Como en Japón, en Chile las centrales nucleares serán catastróficas

Después de la rebelión ciudadana magállanica del gas, políticos, empresarios, expertos y columnistas de derecha sacaron a relucir la opción nuclear para incluirla en una matriz energética futura (*)

Por Director

13/03/2011

Publicado en

Columnas

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Después de la rebelión ciudadana magállanica del gas, políticos, empresarios, expertos y columnistas de derecha sacaron a relucir la opción nuclear para incluirla en una matriz energética futura (*). El grupo Luksic, consorcios empresariales energéticos y las dos multinacionales que dominan el mercado mundial de reactores nucleares de III generación (la francesa Areva y la estadounidense Westinghouse) ven en Chile un mercado lucrativo.

Cuando la ética social aconseja prudencia y regirse por el principio de precaución, los intereses económicos capitalistas no consideran las necesidades básicas de seguridad para la supervivencia social.

Medios capitalinos dejaron entrever que Barak Obama conversará con Piñera de inversiones en energía nuclear en Chile. La comitiva del presidente estadounidense será portadora de los intereses de Westinghouse o de una de sus sucursales.

Pero con la explosión de un reactor nuclear (y posiblemente de un segundo) de la central de Japón de Daiichi y la amenaza de contaminación con lluvias radioactivas en ciernes, ya nada debe ser como antes y la mentada opción nuclear chilena hay que tirarla al tacho de la basura.

Habría que sacar lecciones de lo sucedido.

Apenas las olas monstruosas del tsunami se retiraban de la costa noroeste del Japón y cuando las fuertes réplicas no cesaban de aumentar la angustia de los ciudadanos, otro frente de emergencia se le abría al Estado japonés: la amenaza de explosión nuclear y contaminación radioactiva.

Son varias las centrales de la isla de Japón afectadas directamente por el terremoto de 8,9 grados de magnitud. El Gobierno confirmó ayer sábado los peores temores de la gente y los expertos: dos explosiones y al menos una fuga radioactiva se produjeron en la central de Daiichi, en la comuna de Fukushima, situada a 240 km al norte de Tokio. Hay 11 centrales paradas de urgencia y 5 reactores con graves problemas de enfriamiento y otros con alza de presión y temperatura. Por lo que el riesgo de accidente nuclear ha aumentado exponencialmente. Y ya hay 45.000 personas evacuadas y el resto debe parapetarse herméticamente en sus casas.

Aunque el portavoz del Gobierno, Yukio Edano, intentó tranquilizar a los japoneses al citar un comunicado de la empresa explotadora de la central, la Tokyo Electric Power Co. (Tepco), los técnicos detectaron cesio radioactivo en los alrededores de la central. Y según la agencia Kyodo, la radioactividad que una persona recibe en una hora en el lugar es equivalente a la que no debe ser superada en un año de recepción.

Informaciones indican que en 2002 ejecutivos de la Tokyo Electric Power Co. (Tepco) fueron acusados de falsificar informes de seguridad de las plantas nucleares.

Las redes de organizaciones antinucleares de Europa y América del Norte hablan de un escenario escalofriante; de una repetición del de Chernóbil (en 1986, en Ukrania) que dejó 4.000 muertos atribuibles al accidente y mas de 100.000 enfermos. Cuba solamente trató en sus clínicas especializadas a 24.000 niños afectados.

La energía nuclear no es limpia ni es una solución en una estrategia energética de largo aliento para un país como Chile tan a riesgo de terremotos y tsunamis como Japón. Digan lo que digan los intereses en juego. Y pese a los avances en el plano técnico y científico, con el fuego nuclear no se juega. La nuclear es una tecnología con lagunas; incierta e incontrolable incluso en circunstancias normales y de riesgo incalculable e impredecible en caso de movimiento telúrico impactante.

Además, poco se habla de los desechos nucleares que se van acumulando y que son radiactivos. Una infraestructura debe construirse para ocultarlos, porque no desaparecen sino que permanecen emitiendo radiaciones durante casi un siglo aún después de enterrados. Es decir, no hay solución definitiva.

Tanto Japón como Chile están expuestos a crisis y accidentes telúricos y tsunamis con efectos impredecibles. Ambos tienen similitudes. Están en plataformas geográficas de alto riesgo sísmico. Sin embargo, con respecto a Chile, Japón tenía al menos dos ventajas hipotéticas para manejar el riesgo de accidente nuclear. Es un país desarrollado con un pasado que lo obliga a ser cauteloso en la materia y donde el conocimiento y uso de la tecnología nuclear llevan al menos tres décadas. Estos son años de pericia acumulada.

La paradoja es que de poco o nada le han servido a Japón estas dos presuntas ventajas para evitar la actual crisis que va acompañada de angustia y temor por los daños incalculables de una potencial explosión o fugas radioactivas. Y el imaginario colectivo japonés está marcado por el recuerdo de los sufrimientos de Hiroshima y Nagasaki. No hay familia que no tenga un pariente o amigo afectado por radiaciones.

Una certeza evidente se impone: Japón, debido a sus características de alto riesgo de catástrofes telúricas no debió nunca haberse dotado de una matriz con centrales nucleares para suplir sus carencias energéticas.

El error y mala evaluación es atribuible a las malas decisiones de las autoridades japonesas y a los imperativos económicos capitalistas que no las dejaron prever y analizar con prudencia. La economía japonesa trató de romper con la dependencia del petróleo, pero el apresuramiento típico de un modelo que debe ser competitivo en el mercado mundial automotor y de la industria electrónica la empujó a instalar centrales atómicas. Lo peor es que aquí la Historia no sirvió como dique de contención.

Y el otrora fuerte movimiento antinuclear japonés perdió la batalla contra el poder económico. Víctima de dos ataques nucleares norteamericanos en Hiroshima y Nagasaki, Japón es hoy el único responsable de una pésima opción energética.

Chile se enfrenta al mismo dilema. O dejarse avasallar por el imperativo tecno cientifico dominado por la lógica del capital o bien resistir y vencer. No nos debe suceder lo mismo que al pueblo japonés.

Es decir: Primero ser conscientes que los empresarios energéticos y mineros y sus peones en el gabinete piñerista se la están jugando por construir centrales atómicas empujados por las necesidades de consumo de la empresa extractiva y exportadora minera. Son miles de millones de dólares que se pasearán por los pasillos de La Moneda, gabinetes de abogados, ingenieros y constructores.

Y segundo: como bien conocemos la mentalidad capitalista de los grupos empresariales, que no retroceden ante nada cuando de negocios se trata, el movimiento ecologista tendrá que desarrollar su vertiente antinuclear, preparar movilizaciones y los recientes argumentos para ganar la batalla de la opinión publica.

(*) Ver mi análisis sobre la revuelta magallánica en: www.elciudadano.cl/2011/01/11/que-se-esconde-tras-la-provocacion-pinerista-a-magallanes

Por Leopoldo Lavín

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