Consecuencias de la política de la mentira del Gobierno

Von Baer como Goebbels juega con la verdad y la manosea

Por Director

23/09/2010

Publicado en

Columnas

0 0


Von Baer como Goebbels juega con la verdad y la manosea. Para que algo quede; algo de cierto, mucho de mentira. La ministra dice: «Debido a la actitud adoptada por la Concertación, la huelga de hambre de los comuneros mapuches se va a alargar por más tiempo». Es un hecho, sin embargo, que el gobierno de Piñera puede parar el movimiento huelguístico en todo tiempo, ahorrándose los enormes costos políticos como consecuencia de una estrategia ciega y obcecada (El Estado empresario entiende sólo de ganancias y costos). En efecto, el Ejecutivo tiene la potestad, mediante un Decreto Supremo, de resolver que la Ley Antiterrorista no se aplique a los prisioneros políticos mapuches en huelga de hambre.

Sólo después de este gesto, tanto concertacionistas como aliancistas podrán volver a sus mezquinos menesteres binominales. Ahí podrán continuar con sus prosaicos debates de políticos donde demuestran día tras día su incapacidad para resolver conflictos legítimos y tensiones normales en un Estado plurinacional y multicultural. Todo por querer pan y pedazo. Seguridad interior de las clases pudientes, integridad nacional según los cánones del siglo XIX y explotación forestal, minera y energética del capitalismo depredador y globalizado en el territorio mapuche.

Pero en vez de tomar decisiones políticas justas y proceder conforme al respeto de los derechos democráticos con el fin de preservar la vida de los 34 prisioneros políticos, el Ejecutivo pierde un tiempo precioso y se obstina en el juego político binominal culpando a la Concertación por no votar las modificaciones propuestas.

Consecuencia de lo anterior: la espada de Damócles del Estado Chileno ceñida en conjunto con los otros poderes (el poder judicial, el legislativo y el mediático) pende sobre el cuerpo de los comuneros mapuche. Y como bien lo hemos comprobado quienes los hemos visitado en la cárcel y mirado profundamente en sus ojos y en los de sus compañeras, madres e hijos pequeños, los luchadores y su pueblo creen en la justeza de su causa y en la validez histórica de sus razones.

Además, el coraje inspira emulación y exalta la ética de la resistencia contra poderes políticos e intereses económicos incapaces de abrirse a otras forma de construir país y convivir. Por lo que un desenlace fatal, que puede ocurrir en cualquier momento, podría tener insospechadas consecuencias políticas.  Y ahí, ni las razones de Estado, ni los voladores de luces en las mesas de diálogos cooptadas en el Cerro Ñielol, ni los millones de los planes Araucanía valdrán como argumentos para justificar la dureza de los hombres y mujeres del Estado, de la oligarquía y sus partidos.

Bien sabemos que si esto ocurre algo se quebrará con mucho crujido en eso que ha sido hasta ahora el lema piñerista por excelencia: la “unidad nacional”.

Porque como lo dijo José Aylwin casi con todas sus letras en una columna, este es un gobierno de blancos europeos, casi de recién llegados al extremo sur del continente. Tampoco olvidemos que el 70% de los chilenos —como bien lo explican tanto los manuales de turismo internacional como el World Factbook de la CIA— somos mestizos.*

Y si todos los que somos o tenemos un ancestro mapuche nos pusiéramos en movimiento para defender los derechos y la vida de nuestros primos hermanos que asumen su identidad de hombres de la tierra y ponen sus cuerpos en juego para defender el derecho a ser Nación y a reconstruir su cultura, la injusticia no podría durar, ni menos la arrogancia de un poder y de sus voceras y ministros sordos al clamor de libertad de dos pueblos, el chileno y el mapuche.

Por Leopoldo Lavín Mujica

(*) También lo sugirió de manera no menos clara el Arzobispo católico Ricardo Ezzati de Concepción en su Homilía del 18 de septiembre en Talcahuano, al referirse a los chilenos como un pueblo de mestizos .

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones