El dieciocho célibe de la apátrida
Si bien visité las ramadas del parque Alejo Barrios en Valparaíso y las de Talca, comí anticuchos y me subí a un inseguro juego mecánico llamado “pulpo”, la mayoría de los días festivos los pasé en casa, sin pierno, es decir sola, haciendo una exhaustiva y neurótica revisión de la programación de la señal abierta