¿Qué buscamos, igualdad o equidad de género?

Cuando nos referimos a equidad de género, inmediatamente se asocia el término  de igualdad de género, que si bien, están estrechamente relacionados, parten de un principio distinto

Por Jose Robredo

11/03/2016

Publicado en

Columnas

0 0


ecofeminismo

Cuando nos referimos a equidad de género, inmediatamente se asocia el término  de igualdad de género, que si bien, están estrechamente relacionados, parten de un principio distinto. Es por ello que el objetivo de esta columna es mostrar la diferencia que existe entre ambos conceptos, y cómo su confusión en las políticas públicas ha perpetuado las diferencias de género.

La igualdad de género, por un lado, se refiere a un principio jurídico universal, el derecho inherente que tenemos todos los seres humanos a ser reconocidos como iguales ante la ley, es decir, a tener los mismos derechos y deberes frente al estado y la sociedad, independiente de nuestro sexo y género. El término igualdad de género es un concepto clave en la Declaración Universal de Derechos Humanos, que busca ampliar los derechos históricamente coartados de las mujeres, como bien lo dice la Conferencia de Viena de las Naciones Unidas en 1993: “Los derechos humanos de la mujer y de la niña son parte inalienable, integrante e indivisible de los derechos humanos universales”.

Mientras que la equidad de género es un principio que va más allá del valor legal de la igualdad, es decir, de la igualdad de derechos y deberes. Cuando nos referíamos a equidad, aludimos al concepto de justicia social, esto es, reconocer las diferencias que tenemos todas las personas, nuestras características particulares, entre ellas el sexo, el género y la orientación sexual, y a partir de ellas otorgar las garantías para que podamos disfrutar de la igualdad de derechos. La equidad tiene en cuenta las necesidades específicas de mujeres y hombres, y de las personas que no se identifican dentro del sistema hombre-mujer, generado así que la igualdad de condiciones y oportunidades pueda ser llevada a cabo de manera exitosa, para de esta forma superar las condiciones de desventaja en la que se nos sitúa, muchas veces, por el solo hecho de ser mujeres, pobres, LGBTI, migrantes, indígenas, trabajadoras, niñas o adolescentes.

La perspectiva de equidad de género toma en cuenta estas diferencias, y plantea las opciones para que las personas puedan desarrollarse de igual forma, exigiendo la incorporación de medidas que garanticen compensar y terminar con las desventajas históricas y sociales que tenemos las mujeres. Pero no solo las mujeres, si pensamos que la educación y la cultura fomentan un rol específico para los hombres, de proveedores de la familia, con un comportamiento determinado (machitos que no pueden llorar ni tener modales o comportamientos “femeninos”), la equidad de género también busca garantizar que ellos puedan desarrollarse como las personas que quieran ser.

Teniendo en cuenta esto, podemos decir que para que la igualdad de género sea llevada a cabo exitosamente es necesario que existan condiciones de equidad de género en la sociedad. Ésta, entonces, no busca que seamos iguales, sino que se enfoca en que las diferencias entre las personas no sean un impedimento para que puedan disfrutar de sus derechos en los diversos ámbitos, sean estos políticos, educativos, laborales, sociales, etc.

Hoy en Chile, muchas veces, en lugar de garantizar la igualdad de derechos por medio de políticas de equidad, tenemos políticas que, al no garantizar tal equidad, no son capaces de afrontar las discriminaciones que nos impone el sistema o las particularidades de cada persona. Esta situación mantiene y reproduce las desigualdades. Nos enfrentamos así a un escenario en el cual, si bien existen políticas de “igualdad de género”, como la nueva ley de cuotas para partidos políticos, siguen existiendo desventajas históricas por las que millones de mujeres lucharon y seguimos luchando hoy. Y es que pese a que las políticas de género son un tema recurrente a nivel de Gobierno y Congreso, la desigualdad sigue siendo un punto crítico en nuestra sociedad. Esto sucede, como dijimos, porque se han instaurado políticas desde la lógica de la inequidad social y de género, manteniendo un modelo que nos sitúa desde un principio en una posición de desventaja, funcionando más bien como parches que mantienen la desigualdad.

Claramente, las políticas de género en Chile carecen de una mirada que reivindique los derechos de todas las personas, pues no se han preocupado de la raíz del problema. Partiendo de la base, esto es, entender que necesitamos una educación que nos permita superar las desventajas y discriminaciones que nos impone el actual sistema y apunte a formarnos como seres humanos integrales. Hasta comprender que es necesario que se nos deje de “castigar” por tener útero, haciéndonos pagar más en la Isapre por estar en edad fértil, por ejemplo.

Hoy nos planteamos un escenario donde es nuestra responsabilidad decir basta cuando nos pagan un salario menor que nuestros pares masculinos, desempeñándonos en el mismo trabajo. Que no es posible que sigamos siendo una minoría en la política, y es que, por ejemplo, de 120 diputados(as) solo 19 son mujeres. Es insólito que aún sea aceptado socialmente que existen tareas que son solo de nosotras, como criar a hijos e hijas, lavar los platos y cocinar. Pero también es hora de decir basta a que a los hombres se les enseñe a no llorar; que la sociedad los “cargue” con la responsabilidad de ser el pilar económico principal de una familia, obviando, nuevamente, que ésta se constituye entre pares que deben colaborar; que se les enseñe a que realizar tareas en el hogar los hace menos hombres, entre muchos otros ejemplos. Tenemos entonces una despreocupación por generar una sociedad con equidad de género, para poder así llegar a tener garantías de igualdad de género reales.

Debemos asumir la tarea y apropiarnos del poder para cambiar esta situación, para desarrollar la equidad de género en la sociedad, para poder avanzar hacia garantizar la igualdad de derechos de todas las personas, respondiendo así a las demandas que cada ser humano tiene frente a las injusticias que vivimos hoy. Y para esto debemos apropiarnos del poder político que nos permita cambiar el actual sistema, porque la élite que hoy nos gobierno no lo va a hacer, ya sabemos que no le interesa. Es por esto que la pelea de hoy debería ser la construcción de una democracia comunitaria, que sea capaz de devolver los espacios de poder a la gente, entendiendo que uno de los pasos para ello es desarrollar la equidad en cada uno de los espacios y ámbitos de nuestra sociedad, respetando y valorando que todas las personas somos distintas, para así lograr una real igualdad de derechos y deberes. La lucha por garantías de equidad e igualdad de derechos no es solo una consigna para las marchas, es la lucha política y social que nos toca asumir hoy.

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones