OPINION

La hora de los herejes contra Ezzati

“No porque yo a un gato le ponga nombre de perro, comienza a ser perro” Ricardo Ezzati

Por paulwalder

09/04/2018

Publicado en

Columnas

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“No porque yo a un gato le ponga nombre de perro, comienza a ser perro” Ricardo Ezzati. Máximo responsable de la Iglesia Católica.

Largo es el listado de las violentas agresiones verbales de quien es vocero de los católicos en Chile, él habla por todos. No queda duda que esta última metáfora/parábola abominable, superó con creces el marco que debe tener una alta autoridad que representa solo a los creyentes y un violento ataque a todos aquellos que sostiene que en Chile hay espacio para todos, lo que lleva a recordar lo dicho por José Artigas….tierra para todos o para nadie.

Ezzati representa el periodo más oscurantista del pensamiento religioso. Para él los tiempos no han cambiado, sigue soñando que se pasea tranquilo por los pasillos vaticanos dirigiendo, colocando reyes y dictando leyes, sólo le falta fijar impuestos, el 1% podría serlo para poder entrar al cielo.

Ezzati es la expresión del retroceso que está instalado en Chile hace muchos años, desde que las clases de religión eran obligatorias y que el no saber de memoria trozos del catecismo se castigaba casi a palos. Tantas estatuas en calles y pueblos con pies de barro y algunas convertidas en grandes negocios milagreros libres de impuestos.

Quien le concedió a Ezzati a ser el portavoz del Te Teum, actividad instalada por el presidente Salvador Allende para hacer una reflexión sobre la patria pero desde una mirada amplia, no una apología al colocar la otra mejilla y al perdonar por lo que no saben lo que hacen. Chile tiene muchas miradas, muchas propuestas, largas deudas y desigualdades que se arrastran por años, pero no todos han formado parte en esa mesa de invitados. No están presentes y por años los que sostienen que hay que defender la república desde la visión laica.

Recordaremos lo obsecuente y servil que fue la permanencia del Nuncio Apostólico Sodano al dejar en el más absoluto abandono a sus corderos y ese silencio permitió a los lobos que se ensañaran con ellos. El Nuncio fue más asiduo a los templos pinochetistas que a los que él supuestamente era representante. Nada dijo Angelo Sodano sobre sacerdotes fusilados, detenidos desaparecidos tantos y tantos torturados, para esa iglesia que existe y está presente en la representación de Ezzati. Al decir que Dios era quien se encargaría de hacer justicia, lanzaba un mensaje de impunidad para los crímenes cometidos y para los que se cometieron con posterioridad.

No son públicas las predicas y sermones de quienes hacen misa en Punta Peuco.

La actual iglesia chilena debe recordar que el representante del Papa en Chile, abandonó a los obispos que fueron apedreados por el actual Ministro de Interior y del procesado Longueira y otros gremialistas.

Todos han bajado la cerviz frente a Ezzati. Nadie intenta colocar asuntos mundanos y territoriales en la mesa del cardenal que van desde la educación en sus colegios convertidos en verdaderas catedrales de lucro y medioevo, hasta el listado enorme e privilegios del que gozan en el más absoluto control.

Ezzati no representa al católico pobre que entiende de su circula está estrechamente ligada al paraíso eterno, tampoco a los que defienden un país diverso, integrador, democrático y también para los libre pensadores. La forma de ver el mundo que tiene el actual cardenal Ezzati no aporta en absoluto al Chile que de forma trabajosa intenta más derechos por años conculcados.

Nada dijo y silencio cómplice guardó la iglesia cuando el presidente Ibáñez lanzó/fondeó en el mar a todos los homosexuales en Valparaíso, eso era conocido, público, y para esos corderos expulsados por impuros quedaron convertidos en asunto menor para la iglesia.

Chile conoce todo lo sucedido con el cura Karadima, del poder que él tenía al interior de la iglesia católica, siendo eso, un cura con una parroquia para el abc1. Obispos y cura sabían que en sus tiempos de militante de la extrema derecha chilena apoyó a los asesinos del Comandante en Jefe General Schneider. Ezzati defendió la impunidad para los abusos de Karadima, protegió al cura Berrios que le regalaron la diócesis de Osorno y que opacó la gira papal. Son tantas las actitudes de Ezzati que ya no causa asombro desprecie a las personas, que han existido desde siempre.

Nadie podría decir que entre los apóstoles hubiera personas trans, o que Juan el Bautista fuera homosexual, y si así hubiera sido en nada cambiaria ni el antiguo ni el nuevo testamento. Eso pueden legítimamente pensarlo los que tengan una visión más amplia de esos tiempos no para condenarlos sino para defender posiblemente a todos lo que mantuvieron su vida obligados a predicar la palabra.

La iglesia es una institución que tiene un alto peso cooptado en la sociedad por la clase dominante y el segmento político sin poner en tela de juicio y duda sus contenidos. El silencio absoluto es manifiesto estado de complicidad. Actúan con parámetros de inmunidad que pocos tiene y ejercen a su regalado antojo.

Ezzati, al igual que otras instituciones de la sociedad chilena debe hacerse cargo de todo lo que sucede en sus templos, y cuando ellos salen de sus templos para hacer, decir y proponer. El agua del mar no será más salada si los homosexuales que habitan al interior de la Iglesia puedan ejercer el sacerdocio, pero también debe saber la iglesia que ante delitos de cualquier orden debe ser la justicia de los hombres la que repare el delito, y entregue a la sociedad una respuesta. El Código Canónico no atañe a la sociedad civil.

Ezzati defiende el modelo educativo en los colegios que se encuentran bajo el amparo de la Iglesia, donde se trabaja para educar y construir la clase dominante que será la encargada de prolongar el modelo neoliberal en esa mezcla diabólica entre negocios y fe que tan buenos resultados depara. Nadie ha cuestionado los escritos del designado Cardenal Caro en su empecinada batalla contra el laicismo vigente hasta los tiempos actuales, y que refleja el retroceso que habita al interior de los templos con sus escritos.

La Iglesia católica no es creíble y para que no creer en ella lo sea la gran evidencia que viene desde muchos tiempos antiguos. Galilei dijo que había lunas y cuerpos celestes giraban alrededor de otros. Copérnico permaneció encarcelado por orden la Santa Inquisición en su casa por nueve años, sencillamente por enunciar que alrededor del sol giraban planetas. La Iglesia siempre ha rechazado y negado de la ciencia, persiste en no aceptar verdades de básica evidencia.

No es creíble, ni justo, ni digno la iglesia ni su Papa durante 1940-1945 en Europa y escabrosa su alianza con el franquismo que dejó más de un millón de muertos durante la guerra civil en la España de Federico García Lorca y Miguel Hernández.

Franco caminaba bajo Palio sostenido por obispos españoles y escribió en una moneda que era caudillo por la Gracia de Dios, él mismo que no estaba cuando los camisas azules fusilaban a curas vascos que sostenían la independencia y el respeto a su cultura e idioma.

La Iglesia católica siempre estará cercana al poder porque el poder siempre le interesa, es un elemento fundamental en el control del hombre y en el modelo económico y social que le interesa para mantenerlo a sus pies. Coloca la otra mejilla cuando te hayan golpeado, ese es el hombre sumiso que le interesa exista. La Inquisición dejó un reguero de personas quemadas vivas luego que una sotana entregara la razón sin el más mínimo asidero de verdad, nacido de alguna esquina de locura.

Ezzati constituye un nefasto personaje en la sociedad civil chilena. Cierto es que la inmensa ciudadanía no creyente o crítica no puede una vez ser más sometida a los designios de un segmento que se autodefine como custodios de la moral y las buenas costumbres, donde son justamente ellos lo más alejados de sus prácticas habituales.

Es hora ya que las sesiones del parlamento se den inicio en nombre del pueblo que vota a sus representantes y no en nombre de Dios, cuya existencia siempre estará en duda y debate. Eso representaría más a todos los que se esforzaron para que existan cementerios laicos y no fueran lanzados a fosa común por no ser católicos. Merecen respeto todos esos que impulsaron el matrimonio civil y todas las leyes que han aportado al desarrollo del país.

En este país no hay espacio para los que trabajen para predicar la negación y conculcar derechos fundamentales. Es hora que algún valiente nuevo parlamentario vaya dando luces para avanzar en colocar los asuntos de la república en el lugar que esperan los herederos de haber logrado la separación del Estado y la Iglesia en 1925, y que aportaron a conquistar de la Independencia y nacionalizar el cobre

Decían algunos…la única iglesia que da luz es la que arde.

 

 

 

 

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