Maluma y cómo perdonamos la misoginia cuando viene de un “guachito rico”

Para mucha, mucha chiquillada, el joven reggaetonero Maluma (cantante y compositor colombiano) cumple con todos los estándares de belleza que, se supone, nos tendrían que agradar a todas las mujeres

Por Daniel Labbé Yáñez

24/02/2017

Publicado en

Columnas

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Para mucha, mucha chiquillada, el joven reggaetonero Maluma (cantante y compositor colombiano) cumple con todos los estándares de belleza que, se supone, nos tendrían que agradar a todas las mujeres. Por mi parte, sí lo hallo un tanto pintosito, aunque infinitamente alejado de mi gusto personal.

Confieso que soy una mujer de baja tolerancia en relación al machismo y violencia, eso acentuado por lo cansadas que estamos muchas del bajo (casi nulo) respeto que recibimos en la calle por parte de los que todavía no se miden con sus “piropos”. A pesar de las advertencias que me habían hecho sobre las letras machistas de Maluma, quise conocerlas un poco antes de opinar. Soy sincera y les digo al tiro que no me las leí todas (sí, las “leí”, porque el reggaetón no me agrada, musicalmente hablando).

(Les advierto que esta es una columna de opinión, así es que el que espera una crítica musical sobre el género del reggaetón, está en el espacio equivocado).

Llegué a la canción “Cuatro Babys” y chucha, me encontré con una oda a la violencia contra la mujer, el machismo y la misoginia. El caballero se siente sumamente conflictuado porque no sabe con cuál de las minas que se pesca quedarse. Pobrecito.

Es un “afortunado”, dirán muchos congéneres, “¡está con cuatro mujeres, CON CUATRO!”, y ellas le dan todo el placer que necesita, sin cuestionar. Las intercambia cuando quiere y las usa ídem. Las mujeres no tienen poder de decisión ni valor alguno como personas:

 

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Pone a las mujeres en un lugar en que son objeto de deseo, desechables, y que solo viven para satisfacerle. Además, la canción nos narra que el protagonista tiene una mujer “oficial”, de la que está “enamorao” porque tiene un “culote y pelo rubio”, a la que regalonea con una copia de sus tarjetas de crédito: o sea, lo que todas las mujeres queremos (?).

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Pobre hombre el protagonista, no sabe por cuál decidirse porque “todas maman bien, todas me los hacen bien, todas quieren chingarme encima de billetes de cien”.

A los “Malumalovers”, que ya me han escrito para contarme que “Cuatro Babys” es solo una canción machista entre un repertorio menos ofensivo y violento, les digo una cosa:

“Ya, pero me pegó un poquito no más, y ni siquiera me quedó morado, es que él es mal genio, así que no importa”. Pregunta: ¿les suena?

La violencia (aunque, en este caso, sea “una sola” letra) es violencia igual. Es imperdonable y condenable igual.

Maluma Cuatro

Estoy consciente que la mayoría de las letras de reggaetón hablan de las mismas temáticas: mujeres, carrete, sexo, copete, excesos y todo ese mundo que los reggaetoneros sueñan con tener a su alcance (lo que me parece patético y triste), y que Maluma no debería pagar él solo los platos rotos, pero sí hay algo que me llama poderosamente la atención:

Las que son súper pro derechos de las mujeres hasta que viene un hueón, las destroza, y se lo perdonan solo porque es guachito rico como Maluma.

O sea, si viene un artista violento que no es agraciado, “¡a la hoguera!”; si llega Maluma, “¡guachito rico, hasta abajo baby”. Me violenta vuestra inconsecuencia.

Independiente de si me gusta o no el reggaetón, hay temas que no hay que tomarse a la ligera no más: la violencia de género es uno de ellos. Me da pena que Maluma sea un ídolo de masas, me angustia saber que lo corean, repitiendo sus letras como loros, cabras chicas que, sin tener conciencia, naturalizan la violencia contra la mujer.

Porque sí, entérate, canciones violentas llegan a oídos de menores de edad y, aunque las mujeres mayores somos libres de vivir el sexo como queramos y con el Maluma que elijamos, los niños que encienden la radio no tienen por qué enterarse.

Me preocupa que, a estas alturas, cuando al 9 de febrero de 2017 en Chile se registran 6 femicidios consumados y 17 femicidios frustrados (según el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género), nos sigan encontrando “cuáticas” y exageradas al verbalizar nuestra indignación por este tipo de situaciones.

Esta semana, Café Tacvba puso en la palestra la letra de “Ingrata”, canción que muchos en los ’90s nos hicimos chupete en las pistas de baile. Trata de un hombre que sufre por el amor no correspondido de su ex pareja, que está tan triste que le dice: “Por eso, ahora tendré que obsequiarte un par de balazos, pa´ que te duela. Y aunque estoy triste por ya no tenerte, voy a estar contigo en tu funeral”. Rubén Albarrán, vocalista de la banda, plantea cambiarle la letra a la canción o, en su defecto, no volver a tocarla en vivo. Y yo me pongo de pie y aplaudo a Rubén.

La pega de erradicar el machismo de esta sociedad es de todos nosotros. Partamos por pequeños gestos, respetemos a las mujeres desde los pequeños detalles, eduquemos a nuestros hombres cercanos, amigos, hermanos, hijos, conocidos, compañeros de trabajo.

Si las mujeres les estamos diciendo, gritando, marchando, que nos sentimos violentadas por tal o cual cosa, sería la raja que, aunque el hombre no lo entienda (porque seguramente jamás le ha pasado nada parecido), lo acepte y lo respete. No que lo ponga en duda ni trate de restarle importancia.

Espero de todo corazón que el camino hacia la libertad de género esté cada vez más cerca, y no a años luz, como se ve ahora.

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