Migajas empresariales a la cúpula CUT y perspectivas de la lucha sindical

Le llueven las críticas a la cúpula de la CUT después de que su dirigente máximo, Arturo Martínez, presentara algunas «migajas» como grandes resultados de sus negociaciones con los empresarios de la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC)

Por Director

26/03/2012

Publicado en

Columnas

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Le llueven las críticas a la cúpula de la CUT después de que su dirigente máximo, Arturo Martínez, presentara algunas «migajas» como grandes resultados de sus negociaciones con los empresarios de la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC). Lo que Martínez llama un «diálogo útil para resolver los problemas postergados de los trabajadores» ha sido, para el especialista en derecho laboral José Luis Ugarte, «el acuerdo más paupérrimo del que se tenga memoria con el gran empresariado, representado en la CPC, todo bajo el caricaturesco nombre de diálogo social.» (*)

Más penetrante aún es el análisis cuando, según el abogado y académico, «basta con leer el proyecto del Gobierno —que Martínez salió a defender apasionadamente— para darse cuenta que pone más trabas y requisitos para que los trabajadores logren su objetivo de sindicalización. O sea un avance al revés.»

Y dotarse de normas laborales que faciliten la creación de sindicatos es el primer paso para poder negociar enseguida las condiciones de trabajo y los salarios en la empresa. De ahí se parte. Parece que la cúpula de  la CUT no ha leído el Manual #1 del Sindicalismo.

Aquí conviene detenerse ante la gravedad de los hechos y de las circunstancias que por su sola exposición se transforman en denuncia. ¿Cómo es posible que Martínez y la cúpula de la CUT hayan ido tan lejos en su intento por mantener a los trabajadores -que son millones- en una situación de desventaja y explotación ante el poder excesivo y al enriquecimiento irracional de una minoría empresarial que desde algunos meses apenas tributa un miserable 20% comparado con el promedio de 35% que pagan al fisco en impuestos los empresarios, industriales y corporaciones de algunos países latinoamericanos y de muchos europeos?

Es imposible ignorar que de las ganancias siderales y de salarios paupérrimos vienen la concentración del capital, la riqueza obscena en manos de unos pocos y la desigualdad profunda entre las clases sociales. Porque precisamente, este tipo de estructura clasista de producción y de propiedad es fuente de conflictos y luchas sociales que atraviesan la sociedad chilena y ante los cuales, el Estado, que representa a la misma fracción social propietaria decidió -como es la norma en estos casos- reaccionar con todo el peso de la violencia estatal.

Así es, no puede ser legítimo ni justo un modelo de apropiación del trabajo asalariado en condiciones de tanta precariedad y explotación y sin ninguna capacidad de negociar debido a la orgánica de leyes laborales que favorecen, desde la dictadura pinochetista,  el poder del Capital.

Las preguntitas que se imponen acerca de la CUT, la política y el modelo

Entonces: ¿Cómo y por cuáles mecanismos mentales obviar el hecho de que esa división profunda y la falta de derechos colectivos para negociar la venta de la fuerza de trabajo generan el humano sentimiento de rebeldía social que comienza a manifestarse en amplios sectores sociales? Por uno solo: por la ideología capitalista transformada en ciencia económica neoliberal y en esquema de percepción naturalizada de la realidad por el discurso político dominante. Todo se resume en decir que el crecimiento en cifras prima por sobre el desarrollo de condiciones sociales y económicas de bienestar, es decir, prevale ante los salarios y bienes públicos como pensiones decentes, salud y educación profesional y técnica, públicas y gratuitas.

¿En nombre de qué principio moral hay que exigirles a los trabajadores y proletarios que acepten hoy vivir pobremente explotados mientras los ricos se enriquecen ad infinitum? Con el agravante que no hay «chorreo» y que la dinámica capitalista destruye y contamina el medio ambiente: el aire que respiramos, los océanos, los glaciares, las plantas y alimentos.

¿Será la tarea de la cúpula de la CUT administrar con falsa representatividad de todos los trabajadores de Chile el descontento laboral con dádivas patronales y aplacar mediante simulacros de «diálogos» las resistencias proletarias que se avecinan? La incubación de la violencia social tiene causas y agentes responsables.

¿Cómo es posible que la espiral del silencio con respecto a la política sindical de Arturo Martínez y de la dirigencia CUT, a la que el calificativo de «entreguista» le cae como anillo al dedo, no haya sido denunciada en el movimiento social?

¿No hay acaso un vínculo racional entre las condiciones de acumulación y de reproducción del capitalismo neoliberal y el desistimiento de la CUT de luchar por un nuevo código del trabajo? El actual es la síntesis normativa neoliberal apropiada para la explotación del trabajo asalariado cuyo espíritu la Concertación nunca ha querido tocar. Una muestra más del abandono de los principios no sólo socialistas sino también humanistas y democráticos.

Conviene mencionar, para apreciar la dimensión política de la situación económica de los trabajadores, que Arturo Martínez es miembro de la dirección del Partido Socialista de Chile. Lógicamente entonces, en alguna instancia partidaria del PS éste ha debido rendir cuentas por su responsabilidad en la asimetría o desequilibrio de poder extremo existente entre los propietarios del capital y los de la fuerza de trabajo. Ni comentarios pertinentes han habido ni críticas se le han hecho al principal dirigente de la CUT dentro de la mal llamada «izquierda» institucional.

¿Debemos comprender entonces que hay una política deliberada de la Concertación y del Partido Socialista para mantener a los trabajadores en las condiciones actuales de sometimiento, fragmentación y precariedad laboral? Para dar así garantías a los empresarios; estrategia en la cual se inscribe el concertacionismo.

¿Se puede reivindicar ser un partido de los «trabajadores» sin luchar por sus derechos y por el más fundamental de ellos, el derecho a huelga sin contratación de rompehuelgas durante la huelga legal, práctica corriente de los empresarios chilenos que anula de hecho a la huelga como mecanismo de negociación y fuerza de la clase trabajadora?

Únicamente en este marco se entiende que M. Bachelet tuviera como ministro a un neoliberal como Andrés Velasco en Hacienda y, a un ministro del Trabajo socialista como Oscar Andrade.

Las perspectivas del movimiento sindical

El desafío actual para los trabajadores y trabajadoras es construir la unidad del movimiento sindical. Todas sus expresiones deben tender a dotarlo de mecanismos democráticos de representación para poder converger en un proyecto de unidad sindical por la reconquista de los derechos sindicales conculcados por la dictadura, la Concertación y el piñerismo.

Para desencadenar a los trabajadores de una situación de explotación propia del capitalismo salvaje del siglo XIX es necesario que los trabajadores mismos se desembaracen de las cúpulas que no representan sus intereses. Esto implica desahuciar los discursos «sociológicos» y academicistas acerca de la «atomización» y desaparición del movimiento de trabajadores como sujeto de cambio. Así como desconfiar del «autonomismo», que defendido con ardor puede, con una retórica elocuente, antipolítica y antipartido comprensible, pero sin matices, conducir a la pasividad política, al aislamiento y a nuevas formas de burocracia. Conviene además distanciarse del discurso demasiado economicista y testimonial de la impotencia, que no hace más que constatar con cifras la cruel realidad para los que venden su fuerza de trabajo, pero sin propuestas de cambio ni plataformas de acción para un sindicalismo de lucha por objetivos concretos.

¡Pero si son millones los miembros potenciales del movimiento sindical!

¿Cómo no van a poder constituir una fuerza social políticamente poderosa los trabajadores y trabajadoras jóvenes y viejos organizados en sindicatos, federaciones, confederaciones y centrales si convergen y deciden juntos y democráticamente, forjando alianzas y articulando las demandas con otros movimientos sociales, luchar por cambiar las estructuras de un país injusto y desigual?

Es hora de pasar a la acción. En las próximas elecciones de la CUT es imperativo presentar una lista de dirigentes honestos que le dispute el poder a Martínez y a su entorno. Estos tendrían que levantar una plataforma que plantee democratizar la CUT, controlar sus dirigentes, recuperar los derechos colectivos, solidarizar activamente con todos los conflictos de clase y democráticos, practicar la unidad con todas las otras instancias del movimiento sindical para dotarse de un plan de movilizaciones con miras a darse una ley del trabajo o código laboral que le permita al movimiento sindical librar luchas y negociaciones para mejorar sus condiciones de trabajo y salariales.

Ya es tiempo de presentar una lista que agrupe a diversas corrientes de trabajadores y que plantee la necesidad de luchar por un Gobierno de los Trabajadores y de los movimientos sociales, única encarnación posible de un Gobierno de las mayorías. Serán los primeros pasos necesarios en lo que es sólo un comienzo prometedor.

Por Leopoldo Lavín Mujica

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(*) El abogado y académico escribe irónicamente: «Lo acordado son cosas tan «relevantes»  como: cursos de capacitación, campaña publicitaria sobre seguridad en el trabajo, minúsculos cambios al seguro de desempleo, subsidio al primer empleo, cambios formales a la negociación colectiva y un par de comisiones bipartitas para seguir reflexionando.» NDLR, las comillas sobre relevante son nuestras.

http://www.elmostrador.cl/opinion/2012/03/22/acuerdo-cut-cpc-llueven-migajas/

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