1.- La educación es un quehacer humano, por lo que debe partir desde la pregunta: ¿qué es la persona humana? La respuesta es que la persona es un ser en y con el mundo, lo que significa que replica a los desafíos. El principal desafío de la persona humana es la transformación del mundo, pues de esta manera se humaniza. La humanización es resultado de la admiración, es decir, de la capacidad crítica y autónoma del pensamiento. De allí surgen los valores propios del educador, tales como la coherencia, la paciencia, la tolerancia. Su inexistencia impide el desarrollo de la creatividad. La creatividad conduce a la concientización, la que se implica con la educación. Por tanto, educar es concientizar, en el sentido de buscar la plenitud de la condición humana. Dicha realización está ligada a la liberación, que consiste en protagonizar la historia. En consecuencia, la conciencia y el mundo hacen nacer la realidad. Y la realidad es la cultura, que se extiende a todo lo que es humano. Todo lo que es humano es dinámico. Y este dinamismo surge del diálogo entre la persona y el mundo, lo que posibilita la renovación de ambos.
2.- La cultura es un proceso vivo, de permanente creación, que se perpetúa en nuevas formas de vida. Lo contrario es la sola transmisión de lo ya hecho. Ello es cultura muerta. En esta cultura muerta la educación se transforma en “domesticación”, que es un sistema de dominación de la conciencia. Es por ello que “el sistema educacional dominante no es más que el sistema de la dominación cultural. Dentro de él, separado del proceso en que la gente se historiza, el saber se institucionaliza al margen de la vida del pueblo; se encastilla dentro de los muros de las escuelas y academias; asume las falsas apariencias de los medios masivos de comunicación; ahí, y desde ahí, defiende, mantiene y propaga los engañosos valores de una civilización de esclavos” (1). Puesto que educación liberadora debe ser crítica, necesariamente es un esfuerzo de permanente desadaptación. La persona que sí se conforma renuncia a la historia y, por tanto, se deshumaniza al perder la conciencia. Porque la concientización (que se implica con la educación), es el esfuerzo del pueblo por tomar su destino histórico, su cultura, en sus propias manos. Se trata de cultura del pueblo y no de cultura para el pueblo, porque “la cultura popular no es extensión de las sobras del sistema de enseñanza establecido a la multitud de ignorantes y miserables que no tuvieron ‘valor’ suficiente para incorporarse a él” (2).
3.- De acuerdo a lo anterior, la educación se hace antropología y, necesariamente, ésta exige una política pues, al educarse, la persona adquiere conciencia. Y nadie se concientiza separadamente de los demás. Esto se logra al decir la propia palabra, que no es repetición, sino que es creadora de cultura. En consecuencia, “decir su palabra equivale a asumir conscientemente, como trabajador, la función de sujeto de su historia, en colaboración con los demás trabajadores: el pueblo. Y la cultura popular se traduce por política popular; no hay cultura del pueblo sin política del pueblo” (3). La educación liberadora no debe hacerse a favor de los oprimidos, sino a partir de las personas y con las personas del pueblo, puesto que educar es la participación activa del proceso universalizante de la cultura, a través del cual la persona se hace y se rehace. En otros términos, es solidarizar con la lucha del pueblo con su liberación, por ser sujeto de la historia. Pues, “la cultura enajenada y enajenante traiciona su destinación originaria: deja de ser liberación y pasa a ser dominación” (4). Si la cultura es dominadora, impide a la persona ser persona. Y, sin persona, no hay educación puesto que, como se ha reiterado, ésta es el proceso de concientización de la persona para transformar la realidad. Por tanto, es indispensable conocer la realidad que ha de ser transformada.
4.- Si la educación es un proceso de humanización y siendo la libertad una de las cualidades intrínsecas de la persona humana, una auténtica educación debe ser, necesariamente, liberadora. Y educación liberadora es “la ruptura de todo aquello que mantiene a la persona y a todas las personas imposibilitadas de realizarse como tales, personal y socialmente y, para esto, luchan por la construcción de una sociedad nueva, más humana y fraterna” (5).
Ante los conceptos expuestos, pareciera válido interrogarse acerca de la visión de educación del Consejo Nacional de Educación, integrado por sociólogos, ingenieros comerciales, abogados, ingenieros forestales, profesionales de la salud, etc., sin representantes de los profesores ni del pueblo que “recibirá” educación. Sin desmerecer la importancia de los investigadores del Centro de Investigación Avanzada en Educación de la Universidad de Chile y del Instituto de Estudios Avanzados en Educación, preocupados del mejoramiento escolar y de la política educacional, ambas entidades conformadas por ingenieros comerciales, sociólogos, periodistas, antropólogos, sicólogos, ingenieros civiles industriales y sin profesores ni representantes del pueblo que “recibirá” el resultado de las investigaciones. Es también válido preguntarse por qué son considerados profesionales de la educación los profesionales con títulos diferentes a los de profesor, y son acreditados para ejercer la función docente. Se afirma que, ante el descenso del número de quienes ingresan a estudiar carreras de pedagogía, se ha diseñado un estudio cuyo objetivo general ha sido conocer y evaluar razones para el ingreso o no a las citadas carreras según motivos subjetivos, influencias externas y condiciones de trabajo. Sin duda, existen diversas causas para aquello, entre las cuales aparecen dos muy visibles: la dictadura militar, cuya Constitución continúa siendo acatada, redujo los sueldos de los profesores en un 50%. Ligada a ésta, la denominada “deuda histórica”. Oficialmente, durante la dictadura de Pinochet y de sus actuales seguidores hubo 58 profesores ejecutados, 45 detenidos-desaparecidos, 26.000 en la cesantía, el exilio, la prisión, la tortura, la vigilancia, la persecución, el degollamiento. El Sindicato Único de los Trabajadores de la Educación (Sute) fue proscrito, las casas de vacaciones expropiadas, etc. Hugolindo Arias Navarrete (35 años); Víctor Gálvez Norambuena (21 años); Nelson Medina Letelier (23 años): los tres mencionados eran profesores en la localidad de Linderos. Fueron detenidos por Carabineros de Buin el 1 de octubre de 1973, sin orden judicial, siendo entregados a una patrulla militar. Trasladados al cerro Chena, el 2 de octubre de 1973 fueron ejecutados sin pasar por tribunal ni proceso legal. Sólo en 2025 fueron juzgados el oficial de ejército Jorge Romero, siendo condenado a 18 años de presidio; y el ex oficial Alfonso Faúndez, quien fuera integrante de la DINA y que ha sido sobreseído por demencia. Son informaciones que podrían contribuir a las “investigaciones” sobre elaboración de políticas educacionales de un país en que más de cuatro millones de chilenos no alcanzan a cubrir sus necesidades básicas. (6). Ya la profesora Gabriela Mistral, años ha, afirmaba que debe implementarse una “educación pública en que prime la diversidad cultural, de ideas y pensamientos, CON EL PROTAGONISMO DE LOS SUJETOS QUE LA CONSTITUYEN, superando las profundas desigualdades sociales de nuestra educación y sociedad”.

Por Hervi Lara B.
Santiago de Chile, 16 de julio de 2025.
Notas
- Fiori, Ernaní, “Concientización y Educación”. (Texto mimeografiado, inédito. Santiago de Chile, Universidad Católica de Chile, 1965). ↩︎
- Fiori, E., op. cit. ↩︎
- Fiori, Ernaní, “Concientización y Educación”. (Texto mimeografiado, corregido y aumentado, inédito, 1967). ↩︎
- Fiori, Ernaní, “Concientización y Educación”. (Texto mimeografiado, corregido y aumentado, inédito, 1968). ↩︎
- Petty, Miguel, en “Stromata”, Universidad del Salvador, San Miguel, Argentina, enero-junio 1975, pág. 5). ↩︎
- Comisión Experta Asesora Presidencial para la Actualización de la Medición de la Pobreza en Chile. Entre otros datos, se indica que la Encuesta Casen 2022 señaló un 6,5% de pobreza. En 2024, el porcentaje se elevó a 22,3%. Esto significa que dos de cada 10 chilenos no tienen los medios de subsistencia, lo cual atenta contra la democracia, porque el Estado no responde a las necesidades de todo el pueblo al no poder ejercer los derechos propios de la vida digna de la persona humana. ↩︎
Las expresiones emitidas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de su autor(a) y no representan necesariamente las opiniones de El Ciudadano.
Sigue leyendo:
Si deseas publicar tus columnas en El Ciudadano, envíalas a: [email protected]