¿Así nos quieren convencer para decir no a las tres causales?

A propósito de la discusión sobre el proyecto de ley de aborto en tres causales en la Cámara de Diputados, fuimos testigos de una calidad de debate, por parte de algunos diputados y diputadas, digno del teatro del absurdo

Por Jose Robredo

23/03/2016

Publicado en

Columnas

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A propósito de la discusión sobre el proyecto de ley de aborto en tres causales en la Cámara de Diputados, fuimos testigos de una calidad de debate, por parte de algunos diputados y diputadas, digno del teatro del absurdo. Tratándose del Congreso, del espacio donde se discuten y elaboran las leyes que nos rigen a todas y todos, no solo nos alarma, sino que llega al punto de avergonzarnos del tipo de “representantes” que tenemos.

Pero antes de comenzar a analizar el debate, es preciso tener en cuenta que la propuesta planteada por el Gobierno, de despenalizar el aborto solo en tres causales (como medida excepcional), sin abrir la discusión al tema de fondo, nos pone en un escenario donde los derechos de las mujeres no están siendo abordados por el proyecto de ley. Lo que es preocupante, en tanto el Sernam es uno de los ministerios que patrocina la iniciativa. Tenemos entonces que se discute aireadamente la inviabilidad fetal, el riesgo de vida de la mujer embarazada y el embarazo producto de una violación, pero éstos, en realidad, son los mínimos que por sentido común deberían estar legalizados (no solo despenalizados). Sin embargo, en ningún momento el proyecto propone considerar a la mujer como una persona que no solo tiene la capacidad, sino que tiene el derecho a decidir. Puesto el debate en esos términos, y con excepciones contadas que quisieron profundizarlo, nos encontramos con una discusión que no solo es poco profunda, sino que deja mucho que desear en cuanto a calidad humana e intelectual.

Y es que los argumentos expuestos dan para preguntarnos por el nivel de coeficiente intelectual de las personas que hoy están tomando decisiones sobre el curso de las vidas de todos y todas nosotras. Pero más allá de los memes y burlas que puedan concitar, que nos darán material para mucho rato más, debemos tomarle el peso al hecho de que este tipo de gente está tomando decisiones a nivel país, que afectan a todas y todos. Hay un dicho que afirma que cada pueblo se merece a los gobernantes que tiene, pero ¿cuántas culpas estamos pagando como sociedad para merecernos esto? Y, ¿qué haremos para no merecerlos?

Claro que existen argumentos para estar en contra del aborto, incluso en las tres causales consideradas como básicas, que no los comparta no significa que los desconozca; pero el tipo de argumentos propuestos en el debate de la Cámara, por parte de quienes hoy componen la coalición Chile Vamos y la Democracia Cristiana, nos muestra un nivel que roza la estupidez (siendo benevolente).

¿Pasemos a revisar sus posturas? Podríamos empezar por la negación de la calidad de personas sujetos de derecho de las mujeres, no es que sea algo nuevo viniendo de estos partidos, pero no por ello deja de ser indignante. Como lo expuso José Antonio Kast (UDI), “no sé de dónde salió la idea de que la mujer tiene derechos sobre su cuerpo”, si de acuerdo a Cecilia Pérez (RN) en Estado Nacional el domingo pasado, el límite de las decisiones que las mujeres podemos tomar sobre nosotras mismas se queda en cortarnos las uñas o hacernos un tatuaje. ¿Acaso creen que la mitad de la población no tiene capacidad de pensar y decidir por sí misma? O Diego Paulsen (RN), que cree que “hay que defender la vida que está dentro del feto” por sobre la vida de las mujeres; mientras que Iván Flores (DC) aseguró que “una mujer violada no está en libertad de pensar libremente”, o sea, es una interdicta, que no solo tiene que enfrentarse a la horrible situación de haber sido violada, sino que ahora tiene que soportar que otros, como Flores, decidan sobre ella. ¿Por qué? ¿Perdió su calidad de persona acaso? De ahí a querer quitarnos el derecho a voto no queda mucho. Demasiado debe molestarles que seamos las mujeres quienes estemos alzando la voz no solo para luchar por nuestros derechos, sino también para poner en evidencia su ineptitud.

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Podemos continuar por los argumentos de quienes, o no leyeron el proyecto de ley que estaban debatiendo y votando (lo que es el mínimo del mínimo), o francamente no comprenden lo que leen. Es que lo que representa Gustavo Hasbún (UDI) en el Congreso, sinceramente, es la tontera máxima. Según él, el proyecto significa permitir la eugenesia, y “legalizar la eugenesia significa que se acabó la Teletón”. Cuando el proyecto especifica claramente inviabilidad fetal, es decir, un feto que no podrá vivir una vez que salga del cuerpo de la mujer. Pero no es la primera vez que Hasbún nos deleita con frases dignas de la sección Grandes Pensadores del programa CQC, eso ya es algo habitual. Y por lo mismo, sería bueno recordar el apoyo que le dio a Alberto Délano, mediante un mensaje de texto, cuando fue formalizado por el caso Penta; su apoyo y justificación al uso de violencia policial desmedida en las protestas sociales, porque según él, es la única forma de garantizar el orden público; o creer que “400 mil, 500 mil o 600 mil becas es lo justo. El resto somos personas que tenemos la capacidad económica para poder financiar la educación“. ¿En qué país vive este personaje? Es fácil opinar eso cuando no se conoce de Plaza Italia para abajo, cuando se vive en una mansión, cuando gana millones y millones mensuales. La verdad es que no tiene idea ni le importa cómo vivimos la gente común de este país. Y como frase para el bronce, entrevistado luego del discurso del 21 de mayo pasado, afirmó que “no hay nada que pueda avalar la legalización del aborto, ya sea aborto terapéutico, en caso de violación o por la inviabilidad de la vida”, claramente ni siquiera le interesa salvar la vida a una mujer que tiene un embarazo que de continuar, le causará la muerte. Ahora, no está solo, según Iván Norambuena (UDI), “el aborto facilita el tráfico de órganos”, y de acuerdo a José Manuel Edwards, “el aborto es como la esclavitud”. Ni siquiera me detendré a tratar de entender bajo qué mecanismo causal relacionan el aborto con el tráfico de órganos y la esclavitud, sería perder nuestro tiempo.

Y podemos finalizar con los argumentos genocidas, porque ni siquiera éstos faltaron. René García (RN) votó en contra de las tres causales del aborto porque “por lo menos el gobierno militar mataba gente grande”. Lo que no solo es una mentira, de acuerdo al informe “Chile: Las víctimas infantiles” de Amnistía Internacional, existen al menos 26 casos de menores de edad asesinados en dictadura, sin considerar los casos de mujeres embarazadas detenidas desaparecidas. Pero, si seguimos su argumentación, ¿esperamos que nazcan y si piensan distinto a quienes son como él, tienen el derecho de asesinarlos(as)? En serio, ¿ese es un argumento que se da en el Congreso de un régimen democrático? En otros países, como Alemania, al menos habría sido sancionado.

Ahora bien, además de lo lamentables y vergonzosos que pueden resultar estos argumentos, no escuchamos a estos personajes, que defienden la continuidad del embarazo a toda costa, preocupados por la vida que tendrán luego de nacer. ¿Les importa acaso la salud a la cual podrán acceder o la calidad de su educación? Menos les importa la calidad de los trabajos a los que podrán optar, o el monto de las pensiones que terminarán obteniendo. No les importa porque no es su realidad, ellos representan y son parte de la casta político-económica, quienes hoy tienen los puestos de poder político y son dueños de las grandes empresas, a ellos no les interesa lo que le pase a la gente común. Me parece más honesto, aunque sin duda inmoral (pero no les pidamos más de lo que pueden dar) Enrique Van Rysselberghe, quien está preocupado por el decrecimiento demográfico que podría significar aprobar este proyecto de ley. En otras palabras, le preocupa que disminuya la mano de obra barata que los mantiene hoy en los puestos de poder político y económico.

Pero, a ver, después de escuchar tamaño nivel de tonteras, ¿vamos a dejar que sean ellos quienes decidan lo que pasa con nuestros úteros? Como personas autónomas, libre pensantes, no solo tenemos el derecho, sino que el deber de decidir sobre nuestros cuerpos y sobre nuestros proyectos de vida. Así que, a la casta que no solo es corrupta, sino que no tiene compresión de lectura, que no cree que las mujeres tengamos derechos, que delira y alaba la tortura, el asesinato y las desapariciones forzadas, pero de gente adulta, no de fetos; les decimos que pueden guardarse sus argumentos dignos del oscurantismo donde quieran, porque sobre sus cuerpos ustedes tienen el derecho a decidir. Nuestra propuesta es entonces, abordar el tema del aborto desde el punto de vista de la reivindicación de los derechos de las mujeres, en tanto personas, con la vista, las convicciones y el trabajo puesto en eliminar cualquier tipo de violencia de género (entendiendo la penalización del aborto como una violencia ejercida por el Estado a las mujeres); para así construir una sociedad de derechos, donde todas, todos y todes podamos desarrollarnos en libertad e igualdad de condiciones.

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