Colega periodista, ahora sí: Diga delincuente

Vamos a comenzar por sumarnos a esa lógica, por hacer como que creemos aquello que he escuchado en varias ocasiones de algunos periodistas cuando se les ha planteado el por qué no tratan como delincuentes a los empresarios, políticos, dirigentes deportivos, animadores de televisión, policías o sacerdotes que se han visto involucrados en delitos

Por Daniel Labbé Yáñez

27/11/2015

Publicado en

Columnas

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Jovino Novoa

Vamos a comenzar por sumarnos a esa lógica, por hacer como que creemos aquello que he escuchado en varias ocasiones de algunos periodistas cuando se les ha planteado el por qué no tratan como delincuentes a los empresarios, políticos, dirigentes deportivos, animadores de televisión, policías o sacerdotes que se han visto involucrados en delitos. Aquel argumento de la “presunción de inocencia”. Es decir, eso de que mientras la justicia no diga lo contrario, estos tipos son inocentes, por lo tanto hay que respetar dicha calidad.

Digo “vamos a comenzar por hacer como que creemos aquello” porque, en honor a la esquiva verdad, todos sabemos que cuando se trata del «antisocial» que entra a robar a una casa o a un supermercado la sagrada “presunción de inocencia” es menos apreciada que curado hecho a las tres de la mañana. Es decir, junto con mostrarlo subiendo al furgón de Carabineros, el periodista y su medio de comunicación se visten de jueces de la República y antes de que ésta establezca que el tipo es efectivamente el autor del delito ya lo han marcado con la chapa de «delincuente».

Pero vamos a lo que nos convoca hoy. Lo importante es que a partir de este día (aunque sabemos que antes hubo otros casos como este) ya no habrán excusas para no tratar como se debe a un delincuente de los más genuinos. Hoy, el abogado, el miembro fundador de la Unión Demócrata Independiente, el presidente durante dos períodos de dicha colectividad, el senador, el ex presidente del Senado, Enrique Manuel Jovino Novoa Vásquez, ha reconocido públicamente su calidad de delincuente.

Esto, luego de que el 8° Juzgado de Garantía de Santiago lo condenara como autor y ejecutor de delitos tributarios. “Sí señoría, acepto los hechos en materia de la acusación fiscal”, sostuvo Jovino Novoa durante la audiencia. «No volverá a delinquir”, sumó su defensa.

Según detalló el Ministerio Público, Novoa emitió boletas maliciosamente falsas a tres empresas del Grupo Penta por servicios no prestados, con montos previamente acordados con los dueños del holding Carlos Alberto Délano y Carlos Eugenio Lavín, también imputados en la mediática causa. Además, se estableció que el acusado, a través de su firma Inversiones y Mandatos S.A., incorporó a su contabilidad boletas de terceros ideológicamente falsas por servicios inexistentes a título de gastos para así rebajar impuestos.

No es el interés de esta columna entrar a discutir terminologías legales, sino que promover la disputa de aquel trascendental espacio que otorga la discursividad a través de los medios de comunicación. El lenguaje construye realidad y la nuestra es que la delincuencia no es exclusividad de un determinado sector socio-económico de nuestro país, como nos han querido hacer creer majaderamente los medios tradicionales de comunicación que se cuadran con el discurso hegemónico aquel que repite como malo de la cabeza que solo los pobres son delincuentes, porque los ricos lo que hacen es cometer ilegalidades.

Como en otros tiempos, cuando las noticias eran otras, y se decía frente a las torturas y asesinatos que a los policías y agentes del Estado se les «había pasado la mano», mientras se festinaba con los «terroristas exterminados como ratones».

Hoy todavía hay conductores de televisión que no se atreven a llamar dictador y menos asesino a Augusto Pinochet, pero que están esperando ansiosos ser ellos quienes le pongan el último clavo al ataúd donde descansará el nombre que algún día tuvo el “Cisarro”.

Para cambiar eso, colega periodista, ahora sí, comience por decirle sin complejos ni temores delincuente a aquel al que antes llamó senador. Esto, al menos, quitará en algo el sabor desagradable que deja el saber que lo más seguro es que este delincuente –junto con no ir a la cárcel- pueda volver a ser su «representante».

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