Un asunto de riesgos

A mayor riesgo, mayor rentabilidad esperada señala la máxima de la economía financiera

Por Leonel Retamal

28/09/2011

Publicado en

Columnas

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A mayor riesgo, mayor rentabilidad esperada señala la máxima de la economía financiera.

Existen diversos ejemplos, de hecho, el análisis costo-beneficio o riesgo-rentabilidad es básico para tomar gran parte de las decisiones en la vida cotidiana.

Un ejemplo de quienes debieran haber considerado esta máxima son por ejemplo, los clásicos Adán y Eva. ¿Entiende usted que alguien haya renunciado al paraíso (máximo de rentabilidad debiéramos asumir), por el riesgo de consumir una manzana?. Por favor, ¿Cuánto vale una manzana?

Ahora, independientemente de que sea una manzana muy sabrosa, adquirida en La Vega o en un supermercado, ¿Es lógico? O como plantea la ciencia económica, ¿Es un comportamiento racional entregar todo el paraíso en función de una manzana? Obviamente que no, por tanto, es relevante plantearnos que nos encontramos en un contexto de asimetrías de información, es decir, ¿La manzana es una manzana? o ¿es una metáfora para reemplazar algún otro bien? A la luz de la evidencia, podemos llamarle pecado original o cualquier otro sinónimo que reemplace a la manzana, pues es vital para un análisis de costo-beneficio como se debe.

Más aún, si de casos bíblicos se trata, tenemos también el análisis de la decisión vital de Caín, quien claramente se ha hecho famoso debido al asesinato en contra de Abel, salvo la evidencia posterior al respecto entregada por Don Sebastián Piñera, quien señalara “…cuando se cometió el primer asesinato, cuando Abel asesinó a Caín». Ahora bien, obviando esta última revelación en torno a este caso, es posible analizar en el contexto del costo-beneficio este delito. El costo está claro, sobretodo en base a la evidencia histórica, no obstante ello, el beneficio esperado en términos porcentuales radicaba en un aumento desde el escaso 25% del paraíso que poseía eventualmente Caín a un 33%, significativo, sobretodo si consideramos que el 100% es la Tierra, una decisión racional podríamos señalar.

Por último, sólo para continuar con el análisis bíblico, analicemos el caso Noé y la construcción de su barca. ¿Cuál fue el costo asumido por este caballero? Es imposible señalar que este costo fue bajo, sobretodo si consideramos el bulling constante que debe haber sufrido este hombre en un contexto de tanta efervescencia social como para que Dios mandara un diluvio a ordenar el rancho. No obstante ello, el beneficio claramente era mucho mayor, pues obtenía prestigio, tanto como para que en 2011 en Chile se hablase de él en una columna de este medio. Además de ello, obtuvo una vida de mayor aliento, para él y su familia, que en el contexto previo al diluvio, en el que Noé era un desconocido.

Existe claridad de que toda decisión conlleva un potencial riesgo, de hecho, este mismo concepto se usa para otorgar créditos. El denominado riesgo de crédito se entiende como la posible pérdida que asume un agente económico como consecuencia del incumplimiento de las obligaciones contractuales que incumben a las contrapartes con las que se relaciona. En función de ello, se cobra más a quien posee mayor probabilidad de no pagar. Lo anterior, si bien es racional basado en el análisis de riesgo de crédito, atenta contra ciertos principios morales incluso, pues si se entrega créditos a gente de menores recursos económicos, ellos acceden a una tasa mayor. Lo mismo ocurre en el contexto del riesgo país, es decir, por ejemplo Grecia posee una alta probabilidad de caer en default, -posee una muy alta probabilidad de no responder a sus compromisos-, por tanto de acceder a financiamiento, se le debe exigir la tasa más alta.

Producto del tratamiento que se da a los riesgos, existe justificación para cobrar una mayor tasa a los ciudadanos menesterosos o a los países que se encuentran en problemas, es un argumento técnico para justificarlo, quien podría alzarse contra el mismo. Ahora bien, cuando la mayor tasa depende de la geografía, es decir, políticas encubiertas o expresas que nieguen la apertura de cuentas corrientes a habitantes de La Cisterna o la apertura de tarjetas de multitiendas a quienes habitan en determinados sectores. ¿Es ello justo o simplemente discriminación?, es decir, al menos cuestionable desde una perspectiva ética, cristiana, igualitaria o como se le desee llamar. Por ello, es interesante revisar esta práctica para al menos disminuir las brechas en las tasas cobradas, pues, es un elemento fundamental del contexto económico mundial.

Por René Fernández Montt

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